viernes, 26 de junio de 2009

Una visión intemporal para Monterrey. Abel Guerra.

Hoy ha sido un día maravilloso para mí y apenas son las once de la mañana. Son varias las razones y voy a tratar de explicárselas una por una, despacio, para que si puede, las goce como yo.

Primero, desperté y eso, ya es ganancia. Otro día más, otro día de vida y otro día por hacer.

Mis hijos, mi esposa, mi familia, bien. Eso es lo más importante.

Luego, atendiendo la invitación de Ervey Cuéllar Adame, a quien conocí por un alumno mío, Jaime Arturo, que también fue alumno del Maestro Ervey, acudí a la cita con el Arquitecto Abel Guerra, candidato del P.R.I. a la alcaldía de Monterrey, la ciudad donde vivo, de donde es oriunda mi esposa, la que les está dando educación a mis hijos y en la que me reencontré con mis amigos maravillosos, con los que cursé la universidad.

Llegué temprano, siempre trato de cumplir mis compromisos de manera formal y saludé a varios abogados, muchos abogados, como que Vertebra se trata de un grupo donde los abogados somos mayoría, precisamente por la vocación social de los juristas.

Para mi sorpresa, después de más de seis meses de no verlo, de no saber de él, tuve la alegría de encontrarme a Jaime Arturo, acompañado de Israel e Iván, sus hermanos, también abogados, que ven al mayor como ejemplo a seguir. Y vaya que Jaime es insistente y tenaz. Ha logrado todo lo que se ha propuesto y creo que así seguirá siendo. Me tocó compartir mesa con ellos. Siguen las cosas buenas.

Luego, más tardó el Lic. Ervey en presentar al orador invitado que éste en apoderarse del micrófono, como para demostrar que sabe lo que hace, y empezó a tratar muchos temas.

Que hay que cambiar la vocación de la ciudad, de ser industrial-manufacturera a una moderna, a una tecnópolis, a la capital logística de México.

Habló de que la inseguridad y la crisis económica inhiben la inversión y dijo que los alcaldes deben administrar las ciudades, no llegar cada tres años a empezar de nuevo.

Hizo muchas y muy importantes precisiones respecto a vialidades, a drenaje pluvial, como construir varias presas tipo rompepicos, para controlar las avenidas de agua cada vez que llueve y que ya no haya inundaciones.

Se refirió al problema del “Corredor Turístico Villagrán”, lo que desató la carcajada general pero que en el fondo, hizo que cada uno recapacitara y tomáramos conciencia de que efectivamente, el centro de Monterrey está convertido en un solo lupanar. No se vale.

Y siguió, abordó varios temas, a cual más interesante.

Hizo saber que hemos desperdiciado el capital que heredamos, que no hemos aprendido a cuidar la ciudad que recibimos de nuestros mayores. Y sí, en eso tiene algo de razón.

Entre ellos, criticó duramente algunas adecuaciones viales que se han hecho en la ciudad y dijo que hasta parecían hechas por abogados. Claro, la protesta de los juristas fue inmediata y ofreció una disculpa, pues dijo que los abogados éramos mayoría y que se arriesgó a ser linchado. Claro, sin juicio previo, el agravio fue contra abogados y Usted sabe que eso, es duro, muy duro.

Sin embargo, por mi parte lo disculpé pues llegó al tema que sí conozco, al que le he tratado de explicar a Usted, mi querido lector, al que he venido tratando de hacer valer.

Se refirió a la seguridad social y dijo que es parte del problema. Yo diría que es la parte toral del problema. Piensa el candidato que se puede apoyar a los adultos mayores con pensiones, a los jóvenes con becas, a los trabajadores con seguro de desempleo y cosas que nunca había visto yo en un candidato a un puesto de elección popular.

Por eso, cuando tuve la oportunidad de llegar a la etapa de preguntas y respuestas, dije: “Soy abogado y no sé de calles, pero sí sé de derecho y sobre todo, de seguridad social. Es Usted el primer candidato al que oigo hablar del tema y le hago saber que tengo una propuesta para otorgar seguridad social a la totalidad de la población”.

Vi que le interesó lo que dije y vi también, que el Lic. Ervey, que al igual que Jaime, han sido promotores de mi propuesta, le dijo algo al oído. No sé qué, pero fue suficiente para que me pidiera lo esperara y cruzamos palabras, le expliqué de viva voz mi propuesta y le dije estar a sus órdenes.

Yo ya he manifestado que simpatizo con un partido político pero que he visto que no hay candidatos que ofrezcan algo que de verdad ayude a la población. Es el primero. Y me interesó.

Es por México, es por mis hijos, por mi familia, por Usted, es por todos. Todos debemos tener derecho a una pensión y a servicio médico, si todos participamos de la sociedad.

No puede ya seguir siendo un privilegio sólo de algunos cuantos, que además, están sujetos a la tiranía de tener que soportar todo tipo de vejaciones con tal de no perder su antigüedad. Que la jubilación sea un derecho por el simple transcurso del tiempo y que el único requisito, sea tener C.U.R.P.

Creo que es factible, creo que podemos innovar y creo que lo empiezan a entender.

Como podrá ver, para mí, resultó maravillosa la reunión.

Al final, cuando salimos del lugar del evento, me llegó una llamada a mi celular.

Era mi hermano Carlos, para decirme que anoche platicó con un candidato a diputado federal y su suplente y les comentó la misma propuesta.

Me dice que se interesaron y que hasta nombre propio le pusieron.

El nombre es lo de menos. Lo interesante es que Usted y yo ya la conocemos, que la hemos venido haciendo valer y además, que es en beneficio de todos, absolutamente de todos los mexicanos.

Aquí no existe diferencia ni segregación por motivo de color, raza, sexo, condición social, preferencias sexuales o cualquier otro motivo de discriminación.

Es para todos y sí es posible.

¿Verdad que tengo razón para estar muy contento?

Me gustaría conocer su opinión.

Vale la pena.

José Manuel Gómez Porchini.

Comentarios: jmgomezporchini@gmail.com
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Monterrey, N.L., 26 de junio de 2009.

jueves, 25 de junio de 2009

Los contratos ventajosos.

Hay quien ve la paja en el ojo ajeno,
pero no ve la viga en el propio.

Hoy voy a referirme a un problema que ha causado una conmoción aquí en casa y en las de los vecinos. Varios de ellos se han acercado a quejarse conmigo de una situación que, si la analiza, tienen razón. O al menos, así lo estimo y por eso lo comparto con Usted.

Es costumbre, práctica común, uso comercial o como quiera denominarle, que si Usted, simple mortal como yo, desea hacer uso de manera periódica de algún servicio, deba realizar un contrato de suministro de dicho bien.

Es decir, si Usted desea tener agua potable, electricidad, teléfono residencial, teléfono celular por contrato, cable para la televisión, ir al club deportivo o cosas así, en las que se paga un servicio de renta mensual, Usted debe cubrir el importe de la mensualidad para tener derecho al servicio.

Hasta ahí, estamos de acuerdo.

Así dice el contrato firmado con el proveedor y para verificar que se respete está la Profeco, que los que saben, dicen que no sirve para nada. Conste, no lo dije yo.

Sin embargo, ¿Qué pasa cuando Usted deja de cumplir con el pago de la mensualidad convenida? Por supuesto, le suspenden el servicio. Creo yo, que la compañía está en pleno derecho de hacerlo. Vamos, si Usted no paga, ¿Cómo quiere que le den servicio?

Las dificultades empiezan cuando va Usted a ponerse al corriente, ya que pasó una semana, una quincena o por qué no, ya van dos o tres meses de retraso en los que obvio, Usted no tuvo el servicio.

La compañía, la que Usted guste, le permite ponerse al corriente, sí, sólo sí, paga Usted lo adeudado. Aquí surge la primera pregunta: ¿Por qué ha de pagar Usted por un servicio que no le proporcionó la compañía? ¡Ya sé! ¡Así dice el contrato!

Por eso, Usted cuando firmó el contrato sólo le prometieron el oro y el moro, mas no le dijeron lo de las letras chiquitas, lo que nadie es capaz de ver.

Luego, ya Usted, contra toda su voluntad y sabiendo que le están robando, pues no hay otra expresión decente para calificar lo que hace la citada compañía, paga lo adeudado y se pone al corriente. Pero resulta que, “la política de la compañía”, es que las reconexiones del servicio se tardan de 12 a 72 horas, si bien le va, lo que también, aparece en el contrato.

Por supuesto, esas 12 a 72 horas sin servicio, ya pagado haciendo un gran sacrificio, se las están cobrando y no le proporcionan el servicio.

Va otra. Usted está en su casa muy a gusto, disfrutando de las comodidades, que no lujos, que existen en una casa más o menos común y de repente, deja de funcionar cualquiera de los servicios ya dichos: la luz, el agua, el cable, el celular o el que sea. Usted hace un coraje de inmediato, llama a su proveedor y le dicen: “es una falla generalizada y nos vamos a tardar de 12 a 72 horas o tal vez más en arreglarla”.

Enterados, somos humanos y sabemos que existen las fallas.

Sin embargo, por supuesto que Usted, simple mortal como yo, va a pagar por el servicio de esas horas o días o hasta semanas en que el proveedor no cumple con lo ofrecido, pues el cobro es parejo, haya o no servicio.

Y claro, Usted, como yo, habla para quejarse ante la compañía y le dicen que la política es no hacer descuentos hasta después de tantos o tantos días de que no se proporcione el servicio.

Pero, Usted se tarda un día, vamos, Usted llega antes de las seis de la tarde y el negocio ese cerró a las cinco y ya no puede pagar la cuota mensual. ¡Por supuesto que a Usted le van a hacer efectivo el cargo por pago extemporáneo, el cobro por reconexión, aún cuando no hayan cortado el servicio, el cargo por falta de pago, que al cabo así dice el contratito ese leonino que Usted no leyó completo… vamos, todas son de ganar para la compañía!

Ahora bien, ¿Qué puede Usted hacer?

¿Presentar una queja en Profeco? Ya dije que los que saben opinan que no sirve. Y no sirve porque sus determinaciones no tienen fuerza vinculatoria, es decir, no obligan al mal proveedor a nada, si acaso, les imponen algunas multas que se ganan fácilmente ante un tribunal de verdad.

¿Aguantarse su coraje? Es más, mucha gente ya ni se enoja o al menos, parece que no se enoja, pero es la que va guardando resentimientos y los saca, afloran, a la primera oportunidad que tienen de hacerle un daño a las compañías de marras.

¿Hablar por teléfono para exponer su queja ante la propia compañía? Yo sé de alguien que, para que le contestara la operadora, fueron casi cinco minutos con reloj en mano, para que la atendieran, otros quince, sin resolver nada, para que le comunicaran con un supervisor, otros veinticinco minutos. Total, más de una hora perdida para que al final, le dijeran que: “… las políticas de la compañía dicen que el cobro sólo se suspende si tiene más de 72 horas la falla”.

En mi caso, yo le dedico esta nota a todas las compañías que hacen eso, pero en especial, a la que alguna vez fue mi proveedor de internet y por sus constantes fallas, me cambié. A la compañía que tiene un canal de televisión en el que critican las fallas, los yerros de los demás, pero que no son capaces jamás, de reconocer que también son humanos.

Estamos en casa sin cable, del de cablevisión, como están mis vecinos de varias cuadras a la redonda.

Ya sé que es “falla generalizada” y que debo entender que “las políticas de la empresa” son que ni me regresa mi dinero, ni me ofrece una disculpa, ni hace nada por arreglar los problemas.

Ya lo sé. Sólo quería compartirlo con Usted.

Si alguna vez ha sentido la misma frustración, me gustaría saberlo.

Lo que se debe hacer, es tomar conciencia de que somos los que sostenemos a las compañías, darnos nuestro propio valor y hacer saber nuestro sentir.

Lo invito a denunciar a los malos proveedores.

Me gustaría, también, conocer su opinión.

Vale la pena.

José Manuel Gómez Porchini.

martes, 23 de junio de 2009

El salario y su forma de pago.

Ya hemos dicho lo que es el salario, el origen de la palabra y sus implicaciones. Ahora vamos a tratar de escudriñar en la forma en que se determina y ha de cubrirse el salario.

De entrada, espero me sea válido dejar asentado aquí que el salario, es decir, la retribución que se cubre a quien desempeña una relación laboral formal o informal, pero en la que existe la subordinación, horario, lugar de trabajo y demás componentes, lo que deja claro que tenemos las figuras del patrón y el empleado, debe cubrirse según lo pactado.

Ahí tenemos la primera de las cuestiones a dilucidar.

¿Si el patrón y el empleado pactan en que el salario ha de cubrirse cada quince días o periodo mayor, será válido?

La respuesta es, que tratándose de obreros, está prohibido.

Es tan fácil como dirigirnos al artículo 5° de la Ley Federal del Trabajo, en su inciso VII, para advertir lo siguiente:

Artículo 5. Las disposiciones de esta Ley son de orden público por lo que no producirá efecto legal, ni impedirá el goce y el ejercicio de los derechos, sea escrita o verbal, la estipulación que establezca:
VII. Un plazo mayor de una semana para el pago de los salarios a los obreros;

Ya resolvimos la primera cuestión.

Por tanto, el pago a los obreros deberá ser siempre en el plazo de una semana.

Ahora, siguen los funcionarios y directivos de la empresa.

Dado que la Ley sólo establece los límites mínimos de algunas cosas y los máximos de otras, es decir, aclara y especifica lo más a lo que el patrón puede jugar, la respuesta habremos de encontrarla en otro tipo de interpretaciones.

Y la encontramos en el contenido de los artículos 17 y 18 de la misma ley invocada, que textualmente establecen:

Artículo 17. A falta de disposición expresa en la Constitución, en esta Ley o en sus Reglamentos, o en los tratados a que se refiere el artículo 6o., se tomarán en consideración sus disposiciones que regulen casos semejantes, los principios generales que deriven de dichos ordenamientos, los principios generales de justicia social que derivan del artículo 123 de la Constitución, la jurisprudencia, la costumbre y la equidad.
Artículo 18. En la interpretación de las normas de trabajo se tomarán en consideración sus finalidades señaladas en los artículos 2o. y 3o. En caso de duda, prevalecerá la interpretación más favorable al trabajador.

Luego entonces, si no existe estipulación escrita que establezca la forma y lugar de pago del salario, cuya falta será atribuible al patrón, según el artículo 26 del propio Código Obrero, deberá cubrirse conforme a la costumbre, la equidad, la jurisprudencia, los principios generales de derecho y los de justicia social que aparecen en el artículo 123 Constitucional.

Ello quiere decir, que si es costumbre muy arraigada en nuestro México, utilizando términos bucólicos o campestres, “Chivo brincado, chivo pagado”, podremos decir que las funciones ya desempeñadas por el empleado deberán cubrírsele si ya desempeñó el trabajo para el que fue contratado.

Voy a tratar de explicarme. Si Usted contrata a un empleado, no un obrero, si no uno que use ropa formal para verse bien, uno que a veces quisiera confundirse con el patrón, deberá cubrirle su salario por el sólo hecho de presentarse a laborar, a desempeñar aquello para lo que fue contratado, es decir, por el simple paso del tiempo. Día que ya transcurrió, día que deberá pagarse.

Si no se procede de esa forma, no tendremos una relación laboral, si no una derivada de una contratación mercantil, como podría ser un contrato de prestación de servicios a precio alzado o algo así.

Sin embargo, cualquier laboralista de medio pelo, si existen horarios de entrada y de salida, jornada de labores, subordinación y los demás elementos que configuran una relación laboral, habrá de fincarle responsabilidad ante la autoridad laboral, no importa que Usted crea que el genio que lo asesoró es capaz de engañar al estado y al empleado.

Además, si ya está establecida una fecha para el pago de los salarios y el patrón, basado en cualquier peregrina explicación, que sólo orilla al empleado a sofocar la ira, el coraje y luego, la sorna con que se refiere a quien violenta la ley, debemos recordar que la propia Ley Federal del Trabajo señala lo siguiente:

Artículo 51. Son causas de rescisión de la relación de trabajo, sin responsabilidad para el trabajador:
IV. Reducir el patrón el salario del trabajador;
V. No recibir el salario correspondiente en la fecha o lugar convenidos o acostumbrados;

Por supuesto, en caso de que el patrón no cubra los salarios a que está obligado, el empleado queda en libertad de dar por terminada la relación de trabajo, sanción desproporcionada, a mi juicio, pues lo correcto será que a la empresa, se le finque responsabilidad de orden penal y administrativa, obligando siempre al patrón, al pago de lo adeudado.

No es justo que el empleado que quiere progresar, que busca subir un peldaño en la escala social, deba soportar que alguien, carente de sentido social, de humanidad y de vergüenza, suspenda motu proprio los salarios de los empleados, arguyendo que: “al cabo no dicen nada y al que se queje, lo corro”.

Esa es la fuerza del patrón. Esa es la posición del que manda. Pero no siempre sabe el dueño lo que hace el subalterno. No siempre está enterado, nadie se lo dice, de las trapacerías del de en medio, que muchas veces incluso, roba parte del salario del trabajador para completar el suyo.

Creo que la sanción ha de ser para el patrón y precisamente en la bolsa, sin que el empleado pueda ser despedido por hacerle saber de lo que sus subalternos hacen.

Imagínese Usted, que le suspendan el salario, por la causa que sea, ya ve que los de recursos humanos o personal o como les quieran llamar, salen con cada cosa, y luego, al reclamar Usted lo suyo, tanto el patrón como la ley digan que para lograrlo, deberá Usted quedarse sin empleo. ¿Verdad que está mal?

¿Verdad que no es correcto?

Me gustaría conocer su opinión.

Vale la pena.

José Manuel Gómez Porchini.

lunes, 22 de junio de 2009

Una Conferencia Magistral.

Entre las muchas cosas buenas que he obtenido en la Academia Mexicana de Derecho del Trabajo y de la Previsión Social, está el tener nuevos amigos que me ayudan a crecer como persona, precisamente por sus cualidades.

Entre ellos y de manera muy especial, por las deferencias que me ha dispensado, está el Dr. Arturo Fernández Arras, a quien los integrantes de la Fundación Recreación y Cultura Social, A.C., y de manera muy especial su Presidente, Don Agustín Serna Servín, que auspicia al Instituto Universitario Tecnológico de los Trabajadores, el IUTT, aquí en Monterrey, invitaron a dar una Conferencia Magistral en sus instalaciones el pasado sábado 20 de junio de 2009.

Entre lo que hace la diferencia de ser una escuela más a ser una facultad completa, está el organizar cuestiones extracurriculares, como diplomados y cursos adicionales.

Ahora, el IUTT y la CROC organizaron el diplomado denominado: ANÁLISIS A LAS PROPUESTA DE REFORMA A LA LEY FEDERAL DEL TRABAJO y que comprende como temas: Antecedentes de Nuestra Legislación, a cargo del Lic. Pedro Ojeda Paullada; Derecho Individual, impartido por el Maestro Héctor S. Maldonado; Procesos de las Propuestas de la Reforma, impartido por el Lic. Tomás Natividad Sánchez; Derecho Procesal del Trabajo, por el Dr. Néstor de Buen Lozano; y, Relaciones Colectivas de Trabajo, que es lo que comentó el Dr. Arturo Fernández Arras. Asimismo se señaló una sexta sesión para conclusiones, pendiente aún.

Ha sido una cadena de conferencistas de primerísimo nivel.

El Dr. Fernández Arras, con Doctorado en Derecho y con estudios posteriores y superiores al propio Doctorado, tuvo la gentileza de invitarme a platicar con él a su llegada a esta ciudad, el viernes, lo que aprovechamos hasta muy altas horas de la noche, cuando el restaurant que linda con el hotel en que se hospedó, ya sólo esperaba nuestra partida.

El sábado, temprano, lo alcancé para desayunar y de nuevo estuvo la presencia siempre gentil de Don Héctor S. Maldonado, que reitero, por él soy parte de la Academia y el joven, muy joven Dr. Luis Carlos Longares Vidal, Vicerrector del IUTT, que manifestó acudir con mucho gusto a ser el anfitrión formal y oficial del Dr. Fernández Arras, encomienda que le realizara la Fundación que preside Don Agustín Serna Servín.

Ya listos, acudimos al Instituto Universitario. Vaya. Nunca pensé que en esa construcción que se advierte yendo por la Avenida Félix U. Gómez, pudiera albergarse una Universidad completa, con instalaciones de primer mundo, con aulas modernas, con estacionamiento de grandes dimensiones, vamos, con todo lo necesario para que los alumnos puedan dedicarse a aprender, que es la función de las Universidades.

Sin embargo, lo que más me impactó, es que la Universidad está dirigida a trabajadores, que es un esfuerzo de la Confederación Revolucionaria de Obreros y Campesinos, CROC, organización que tiene por Misión, defender los derechos humanos y constitucionales de los trabajadores y sus familias, buscando siempre mejorar sus intereses económicos, sociales y culturales, tal como aparece en su propia página de internet.

Es decir, la CROC, con Don Agustín Serna Servín al frente, está haciendo realidad lo que enarbola como Misión al crear, junto con el sector patronal, una Universidad completa, una Universidad de primer mundo que lo mismo inaugura edificios que celebra convenios con universidades extranjeras, como lo hizo con la Universidad de Burgos, en España.

De todo eso, gran parte del mérito ha sido de Agustín Serna Servín, que es el Presidente de la Fundación que auspicia a la Universidad, así como del Rector de la propia Casa de Estudios, el Dr. Bernabé Rodríguez, que por supuesto, han encontrado apoyo en los cuadros directivos, encabezados por ese excelente amigo que ha sabido ser el Dr. Luis Carlos Longares Vidal, que me trató como amigo de siempre a pesar de apenas habernos conocido.

Ya instalados en el claustro, le cedieron el uso de la voz al Dr. Fernández Arras.

Él dijo que venía preparado con material para cinco o seis horas de cátedra, lo que no dudo, pero ajustó sus tiempos, con esa facilidad que da el saber lo que se hace, a los tiempos del foro.

Y vaya que el foro se interesó. Uno de ellos me dijo que es la primera vez que ve que no se duerme nadie, de lo interesado que tenía al auditorio.

Tocó varios temas. Habló de lo que es el Derecho Colectivo del Trabajo, sus inicios, su destino, habiendo aclarado que no es futuro, pues ya una vez le dijeron que si era adivino para saber qué habría de suceder.

Aclaró que no se requiere ser adivino para predecir un resultado, si se usa el razonamiento y se toman los datos correctos.

Explicó, usando palabras del Dr. Octavio Bueno Magano, que el Derecho Colectivo, sin el derecho de huelga, es como una campana sin badajo. Claro, con esa finura que caracteriza al que sabe, primero ubicó al auditorio de manera muy sutil, primero hizo saber a sus oyentes que el badajo es la pelotita que está en las campanas y que sirve para que éstas suenen, para que todos pudieran seguirlo y entender el símil que hacía. Eso se llama categoría.

Estableció, sin decirlo, que existe diferencia entre los componentes de la relación laboral y que el obrero, para poder sentarse a la mesa a negociar, necesita un punto de apoyo, una palanca que le permita negociar a nivel de pares. Esa palanca, ese punto de apoyo, ese factor de igualdad procesal y de negociación, lo constituye el Derecho de Huelga. Sin él, no existe fuerza en el obrero.

Saliéndose de los esquemas andados, apartándose de lo que los cánones marcan como una Conferencia Magistral, que pareciera que han de ser, por fuerza, tediosas, aburridas y sin encanto, el Dr. Fernández Arras logró tener la atención de su público por casi cuatro horas cuando según él, sólo le habían permitido un ratito.

Ahí es donde se encuentra la Maestría. Eso es lo que distingue al docto, de aquél que si bien puede tener un papel que diga que sabe algo, en los hechos, no existe soporte a lo que el papel dice. A Fernández Arras le faltan dos o tres títulos más, para alcanzar a explicar lo que él sabe.

Y terminó la Conferencia Magistral. Vino la ceremonia de entrega de reconocimiento y estuvieron, en el Presídium, Agustín Serna Servín, como cuidando ese fruto que él sembrara; el Diputado Diego López Cruz, que resultó ser un viejo conocido de Fernández Arras, lo que quiere decir que ambos han andado en el sindicalismo por mucho más tiempo del que podría pensarse; la Diputada Ivonne Bustos Paredes, representante popular con ganas de apoyar a su gente; el Dr. Bernabé Rodríguez, Rector del Instituto Universitario Tecnológico de los Trabajadores; Don Héctor S. Maldonado, guía y luz de los Iuslaboralistas en Nuevo León y México; y, el Dr. Longares, Vicerrector, que empieza un camino de éxito.

De ahí, una vez que terminó la Conferencia, que saludé a Marcela, que fue mi alumna en universidad, que nos despedimos de quienes fueron excelentes anfitriones, sólo quedaba dejar al Dr. Fernández en el aeropuerto y agradecerle su visita a nuestra ciudad.

Pero aquí vino lo increíble.

Luis Alberto, joven ejemplo de lo que es ser emprendedor, de Ciudad Obregón, Sonora, tierra que conozco y donde me trataron con una gran fineza, amigo del vicerrector Longares, apareció a acompañarnos a llevar al Dr. Fernández al aeropuerto. Como aún había tiempo, junto con el Dr. Longares nos ofrecieron ir a conocer el nuevo Monterrey, el que se ha creado en los últimos tiempos y por supuesto, ahora que lo conozco, nos fuimos al paseo Santa Lucía.

Tenerías. ¡Qué hermosura de lugar y qué atención¡

Le hicimos los honores al queso, a la machaca, a la botana fina, a lo que si se tuviera que calificar, se ubicaría en el pecado de la gula pero no lo es, pues ya el Dr. Fernández lo había trabajado por todos. Todo, ahí, excelente. Una comida como Dios manda.

Créame, mi amigo, pero no lo cuente, que en Monterrey hay lugares de excelencia para disfrutar y créame, pero tampoco lo diga, que no son tan caros. No vaya a ser que quiera venir mucha gente y les quiten el encanto.

De ahí, nos fuimos, ahora sí, ya que habíamos caminado por el centro, por el Paseo Santa Lucía, a comer ¡otra vez! rumbo al aeropuerto.

Del lugar de la comida lo único que puedo decir es que el espejo es de piso a suelo, más ancho que el pasillo, que por cierto es de más de tres metros, por lo que lo que se refleja, es uno mismo de cuerpo entero.

Así nos deberíamos de reflejar siempre, tal cual somos, para poder ajustar nuestro actuar a lo correcto.

Así debería ser siempre, como lo demostró el Dr. Fernández Arras, que si bien pronunció unas palabras de gran sabiduría en el recinto para tal efecto, creo que la conversación después y lo que se quedó en el tintero, vale más, mucho más.

Así, vale la pena convivir. Así, vale la pena vivir.

Al final, lo dejamos en el aeropuerto a que siga su andar. Nosotros, a continuar el nuestro.

Me gustaría conocer su opinión.

Vale la pena.

José Manuel Gómez Porchini.

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Monterrey, N.L., 21 de junio de 2009.

jueves, 18 de junio de 2009

San Pedro Garza García y los candidatos del P.R.I.

Ervey Cuéllar Adame, de Vertebra, hizo llegar las invitaciones de rigor y comparecimos los suficientes para escuchar, con bastante interés, cuando menos de mi parte, a los candidatos del Partido Revolucionario Institucional a los cargos de Diputado Local, Diputado Federal y Alcalde por San Pedro Garza García, el llamado municipio modelo de nuestra patria.

Lo primero que llamó mi atención, abierto y receptivo a tratar de captar detalles, que son los que dan forma a las formas, fue que antes de la hora fijada para el desayuno-conferencia, las ocho de la mañana, llegó saludando de mano, muy contento, afable y dispuesto, Francisco Gutiérrez, candidato a Diputado Federal por el Distrito I, seguido apenas unos metros atrás por un hombre en el que se adivinan la seguridad y aplomo de lo que dice, Don Felipe Zambrano Páez y luego, como partiendo plaza, Juan Carlos Pérez Góngora, que por lo que escuché, ha ocupado todos los puestos del catálogo de funcionarios.

Los tres, con trayectorias de vida muy completas y con amplio conocimiento de a lo que van.

Uno de mis compañeros de mesa, de quien me reservo el nombre, lo primero que me dijo fue: es hijo de Paco, que fue diputado hace tiempo y fue bueno. El muchacho es bueno. Con eso, sentenció lo que la vox populi ha dicho: el hombre va forjando su vida en base a sus acciones y a Francisco, las de su Padre, le han allanado el camino.

Y empezó el evento. Por esas cosas de la vida, a Francisco se le empalmaron dos, por lo que en uso de su capacidad de negociación, pactó con los otros oradores para ser él el primero en dirigirse a la audiencia.

Dijo cosas que por lógicas, parecen verdades de Perogrullo pero que si se aplicaran, serían capaces de cambiar el rumbo de la cosa pública.

Hizo ver que tal como ha visto hacer en otras latitudes, al proponer un cambio legislativo, habría de hacerlo soportado en legisladores de su partido, obvio, pero también, en los de los partidos de enfrente, para que de esa manera, el beneficio fuera para México, no sólo para dar lustre a quien lleve la propuesta. Es decir, que sus propuestas fueran bipartidistas o pluripartidistas, para tener asegurado el triunfo.

Lo demás no lo dijo, lo digo yo. Al final, siempre se sabe de quién son las propuestas.

Criticó duramente al Secretario del Trabajo por no hacer su trabajo, que es luchar por conciliar y mejorar los intereses de la clase menos favorecida de la relación laboral. Dijo que su impericia es tal, que él le entregó un proyecto, lo comentaron, le indicó que la siguiente semana se discutiría y hasta la fecha sigue esperando. Lo hizo en tiempos en que se desempeñaba para CAINTRA en el proceso legislativo.

Además, propuso ser él el puente entre su partido, el Revolucionario Institucional, con los demás partidos. Creo que sabe de lo que habla y estimo podría hacerlo bien. Dio suficientes argumentos como para tomarlo en serio. Y es una propuesta que no había escuchado antes.

Hizo más comentarios, recibió preguntas y salió airoso. Es muy buen candidato.

Acto seguido, se levantó Felipe Zambrano y lo primero que dijo me cimbró: estoy aquí porque estoy harto de los políticos. Créame que me identifiqué con él desde el primer momento.

Yo también, siento, sé, me consta, que aquél que ha recibido una instrucción que le permita hablar por el que no tiene voz, tiene el compromiso moral de hacerlo. Yo por eso escribo.

Pero no sólo escribiendo es como se logra influir en la sociedad. Se debe participar en la forma en que la hace Felipe Zambrano, que se molesta cuando le dicen Don Felipe, como queriendo negar que el Don es un título de respeto que se gana, no se pide.

Me identifiqué también, pues dijo que hay hambre en el pueblo, que hay irritación social y que la gente está molesta con los políticos. Y vaya que tiene razón.

Fue mi pregunta al momento en que nos permitieron el uso de la voz: ¿Qué piensa hacer para convencer a la gente que ha dicho que no va a votar, por estar harta de los políticos? ¿Cómo piensa motivarla a que salga a votar y además, que lo hagan por Usted?

Se voltearon a ver los del presídium y surgió la respuesta: haciendo ver que nuestras intenciones son serias, que estamos capacitados para gobernar y legislar y que somos de aquí, estamos aquí y aquí vamos a permanecer.

Felipe Zambrano incluso dio su domicilio particular y dijo: ahí he vivido siempre y ahí los recibo el día que quieran. Eso es tener compromiso. Vale la pena escucharlo.

Siguió el turno de Juan Carlos Pérez Góngora, un personaje local a quien he visto, por los medios de comunicación, desempeñar diversas funciones y encargos.

Sin embargo, fue más allá de lo que yo pensaba, cuando dijo que él se había preparado desde hacía tiempo para gobernar, para dirigir los destinos de San Pedro, que tenía ya organizado lo que correspondía hacer e incluso, que ya tiene avanzado el presupuesto del próximo año, para hacer lo que se ha propuesto.

Y vaya que es ambicioso el señor.

Quiere pasos a desnivel por aquí, calles muy grandes por allá, muchos millones para drenaje, obra que sé es de lo más necesario pero que a los gobernantes no les interesa pues sólo causa molestias mientras se hacen y al concluir los trabajos, nadie se acuerda que debajo de la calle están enterrados los tubos que permiten a la ciudad estar en paz y no inundarse cuando llueve. Nadie agradece las obras de drenaje, pero el día del agua, si no se hicieron, omito mencionar de quién se acuerda la gente.

Habló incluso de que necesitaría un mil ochenta y cuatro millones de pesos, no sé cómo llegó a esa cantidad, pero dijo que ya tenía avanzadas las negociaciones para conseguirla, precisamente para usarla en obra pública.

Se me pasaba comentar que cuando empezó su disertación, muy propio, con equipo moderno de proyección, lo que implica pensar que está acostumbrado a trabajar con lo mejor, su propuesta estaba en color verde de fondo, algo que a mí, en lo particular, me gustó, recordando que el verde es el color de la esperanza y el verde, según los que saben de eso, es signo de querer hacer las cosas bien. Por eso hay esperanza.

Habló de calidad educativa y de cómo piensa lograrla; se refirió a la cuestión deportiva y claro, sus metas son increíbles: quiere llevar a los niños de San Pedro, a las Olimpiadas. Nada más, pero nada menos. Es más, no veo por qué no.

Dijo muchas otras cosas más, pero hubo una que me impactó, precisamente por el trato que en lo personal, he tenido con policías de diversos partes de nuestro país, porque sé, de cerca, lo que son la policía y sus familias, porque he visto actuar, dentro de la ley y fuera de ella, a personal de la policía.

Dijo que iba a ofrecerle personalmente a cada uno, una amplia variedad de estímulos, mejores sueldos, créditos para casas, parques, becas para sus hijos y muchas cosas más. Casi podría decirse que lo de siempre.

Lo diferente fue, que dijo que esas promesas habrían de hacerlas frente a la esposa e hijos del policía o frente a sus padres, en caso de los solteros.

Que el compromiso de los policías sería, no con San Pedro ni con su Alcalde, si no con su propia familia.

Creo que los valores de un hijo o de un esposo o de un padre, cuando tienen en la mente a su familia, se conservan más claros, más firmes, más arraigados.

Creo que encontró un filón que si lo sabe usar, habrá de cambiar la fisonomía de sus guardianes del orden.

Debemos recordar que el policía es el primer contacto del ciudadano con el gobierno y que de la impresión que cause en éste, será lo que se pueda avanzar.

Si la gente confía en su policía, en su gobierno, se podrán hacer muchas cosas.

Eso es lo que necesita México. Y eso es lo que ofrecen.

Me gustaría conocer su opinión.

Vale la pena.

José Manuel Gómez Porchini.

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Monterrey, N.L., junio de 2009.

martes, 16 de junio de 2009

Salario: su importancia y alcances

Salario es un término que tiene su origen en la Roma antigua, en que se cubría con sal el pago a algunos empleados que realizaban labores genéricas, generalmente de clase muy baja, de ahí el nombre de salario o salarium para designar el pago hecho a quien presta un servicio personal subordinado.

Es importante destacar que también existían los términos merces, que era el pago a aquellos que arrendaban su fuerza para ponerla al servicio de un patrón, generalmente para casos bélicos, de ahí el nombre de mercenario con que aún se designa a quienes se alquilan para librar batallas ajenas.

También y de no menor importancia, existía el pago mediante honorarium, que era el que se le otorgaba a los que alquilaban su capacidad intelectual, ya como escribientes, ya como peritos en alguna materia o simplemente, cuando el patrón decidía dejar en otras manos algunas labores que requirieran el uso de inteligencia. Ahí nació el nombre de honorarios de los actuales profesionistas.

Hechas las anteriores aclaraciones y considerando que en la actualidad el artículo 82 de la Ley Federal del Trabajo describe al salario en los siguientes términos: “Salario es la retribución que debe pagar el patrón al trabajador por su trabajo”, tenemos entonces que nuestra legislación laboral no señala diferencia entre la forma de nombrar lo que se deba pagar al obrero y al empleado de cuello blanco, por lo que usaremos, para efectos prácticos, el término salario como el genérico cuando de definir el pago que el patrón le hace al empleado por la prestación de sus servicios y por el tiempo puesto en favor del propio empleador.

Ahora bien, ¿cuál será o más bien, cuál deberá ser la importancia del salario?

Existen muchas teorías, desde la bíblica que ordena al hombre que “ganarás el pan con el sudor de tu frente”, es decir, que limita los esfuerzos sólo en cuanto sea necesario para la alimentación, hasta la de tipo marxista que indica que el salario es sólo para la supervivencia del trabajador, pues el patrón se queda con la plusvalía derivada del esfuerzo del obrero o bien, la más moderna que indica que el salario debe ser remunerador, entendiendo por esto, aquél salario que le permita al obrero vivir de acuerdo a las necesidades suyas y de su familia, con el decoro y dignidad correspondientes.

Sin embargo, Usted y yo sabemos que los salarios se alejan mucho de lo que deben ser. Tal vez, sólo tal vez, algunas cuantas empresas paguen salarios que le permitan al obrero vivir dignamente y tener para disfrutar de la tranquilidad que da saber aseguradas las necesidades básicas de la familia, incluso, con algún pequeño lujito de vez en cuando.

Pero la inmensa mayoría de las empresas busca que los salarios, que para el obrero son la única fuente de ingresos o la principal, la forma de llevar comida y bienes a su casa, mientas que para la empresa son tan sólo uno más de los “gastos fijos” o de los “costos de producción” y por ende, procuran disminuirlos para tener una mejor y mayor ganancia, decía, los salarios han de estar en el nivel que le permita al empresario obtener el máximo de utilidad por el capital que tiene invertido.

Ahora bien, vamos a suponer que ya hubo cruentas luchas por lograr salarios mínimos, jornada máxima, vacaciones, aguinaldos, horas extras y demás prebendas que algunos obreros cobran. Vamos a suponerlo.

Ya en ese plano, tenemos que el patrón está obligado a pagar un salario por los servicios que le presta el trabajador y éste, está obligado a desempeñar diversas funciones para las que está o debería estar capacitado.

En el juego de –te pago, trabajas y me pagas, trabajo-, lograr el punto de equilibrio o justo medio, en el que ambas partes se sientan satisfechas con lo que obtienen a cambio de lo que dan, entran una serie muy amplia de factores.

El patrón sabe que necesita productividad, es decir, que quien cobra un salario produzca lo suficiente como para que el costo del mismo sea aceptable en el índice del costo global del producto y el obrero, necesita que el pago que reciba, compense el desgaste físico del día a día así como que sea suficiente para arrimar a su casa los satisfactores necesarios.

Eso es todo.

¡¡¡Es tan fácil!!!

Sin embargo, conscientes de que lo que buscan no es lo que obtienen, existe el juego de –hago como que trabajo y tú haces como que me pagas-, lo que indudablemente provoca resentimientos, resquemores, odios y demás sentimientos que quedan cuando el obrero se siente y se sabe defraudado por el patrón, así como el patrón se siente herido pues el empleado no desquita el sueldo que tiene asignado. Ese es el error.

Entonces, a un sueldo de, digamos, cien pesos diarios reportado ante el Instituto Mexicano del Seguro Social y la Secretaría de Hacienda, para los casos de embargo de salarios por pensiones alimenticias y demás efectos legales, salario con el que le cubren incapacidades, liquidaciones y todo lo que jurídicamente sea requerido, el patrón, según para ayudarle a Usted, le paga por separado bono por asistencia perfecta, ayuda para despensa, incentivo por buena conducta, soporte para transporte, auxilio para renta, vamos, un sin número de ayudas que a la larga, convierten su salario de cien pesos en uno superior a los doscientos o trescientos o más aún.

Sin embargo, ahí encontramos lo que, en una correcta técnica jurídica, podríamos denominar “fraude legal”, pues el patrón está eludiendo el pago de impuestos, apoyado por contadores y seudoabogados o tinterillos o leguleyos, total, cualquiera de los epítetos es poco para describirlos, que según por ayudar al patrón le dicen que es correcto disfrazar los sueldos mediante figuras ajenas al recto derecho laboral.

Igual, aquél picapleitos que le dice al patrón que haciendo firmar al empleado “carta de renuncia”, obviamente nula según lo establecido en el artículo 33 de la Ley Federal del Trabajo, va a liberarse de las responsabilidades de las funciones desempeñadas por el obrero, cuando lo cierto es que la única renuncia válida es la que se celebra ante el personal jurídico de la Junta, ya local, ya federal, según la competencia procesal, siempre y cuando se cubran una larga serie de requisitos. Lo demás, es bordar en el vacío.

También, debemos considerar que mientras para el patrón, el salario a cubrir es sólo otra de las obligaciones patronales a que está sujeto, para el obrero, el salario lo es todo. Es la paz de su casa, es el alimento de sus hijos, es la seguridad de pagar la renta, el gas, la luz, los servicios básicos, de proveer de todo lo necesario.

De ahí nació la expresión: “los salarios son sagrados”, que cualquier patrón de medio pelo, ya no uno profesional de verdad, conoce y acata a plenitud, siempre.

Por eso, cuando a Usted, mi querido lector, le suspenden el sueldo según porque “el que firma no llegó; no se juntó lo de la raya; no salió la nómina a tiempo; o vamos, cualquier otra excusa boba como esas, Usted como patrón queda sujeto a las responsabilidades laborales que le corresponden pero además, existe tipificado como delito la falta de pago de salarios y otros supuestos de similares características, según se desprende de lo que indica el artículo 1004 de la Ley Federal del Trabajo, que textualmente reza:

Artículo 1004. Al patrón de cualquier negociación industrial, agrícola, minera, comercial o de servicios que haga entrega a uno o varios de sus trabajadores de cantidades inferiores al salario fijado como mínimo general o haya entregado comprobantes de pago que amparen sumas de dinero superiores de las que efectivamente hizo entrega, se le castigará con las penas siguientes:
I. Con prisión de seis meses a tres años y multa que equivalga hasta 50 veces el salario mínimo general, conforme a lo establecido por el artículo 992, cuando el monto de la omisión no exceda del importe de un mes de salario mínimo general del área geográfica de aplicación correspondiente;
II. Con prisión de seis meses a tres años y multa que equivalga hasta 100 veces el salario mínimo general, conforme a lo establecido por el artículo 992, cuando el monto de la omisión sea mayor al importe de un mes, pero no exceda de tres meses de salario mínimo general del área geográfica de aplicación correspondiente; y
III. Con prisión de seis meses a cuatro años y multa que equivalga hasta 200 veces el salario mínimo general, conforme a lo establecido por el artículo 992, si la omisión excede a los tres meses de salario mínimo general del área geográfica de aplicación correspondiente.
En caso de reincidencia se duplicarán las sanciones económicas a que se refieren cada una de las tres Fracciones de este Artículo.

Es decir, está tipificado como delito pagar cantidades inferiores al mínimo o recabar recibos por cantidades superiores a lo formalmente entregado.

Es tanta la preocupación del legislador por evitar ese tipo de situaciones, que protegió al trabajador de los abusos del patrón, señalando los delitos indicados.

Además, está la conciencia.

Nadie, que se precie de tener dignidad, va a suspender los salarios del obrero, sabiendo que se hace acreedor a la aplicación, en su contra, de los medios de control informales que la propia sociedad establece y que incluye, entre otros, el repudio, rechazo y marginación de los demás sujetos de la relación laboral.

Privar del salario devengado al trabajador, así sea por un solo día, debería ser considerado como falta grave o gravísima del patrón, pues mientras éste está en posibilidad de sacar adelante su negocio, pagando los intereses o gastos a que haya lugar, lo que se pone en riesgo, en el caso del obrero, es su propia subsistencia. No existe parangón entre ambos bienes jurídicos a tutelar.

Esa es la diferencia en la importancia y alcances del salario. Para uno es un costo más. Para otro, sólo la vida misma.

Me gustaría conocer su opinión.

Vale la pena.

José Manuel Gómez Porchini.

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Monterrey, N.L., 14 de junio de 2009.

domingo, 14 de junio de 2009

Remembranzas

“La reunión está señalada para las catorce horas del sábado trece de junio de dos mil nueve, a celebrarse en la Quinta ubicada en calle…” Para mí, esa notificación fue suficiente.

Lo comenté con mi esposa y tomamos las providencias del caso. Hicimos lo necesario para tener la tarde libre y nos trasladamos al lugar donde habríamos de reunirnos los que en agosto de mil novecientos setenta y seis ingresamos a la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la Universidad Autónoma de Nuevo León a buscar forjarnos un futuro como abogados, como profesionales del Derecho, muchos de nosotros sin saber a ciencia cierta qué era lo que esperábamos de la vida.

Conste, he nombrado a mi Facultad con su nombre, con el que conocí, amé y sigo amando, a la Escuela en la que aprendí los rudimentos y mucho de lo fino del Derecho, el lugar donde quedó una etapa de mi vida que sólo puedo calificar como exquisita.

Ahora, con edificios nuevos, con pasillos en los que no se puede hacer lo que hicimos y acostumbramos, la veo distinta, pero sé que en el fondo, en los ladrillos que toqué, palpé y disfruté, se anidan por siempre los sueños míos y los de muchos yo que ahí crecimos. Dije muchos yo, no muchos como yo. Lo digo porque nos hermanamos hasta tal punto, que nuestros caminos se han mantenido paralelos y siempre juntos. Todos éramos un solo yo.

Total, los que ingresamos a mi Escuela, los de mi generación, nos reunimos.

Hubo de todo. Uno que al día siguiente habría de participar en un triatlón, que no entendí qué es eso, pues creo que no incluye tomar cerveza, hasta otro que ha concursado para ser Juez y la que contó sus vivencias como madre.

Óscar, gentil y caballeroso como siempre, fue quien me convocó. Marco, el anfitrión, sí se ve distinto a mis recuerdos, pero bueno, treinta y tantos años después, casi ni se le nota. Franco, se comportó haciendo honor a su apellido. Chago, que se nota que disfruta la vida. Mi tocayo, contando unos chistes que de largos, merecían haber sido mejores.

Estaba también Lacho, que según entiendo ahora es un muy importante abogado de empresa, pero que ahí, aguantó “la carrilla” de la raza. Contaron también de uno que es abogado en Moscú, otro en París y otros en lugares que no conozco ni de oídas.

Las muchachas, guapas y hacendosas, como siempre y además, como las recuerdo.

No quiero decir, por caballero, quién de los presentes estaba que no podía mover la espalda, lastimada al tender una cama, según confesión expresa y espontánea del deponente, explicación que no satisfizo a ninguno de los asistentes a pesar de su insistencia en sostener su versión.

Fue tachado su dicho y obvio, fue juzgado por los presentes en términos de ley, de forma sumarísima, pese a sus reiteradas protestas. No valieron sus objeciones.

Pero, ¡Ay de aquellos que desoyeron la convocatoria! Su fama pública y buen nombre quedaron sujetos al juicio del recuerdo y por supuesto, los apodos, las chanzas y bromas y además, los pormenores de yerros, de exámenes y demás, siempre frescos cuando uno no es el protagonista, fueron expuestos ante la carcajada de los contertulios.

Conforme a la definición jurídica de quórum, hubo el necesario para que las determinaciones de la asamblea fueran consideradas válidas y ahí, se tomaron varias que espero habrán de incidir en el rumbo del quehacer de más de uno.

Entre ellas, se emitió convocatoria para una nueva reunión y se señaló el domicilio social donde habrá de celebrarse el evento. Los interesados, favor de comunicarse con el suscrito o con Óscar, que con ese solo dato es suficiente para ubicarlo.

No se puede publicar el lugar, pues podría exceder el número de concurrentes a los que se debe convocar.

Hablamos de los Maestros, recordando anécdotas de uno y otro, pero sí me fijé, con mucho detenimiento y eso, sólo para contárselo a Usted, aquí en privado, que ninguno habló mal de los Maestros. Eso habla muy bien de su función y desempeño y además, refleja lo que en las aulas aprendimos. Respeto y cariño hacia el Dr. Montemayor, a mi Maestro Marco Antonio Valenzuela, a Don Alejandro Garza Delgado, que nos daba Derecho Romano a las siete de la mañana, a todos, de todos, por todos, hubo las mejores expresiones.

También, se habló de los que nos han sacado ventaja en el viaje sin retorno, esa fue la parte triste. Pero en fin, la vida sigue. Y uno va sembrando en vida para que los que se quedan, cosechen en nuestro nombre. Del que sembró afecto, se recogió amor. Del que sembró discordia, se recogieron tempestades.

Cayó la noche, nadie hacía caso a la música pese a que estaba apenas audible o precisamente por eso, pues la charla la opacaba. Nadie hacía caso a la carne asada, que en otras partes es la principal protagonista y ahora, sólo sirvió para poder seguir con más fe y entusiasmo en la tertulia.

Hubo poco alcohol. ¿Para qué, si embriagarse de recuerdos es la mejor forma de hacerlo?

Hubo sueños que aún no cristalizan pero que vamos por ellos. Y sí, yo soy materia dispuesta.

Faltaron muchos, esperamos que la siguiente notificación surta efectos en términos de ley y todos comparezcan, sin hacer valer defectos o vicios del procedimiento ni tampoco, se hagan valer recursos que serán desechados de plano y sin ulterior instancia.

Para eso tenemos un tribunal formado por los comparecientes, que no debe sujetarse a formulismos pero que resuelve a verdad sabida, buena fe guardada y apreciando los hechos en conciencia y por supuesto, sin que proceda queja alguna en contra de las determinaciones asumidas.

Los asistentes, quedan absueltos.

Los ausentes, serán condenados.

Un abrazo a todos.

Me gustaría conocer su opinión.

Vale la pena.

José Manuel Gómez Porchini.

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Monterrey, N.L., 14 de junio de 2009.

miércoles, 10 de junio de 2009

Un regio fin de semana.

Serían un poco más de las nueve de la noche, hora perfecta para seguir una tarde de romance. Llegamos al Restaurant-café Tenerías, ubicado en el corazón del Paseo Santa Lucía, en Monterrey y lo primero que hice, fue comprarle una rosa a la dama que me acompañaba. Ella agradeció el detalle y yo, me sentí cada vez más, un nuevo Casanova.

Los muchachos de las guitarras, dos ellos, empezaron a rasgarlas y sacaron notas que según son de Pedrito Fernández, a quien por cierto admiro, pero que yo sé pertenecen a La Revolución de Emiliano Zapata, grupo de rock de hace muchos, pero muchos años. No digo cuántos por que van a empezar a hablar mal de mí y ando de muy buen talante. Una canción suave, con mucho sentimiento y que invita a abrazarse.

Y siguieron tocando. Pedí “Y tú de qué vas” de Franco de Vita y me complacieron. Obvio, mi acompañante ya volteaba a verme con unos ojitos que sólo pueden ser de amor.

Cantaron muchas otras canciones de muy buen corte, pero me quedaron mal con los poemas de Benedetti, que siempre me han servido para conquistar afectos. Ni modo. La vida no es perfecta.

Pero la mesera que nos atendió, cuando le dije que la botella de cerveza estaba rota, supo inmediatamente que así era yo y me dijo, a la misma velocidad del rayo, que no me preocupara, que tenía una bodega llena de botellas y hasta que saliera una buena. Creo que el que se quedó corto fui yo.

Aquella cena, que por cierto fue de lujo a muy bajo costo (eso no lo debería de asentar) era la parte que seguía, obligada, a haber disfrutado del paseo en las lanchitas del Canal de Santa Lucía, que según me acabo de enterar ya tiene tiempo de estar funcionando pero que yo, que me creo un hombre muy ocupado, no había podido conocer.

Y la verdad, ¡qué paseo tan agradable! ¡Qué relajante y maravilloso es estar en la tarde, sintiendo el agua que te cae, suave, como acariciándote, tomado de la mano, yendo de novios!

Lo que pasó ese día fue que tuve examen en la universidad y claro, yo disfruté, viendo las caras de los que estaban presentando, pues la materia parece muy árida y lo es, cuando no la has conocido. Pero ya de cerquita y viendo los conflictos humanos y estudiando a los señores que han estudiado a la humanidad, como que le agarras gusto. Tanto, que hasta hay carrera de Sociólogo y Daniel mi hijo eso está estudiando.

Por supuesto, las caras eran de satisfacción pues la cantidad de los que sacaron diez de calificación superó con creces a los de nueve, de ocho no hubo y creo que el siete fue para el que nunca fue.

Además, ya habíamos salido de ver la exposición que está en MARCO, el Museo de Arte Contemporáneo de Monterrey y que está dedicada a los monitos esos de películas como Toy Story, Bichos, Monsters Inc., Cars y no sé cuantas más. Además, es la empresa de Steve Jobs, el creador de muchas de las más importantes empresas del mundo actual.

Me tomé foto con el carrito rojo, con la grúa que tiene unos dientotes, con el monstruo azul de pelo largo y con otros de los muchos y excelentes protagonistas de las películas animadas que se supone son para niños pero que los papás disfrutamos también.

Y claro, otra de las razones para habernos ido de novios, fue que los hijos se habían ido a la Ciudad de México, a escuchar a unos gritones de esos que parece que se les va a caer la cabeza y por los que pagan unas fortunas. Al menos, así lo siento yo. El grupo que fueron a ver es uno de fierro o lámina o algo así entendí, pues dijeron que era Metálica o como se escriba.

Y regreso a lo del romance. Estábamos solos en un lugar lleno de gente. La música era para nosotros, a pesar de que otros también aplaudían. Las atenciones y los guiños, eran sólo entre nosotros, no compartidos. Y la luna, como contenta de vernos o tal vez para vernos, se dejó crecer hasta que ya casi no cabía en el cielo. Igual que mis sentimientos.

Y luego, agotados de haber caminado, de ir tomados de la mano por el Paseo Santa Lucía, llegamos a Tenerías. Nos habían explicado que el nombre viene desde los principios de la ciudad, cuando el barrio era habitado por los que se dedicaban a manejar el cuero como industria, de donde toma su nombre y que por cierto, tiene evocaciones como de película de amor, de romance, vamos, de estar a gusto.

Ya cansados, pues a las seis y media de la mañana había salido de casa con José y Daniel, además de Fernando que llegó a dormir con ellos para acompañarse en el trayecto a México, a las nueve el examen, a las seis el Museo, a las ocho las lanchitas, la cena todo lo demás y sólo faltaba llegar a casa, pero no solo, como cuando andas de novio, si no acompañado de la que me ha acompañado los últimos veintitantos años. Ya son tantos, que creo toda mi vida ha sido así. Creo que no recuerdo aquellos lejanos tiempos en que fui soltero.

De lo que sigue ni la luna se enteró. Se ocultó, pudorosa como es.

Pero la levantada el domingo fue casi a las doce del día y a seguir trabajando y algo más de lo mismo. Que lava el carro, que revisa exámenes y trabajos, los del día anterior, que prepara todo para ir por los niños, que por cierto ya están más altos que yo o al menos eso creen y todo lo demás. Es más, la luna se ocultó por completo y dejó al sol, que se cobijó con unas nubes para no enterarse de lo que sucedía en la tierra.

Y sí, el fin de semana fue de lujo.

Vale la pena hurgar en nuestras ciudades para encontrar la magia de andar de paseo. Para reencontrarnos con nosotros mismos y con nuestra gente.

Vale la pena querer buscar lo bueno de lo que tenemos y no sólo ir buscando yerros y tildando a los demás de malos, de corruptos, de faltos de amor a México, cuando ellos dicen lo mismo de nosotros, pues ni ellos ni nosotros hacemos todo lo que al país le conviene.

Créame, nuestras ciudades tienen tantas cosas que ver y que vivir, que vida nos ha de faltar para conocerlas. Además, visitarlas ahora, es darle un voto, el más importante, a México, nuestra patria.

Piénselo.

Vale la pena.

Me gustaría conocer su opinión.

José Manuel Gómez Porchini.

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Monterrey, N.L., 09 de junio de 2009.

domingo, 7 de junio de 2009

Del valor de la amistad.

Nota publicada en El Porvenir el pasado 06 de octubre de 2005.

Toma actualidad pues acabo de saludar a un
excelente amigo de Chihuahua y
como homenaje a su gente que siempre
me ha tratado con grandes deferencias.


Acabo de tener el privilegio de estar en la muy bella ciudad de Chihuahua, capital del estado del mismo nombre. Es grato descubrir que existe en el ánimo de sus habitantes, el culto por la amistad. Y al respecto, debo hacer saber que no es la primera ocasión que visito dichos lares.

En todas y cada una de mis visitas, he tenido la misma sensación: ser bien recibido, sin poses ni falsedades, es decir, se siente la voluntad de ser anfitriones, de mostrar, sin pretenderlo, que provienen de noble cuna.

Inclusive, las tardes plomizas que pronostican la lluvia, por cierto muy escasa es esas latitudes, y el hecho de que la promesa del cielo se cumpla, despiertan en sus pobladores el ánimo jovial de quien recibe un regalo, el mejor regalo: la vida, en forma de agua. Los vi alejarse del grupo, con tal de observar la forma y cantidad de la tormenta. Parecían niños chiquitos, entre ellos, Manuel, el socio.

Esa misma disposición a mostrar su camaradería, a externar su regocijo por las gotas de agua, se siente en todos y cada uno de sus actos.

Quiero agradecer, por tanto, que han recibido a mi amigo Arnaldo, quien fue en pos de Dulcinea, cual quijote moderno, abandonando su tierra natal, con la misma actitud de quien ha estado esperando al hijo, al hermano, al ser querido: con los brazos abiertos y la mano extendida. Han recibido a Arnaldo, de quien tengo el honor de que sea el padrino de mi pequeño Daniel, con los brazos abiertos.

Que conste: yo lo encargué con Hugo, que me recibió en su casa y me atendió antes de conocerlo. Lo demás lo ha hecho la afabilidad de la gente de Chihuahua.

Platiqué en la mesa del café, con Omar, Diputado, que todo pundonor me atendió con la actitud ya descrita. Conversé con Omar, ejemplo de los jóvenes de Chihuahua, quien ha emprendido un negocio viento en popa, sin más capital que su juventud y entusiasmo. Tuve la oportunidad de conocer a Julio, que parece ser el dueño de cuando menos la cuarta parte de Chihuahua, pero que se comporta como si todo lo que tuviera es su mano abierta, su atención dispuesta y las ganas de emprender nuevos negocios, como Omar, pero resulta tener una fortuna a cuestas.

Me recibieron los demás muchachos, Roberto, el Comandante, y muchos más, que aún cuando algunos, como yo, ya ni siquiera recuerdan lo que es la juventud, como si siempre hubiera sido integrante de la mesa del café.

Me hicieron recordar mi tierra natal, Ciudad Victoria, y a los amigos que ya se adelantaron en el viaje sin retorno. Traje a mi actualidad, los amigos que hemos dejado en las tierras que hemos estado, mi familia y yo: a Toño y Arnaldo viejos, en Victoria, junto con Oscar, la comadre Gladys y mi amigo Sergio, Gaby, la mamá de Rodolfito, que ya debe andar por los 17 años, y tantos, que no alcanzo a enumerar.

Me hicieron recordar a los muchachos de la cuadra en Reynosa, Don José y Doña María, que cumplieron 50 años de casados cuando los conocimos, y que nos cuidaron como de la familia. Don Emilio, que ya había cumplido 30 años de jubilado, pero que tuvo fuerzas para auxiliarme cuando lo necesité. He estado recordando a Alberto, joven pasante entonces, ahora una realidad como abogado; a mis alumnos, que siempre me han distinguido con una amistad que aún perdura.

Me faltaron mi esposa y mis hijos, para que pudieran ser partícipes de mi entusiasmo al encontrar tanta gente tan bonita. Vine a trabajar y ellos están en clase. La distancia aviva los recuerdos pero el amigo nos hace sumergir la nostalgia en un arcón oculto, que sólo reaparece en la soledad.

Me entrevisté con Autoridades, esa era mi función. La verdad, ojalá todos los servidores públicos, los que Usted y yo pagamos con nuestros impuestos, estuvieran siempre dispuestos como lo están los de Chihuahua. Atendí audiencias, presenté promociones, en suma, hice mi trabajo.

Pero sobre ello, quiero destacar la amabilidad de la gente. Todos dispuestos. Vamos, es impresionante cómo los automovilistas hacen alto total en los cruces de peatones y esperan a que el viandante complete su camino. Eso, podrán decirme, es educación. Yo lo siento más como un afán de respetar a los demás, que a la larga, eso es la educación.

Entonces, trato de recapitular: ¿cuál es la diferencia? Yo mismo me respondo, que por el sólo hecho de estar en una ciudad orgullosa de sus raíces, que proclama a Villa, que luce sus galas de diario, no sólo "para cuando venga gente", sus pobladores se encuentran dispuestos a estar en paz. No los presiona la prisa, ni los pendientes, ni "el quehacer". Lo hacen, a la perfección, pero reservando el mejor de los tiempos a prodigarse como amigos. Ahí es donde encuentro la diferencia. En la capacidad de querer ser amigos.

Y fíjese bien, trato de resaltar el verbo querer, pues lleva implícita la voluntad de hacer las cosas, no la obligación. La disposición del ánimo para atender a los demás, para escuchar, aún cuando el comentario ya sea conocido, el estar pronto a agasajar a los demás, fundamentalmente brindándose todos, completos, es la razón de la actitud.

Para que pueda surgir la amistad, así como el odio, se necesitan dos. Uno, somos nosotros. El otro, en este caso, lo es la gente de Chihuahua. Pero esa debería ser la regla, no la excepción.

¿Podrá Usted, caro lector, estar dispuesto a extender su mano, para recibir, ya no al que viene de lejanas tierras, si no a su vecino? ¿Tiene Usted la disposición de ánimo necesaria para gozar de la lluvia, para disfrutar a sus hijos, para extasiarse con una puesta de sol en nuestras montañas tan regias?

Ojalá. Vale la pena.

Me gustaría conocer su opinión.

Comentarios: josegomezporchini@yahoo.com

http://www.elporvenir.com.mx/notas.asp?nota_id=31795

miércoles, 3 de junio de 2009

Para hablar como abogado.

A los miembros del Proyecto San Nicolás,
con la ilusión de que conserven la ilusión que ahora tienen.

José Manuel

En la antigua Roma, el término libelo significaba, según Juan Palomar de Miguel y la mayoría de los tratadistas serios en Derecho Romano, “Escritura o instrumento con que en lo antiguo el esposo repudiaba a la esposa y dirimía el matrimonio”, es decir, libelo es una palabra que describe un escrito de suyo soez y ofensivo, pues implica repudiar, hablar mal de la esposa para obtener el divorcio o anular el matrimonio.

Sin embargo, los cambios en el uso de las palabras quitaron lo restringido al término y ya no sólo es para repudiar a la esposa, ahora se le aplica a cualquier escrito que sea vulgar, corriente, grosero, que difame, que denigre, vamos, que ofenda.

Por eso, el día que una autoridad se refiere a los escritos de los litigantes tildándolos de “libelo”, según porque el escribiente trata de hacer valer sus “doctos” conocimientos del lenguaje, ese día el abogado está en plena libertad de acudir a la instancia superior a exigir que la autoridad no se burle, no haga mofa ni ofenda los esfuerzos del litigante.

Por eso también, da mucha pena ver que una persona que se supone tiene la obligación de conocer el origen y significado de las palabras, se refiera a sus propios escritos diciendo: “mediante el presente libelo vengo a…”, pues está calificando como escrito grosero, ofensivo, a su propio texto.

Y conste, lo he visto.

Ahora vamos a tratar de definir la importancia de conocer tanto los principios generales de derecho como las locuciones latinas, para poder conformar un verdadero léxico jurídico que nos permita, como profesionales del derecho, poder estructurar un discurso de tal manera que resulte claro, lógico, entendible, soportado en verdades ya dilucidadas por los tiempos y además, que nos permitan alcanzar la maestría en lo que estamos haciendo.

La inmensa mayoría de los principios generales de derecho que utilizamos en nuestra familia jurídica romanística, provienen precisamente de los tiempos de la Roma antigua y por ende, se encuentran redactados en latín.

También, la mayoría de las figuras jurídicas que utilizamos encontraron su forma de ser en la antigua Roma y lógico, se formularon en latín, habiendo sido ese el idioma en que las facultades de jurisprudencia las transmitieron a sus alumnos, hasta hace pocos años en que a alguien se le hizo muy difícil aprender términos en latín o en griego y trató de desaparecer su uso, habiéndolo logrado respecto a su enseñanza, mas su uso persiste y cada día está más en boga.

Tratar de hacer aquí un recuento de todos y cada uno de los principios generales de derecho además de inútil, resultaría pretencioso y vano, pues son tantos y de tan variadas materias, que por fuerza habría de omitir alguno.

Sin embargo, si debo advertir que la mayoría de los códigos autorizan o permiten que a falta de ley expresamente aplicable al caso, el juzgador se base en doctrina, jurisprudencia, analogía, mayoría de razón y por supuesto, en los principios generales de derecho para resolver el caso puesto en su conocimiento.

La ley puede resultar muy estrecha, el derecho positivo puede ser insuficiente para la realidad pero los principios generales del derecho siempre nos aportan una luz para encontrar el camino.

Es decir, podemos entender como Principio General de Derecho a los enunciados que, sin pertenecer a una norma expresa, describen en términos generales, abstractos, el sentido del legislador o más aún, la intención de la sociedad como generadora del derecho.

Por ejemplo, al decir “in dubio pro operario”, estamos diciendo que en caso de duda debe estarse a lo más favorable al obrero, lo que recoge nuestra Ley Federal del Trabajo en su artículo 17, al ordenar que los casos que se presenten ante las Juntas de Conciliación y Arbitraje, deberán ser resueltos conforme a la letra de la ley, a la doctrina, a la jurisprudencia y a falta de ellas, según los principios generales de derecho.

Locuciones latinas de manejo habitual:

Ad libitum
Al gusto

Ad litteram
A la letra

Alea jacta est
La suerte está echada

Alma mater
Madre nutricia

Ave Cesar
Salve, César

Bona fide
De buena fe

Casus belli
En caso de guerra

Cogito, ergo sum
Pienso, luego existo.

De facto
De hecho

De iure
De derecho

Motu proprio
De propia iniciativa

Divide et vinces
Divide y vencerás

Dixi
He dicho

Hic et nunc
Aquí y ahora

In articulo mortis
En caso de muerte

In memoriam
Para el recuerdo

Ipso facto
En el acto, al instante.

Nihil obstat
Sin obstáculo.

Per se
Por sí. (mismo)

Qui bene amat, bene castigat
Quien bien ama, bien castiga.

Urbi et orbe
A la ciudad y al mundo

Veni, vidi, vici
Vine, vi y vencí.

Verbigratia (v.gr.)
Por ejemplo.

Vox populi, vox Dei
La voz del pueblo es la voz de Dios.

A continuación transcribo algunos de los Principios Generales de Derecho, sin pretender abarcarlos todos y sin que la falta de alguno implique su inexistencia.

Accessorium sequitur principale
Lo accesorio sigue de lo principal

Ad tempus concessa, post illud tempus censetur denegata
Lo permitido hasta cierto tiempo, después se vuelve prohibido

Affirmanti incumbit probatio
El que afirma está obligado a probar.

Beneficia non obtruduntur
Los beneficios no obligan

Corruptissima república plurimae leges
Los estados más corruptos tienen más leyes.

Damnum non facit qui iure suo utitur
No hace daño quien usa su derecho.

Dictum unius, dictum nullius
Lo dicho por uno es dicho por nadie.

Dura lex, sed lex
La ley es dura pero es la ley.

Ignorantia legis neminen excusat
La ignorancia de la ley no excusa de su cumplimiento.

In certis non est coniecturae locus
En lo cierto no hay lugar a conjetura.

In pessima república, plurimae leges
En mal gobierno, muchas leyes.

Inveterara consuetudo pro lege custodiutur
La costumbre se hace ley.

Nulla poena sine lege
No hay pena sin ley.

Res iudicata pro veritate habetur
La Cosa Juzgada se considera cierta.

Salus populi suprema lex est
El bienestar del pueblo es la ley suprema.

Lex aut iubet aut vetat aut permittit
La ley ordena, prohíbe o permite.

Novissima voluntas servatur
La última voluntad es la que vale.

Nulla est venditio quoties in materia erratur
Es nula la venta cuando hay error en la materia

Omnes habent licentiam his renuntiare
Todos tienen facultad para renunciar a lo que en su favor se ha establecido

Qui prior tempore potior iure
Primero en tiempo, primero en derecho.

Con lo anteriormente expuesto, podemos considerar tener una visión general, un panorama global de la forma y términos en que deben expresarse los abogados, sin demérito de que más adelante podamos continuar hablando del tema.

Me gustaría conocer su opinión.

Vale la pena.

José Manuel Gómez Porchini.

Comentarios: jmgomezporchini@gmail.com
www.mexicodebesaliradelante.blogspot.com/


Monterrey, N.L., 03 de junio de 2009.