viernes, 30 de diciembre de 2011

El incremento salarial mexicano.




Hace ya muchos años, en 1963 para ser más precisos, se creó en México la Comisión Nacional de los Salarios Mínimos y 111 Comisiones Regionales, que buscaron, en la época en que aún el crecimiento económico del país era vigoroso, un sano equilibrio entre los factores de la producción, capital y trabajo, a fin de que el primero siguiera invirtiendo y los segundos obtuvieran por sus servicios lo necesario para una vida digna.

Los vaivenes de la política, los errores en la conducción económica y los problemas que, en gran parte por culpa de malos funcionarios y  ciudadanos apáticos, fueron convirtiendo los avances en todos los frentes, en estancamiento en muchos y, lo más grave, en verdadero retroceso en la mayoría de las situaciones que inciden en la vida pública y por consecuencia, en la forma de vida de las familias. 

Hoy, muchos años después, la Comisión Nacional de los Salarios Mínimos, ya modificada y con cientos de grandes y caros funcionarios, ha determinado que lo correcto a incrementar en el salario sea de un 4.2% para el año 2012.

Si vamos a la mesa de la mayoría de los mexicanos, podremos ver sin gastar mucho, que el incremento salarial no sólo es insuficiente si no que, parece burla. Es una ofensa a los trabajadores ver que sus salarios se incrementan, en términos reales, $2.63, más que una ofensa, es una provocación por lo miserable del incremento.

Sin embargo, pareciera que tanto patrones como trabajadores están conformes con el incremento salarial. Los desplegados que anuncian la buena voluntad de las partes, las páginas llenas de elogios mutuos entre algunos líderes sindicales con algunos patrones, harían creer a más de uno que en México, existe conformidad y hasta gusto por la forma en que se están manejando las cosas.

La realidad es que bajo esa máscara pagada de complacencia y complicidad, existe un rencor de años que se viene acumulando y que amenaza explotar en cualquier momento. 

Al patrón le conviene que el empleado tenga dinero, pues sólo así podrá adquirir los productos que se ofrecen en el mercado. Es decir, por conveniencia propia, los dueños del capital deberían buscar la forma de elevar el nivel salarial para desfogar el descontento popular y crear un verdadero clima de armonía entre las partes.

Al gobierno, que preside la Comisión, debería de interesarle más lo que se hace en el país, con los obreros, que tratar de importar fórmulas ajenas a nuestra forma de pensar y sentir. Al gobierno debería importarle más lo que vive el obrero que lo que quiere el patrón.

El gobierno debería ser garante de una política salarial que realmente permita un salario decente, un pago que retribuya el desgaste físico y, por supuesto, una seguridad social que aún no existe y que debe ser garantía constitucional, no sólo política de aparador que a nada bueno conduce.

Vamos entre todos, a buscar la forma de cambiar al país, de expulsar del gobierno a quien sólo busca su propio beneficio y a crear un nuevo mando, en el que los ciudadanos tengamos mayor presencia, para poder tener lo que realmente necesitamos. Esa es la tarea ahora.

Me gustaría conocer su opinión.

Vale la pena.

José Manuel Gómez Porchini.

miércoles, 21 de diciembre de 2011

El año que viene.


En estos días, las redes sociales, los comentarios personales y por supuesto, el saludo y despedida obligado en las reuniones decembrinas, es desear lo mejor para el año que viene.

¡Que tengas una muy Feliz Navidad y un Próspero Año Nuevo!, es la frase en boga y muchas veces, es sólo la repetición acartonada de un cliché ya muy gastado. Otras, las más, en realidad es el deseo que brota del corazón afín que desea lo mejor, sin saber qué es lo que está deseando para aquél a quien se dedica la frase.

En este sentido va mi comentario, que hoy pongo a sus órdenes y que, por supuesto, me gustaría conocer su opinión. ¿Qué es para Usted lo mejor? ¿Qué es lo que realmente desea? ¿Qué le gustaría ser y hacer?

Existe una gran diferencia entre tener un sueño y hacerlo realidad. Entre una visión y alcanzar el objetivo. Esa diferencia se llama acción.

Y ahora se debe pugnar por que los sueños, las ilusiones de todos y cada uno de nosotros, los mejores deseos que tenemos para los demás y para nosotros mismos, sean en realidad acciones que vayan encaminadas a lograr los objetivos que, primero, debemos trazarnos.

Ir por la vida sin más aliciente que esperar los golpes del destino para reaccionar, ver pasar la vida sin ser partícipes activos de la misma, es desperdiciarla. Lo que importa, lo que realmente genera cambios, es dibujar el sueño y entonces, hacer lo necesario para tornarlo en realidad.

Ahora eso estoy haciendo. Cada año vivido se ha venido sumando a las experiencias que me permiten tener un soporte para imaginar el rumbo al que debo dirigirme y hoy, con la libertad de actuar que tiene quien no fija límites a los sueños, he venido creando en mi mente nuevos caminos que permitan llegar a donde nunca hemos estado.

Pensar que la vida es corta y más, el tiempo para hacer realidad los sueños, mueve al hombre a buscar las acciones necesarias para hacerlos realidad.

Mi deseo para usted, mi querido lector, es que logre imaginarse siendo mejor persona, que tenga una mejor familia, que busque crear un México más justo y por supuesto, que podamos vivir en un mundo más igualitario.

Claro, se requiere que realice las acciones necesarias para que sus deseos y sueños se transformen en realidades. Que haga usted lo suficiente para que su paso por la vida sea de los que dejan huella y que siempre haya quien lo recuerde con nostalgia, con una frase de alabanza y con una sonrisa en la cara.

Ojalá, que para México, la diferencia entre seguir como estamos y cambiar para bien, sean las acciones de todos y cada uno de los mexicanos. Que cada uno se comprometa a que el año que viene, sea usted una mejor persona, que trate de lograr esa transformación que sólo desde adentro se consigue, que sólo con la voluntad de querer ser y hacer más, se logra.

Ojalá.

Me gustaría conocer su opinión.

Vale la pena.

José Manuel Gómez Porchini.
Comentarios: jmgomezporchini@gmail.com        


lunes, 19 de diciembre de 2011

Cogito ergo sum.




Pienso, por lo tanto, existo. Es la frase fundamento de la filosofía que manejó René Descartes y que forma parte de lo que ahora es el racionalismo occidental, es el fundamento de la filosofía moderna a partir de la duda metódica.

Lo cito pues pienso que existe una gran diferencia entre el conocimiento y el pensamiento. El conocimiento es el puerto al que arriba el pensamiento. Pero sólo pensando se puede ir creando conocimiento. El conocimiento solo no es capaz de generar nuevo conocimiento.

Pongo como ejemplo que la idea se representa con una chispa y ahora, a raíz de que Edison inventara la bombilla eléctrica, se ejemplifica la nueva idea con un foquito prendido encima de la cabeza de quien piensa. La chispa siempre ha sido sinónimo de una nueva idea, de un pensamiento que es capaz de revolucionar al mundo. El conocimiento anterior, el ya generado y digerido, lo mantiene en movimiento, pero no lo hace iniciar.

En clase, alguna vez utilicé como ejemplo de conocimiento un jumento, pollino, asno o burro cargado con dos o tres enciclopedias, con dos o tres computadoras y muchos textos de variados autores. A pesar de que a cuestas lleva el conocimiento, el burro no es capaz de pensar. No va a crear ni a generar una sola idea nueva.

En tanto el pensamiento es capaz de resolver la situación, por más difícil que sea, por más complicado que parezca, puede funcionar aún sin tener un conocimiento previo de una materia en específico.

Cierto, la suma de lo que se va aprendiendo a lo largo de la vida va creando las condiciones necesarias para dar origen a una nueva idea. El conocimiento previo sirve de infraestructura para generar nuevas ideas. Van juntos y se suman. Pero lo importante es pensar, no ser dueño de un conocimiento enciclopédico que a nada conduce.

El ingenio mexicano es conocido a nivel mundial. Se le reconoce a los mexicanos la chispa necesaria para solucionar un problema nuevo sin más herramientas que las propias manos y, a veces, un destornillador.

Esa capacidad de pensar, esa posibilidad de resolver problemas nuevos es lo que hace que México haya podido subsistir. Esa capacidad de encontrar la forma de encarar y resolver problemas nuevos, ha hecho que la patria siga. Pero no podemos conformarnos hasta ahí. Necesitamos buscar las ideas que muevan a México a un nuevo destino, las ideas que permitan encontrar las soluciones que nos conviertan en un país de triunfadores, ya no de derrotados.

México produce cientos, miles de mexicanos que piensan, que buscan la forma de resolver sus problemas pero carecen del apoyo oficial para aterrizar sus ideas. Muchos mexicanos han generado ideas que han cambiado al mundo pero aquí, en nuestra patria, no han encontrado el soporte para hacerlas realidad y han tenido que abandonar su suelo para hacerlas realidad.

Los sueños de muchos mexicanos han cristalizado fuera de nuestra patria, pues uno de los conocimientos más arraigados que tenemos, es que debemos hacer que el que brilla, sea apagado. Eso ya no puede seguir siendo realidad en este México de hoy, que necesita a todos sus hombres.

Urge pensar, urge generar ideas. Pero sobre todo, urge llevarlas a la práctica, que se conviertan en acciones para lograr el cambio que se necesita.

Me gustaría conocer su opinión.

Vale la pena.

José Manuel Gómez Porchini.
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domingo, 11 de diciembre de 2011

La convivencia social.




Para hacer la vida, el hombre ha de juntarse con sus semejantes y así, entre todos, se va construyendo el futuro común que permite lograr los sueños individuales y los colectivos. Así, entre todos, se forja la vida de una familia, de un poblado, de una nación y por supuesto, de la humanidad toda.

Sin embargo, esa vida en común no es gratuita. Se paga un precio por vivir en paz. Ese precio consiste en reprimir algunos impulsos, unos muy primitivos, algunos sofisticados y otros hasta necesarios, pero como se apartan de lo que acepta la sociedad, se deben controlar.

Los controles, los impone la propia sociedad. Y para ello, ha buscado dos formas de control: el formal, que es la utilización de la fuerza de la ley; y, el informal, que son las reglas que nos rigen en la moral, en la religión y en los convencionalismos sociales.

No se puede ni es válido, que el Estado asigne a cada ciudadano o habitante un policía para cuidarlo. Tampoco, que el Estado conozca de todo tipo de conflictos, que no es otra cosa que la conducta desviada de un miembro de la sociedad.

Lo cierto es que sólo aquellos conflictos que no puedan arreglarse por vía pacífica, por la vía de la conciliación y la concordia entre las partes interesadas, algunas veces con la tutela del Estado y otras, cobijadas en organizaciones y formas de control social informal, que le permitan a los miembros de la sociedad, exponer sus quejas, ser escuchados y ahí, dirimir sus diferencias.

Claro, todo lo expuesto es una teoría, es la doctrina en boga y la utopía a seguir para lograr una vida en sociedad plena, satisfecha y sin problemas.

Sin embargo, ¿qué sucede cuando quien tienes frente a ti, te dice de manera frontal y arrogante: hazle como quieras pero no cedo? ¿Qué hacer en el caso de quien sabes está violentando en tu perjuicio un derecho y al hacerlo valer, te dice que él no está obligado a acatar ni a respetar tu derecho?

Sucede lo que ha llevado a nuestro México a donde se encuentra ahora: una indiferencia total de parte de la autoridad, la impunidad absoluta del infractor pues los medios de control formal, la ley y los justiciantes, no son suficientes para hacer valer el derecho de la víctima.

Va Usted, mi querido lector ante el señor autoridad, el que sea, y solicita Usted se haga valer un derecho que es suyo, que Usted sabe le pertenece y que está siendo agraviado por alguien. En el México actual, a pesar de contar con título de abogado, de litigar ante tribunales y de sentirse sabedor de las leyes, es ofensivo el trato que se recibe.

En efecto, acudir ante la autoridad, municipal, local o estadual, como dicen los que creen saber y federal, es lo mismo en su arrogancia y desprecio al pueblo. Si la autoridad quiere atenderle, lo hace. Si no, espérese Usted a los tiempos de la autoridad, que son distintos de los de los mortales que acudimos a solicitar justicia.

En ese desprecio de la autoridad va el precio de su poder. La gente sabe, entiende y comprende que está siendo menospreciada y que no es lo que merece. Tal vez, el castigo sea el voto. Vea nada más cómo le ha ido al PAN y espérese para ver la factura que van a cobrar a los demás partidos y candidatos.

El problema es cuando la convivencia social se rompe, cuando la gente ya no confía en el señor autoridad, sea cual quiera que sea ésta y busca una forma alterna de solución de conflictos. Pero no piense Usted que esas formas que ahora asumen como panacea de todos los males: Justicia restaurativa; Arbitraje; Conciliación; Mediación y todas las figuras jurídicas mal traducidas y mal importadas a México y que a fuerza tratan de implementar en un sistema que no está preparado para manejarlas.

La convivencia social está resquebrajada. La gente no confía en su vecino, no cree en la autoridad y no tolera más al Estado y a los políticos. El orden, la posibilidad de la convivencia pacífica entre los miembros de la sociedad es cada día más ruda, más áspera y más difícil. Pareciera que  se apuesta a resquebrajar por completo la cohesión social.

Lo que sigue, son la asonada, el motín, la rebelión, el levantamiento y las demás figuras que pasan de ser delitos políticos a posturas heroicas, según quién escriba la historia.

Me gustaría conocer su opinión.

Vale la pena.

José Manuel Gómez Porchini.
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domingo, 4 de diciembre de 2011

XVII Congreso Anual PROSESO.





Profesionales en Seguridad Social es un grupo constituido por las más importantes empresas regias, que nombran generalmente a sus jefes de recursos humanos como representantes para integrarlo y que buscan la forma de ir logrando avances en lo relativo a la seguridad social desde el punto de vista integral a favor del trabajador y por supuesto, de la empresa.

Por el peso que representa la organización soportada por las empresas de México que más influyen en el quehacer institucional, es tomada en cuenta por las áreas de gobierno que inciden en sus funciones.

Así, PROSESO ha buscado y ha logrado una muy bien cuidada relación con los directivos y funcionarios del Instituto Mexicano del Seguro Social, que es el organismo gubernamental que más incide en la seguridad social institucional, como ha buscado al INFONAVIT por los servicios que presta a los mexicanos y a cada uno de los demás actores de la seguridad social en nuestro país.

En el marco de las relaciones institucionales que PROSESO ha promovido, aparece que año tras año celebra un Congreso, siempre con temática diferente, siempre desde distintas ópticas y siempre enfocado a lograr una mejor seguridad social en el país.

He podido acompañarlos los últimos años y éste, no habría de ser la excepción.

Empezó el XVII Congreso Anual PROSESO “Derecho y realidades de la Seguridad Social en México” y lo primero, fue la inauguración a cargo del Secretario General de la Federación Nacional de Sindicatos Independientes, el Lic. Jacinto Padilla Valdés. Acto seguido, se entregaron reconocimientos a quienes con su entrega y dedicación, se han ganado el respeto y admiración de sus iguales y también, de los socios de PROSESO. Este año fueron Maricela Flores Rodríguez y Félix Francisco Garza González los laureados.

Y siguieron las conferencias. Cada una parecía ser mejor que la anterior, pero todas competían por la excelencia. En verdad, un verdadero placer escuchar tan magistrales disertaciones.

Entre todos, hubo una que llamó más mi atención y que me impulsó a expresarle mi admiración al ponente, el Dr. Melchor Palomares Cera, de Chihuahua, por la claridad con que expuso la problemática de la seguridad social en el país y más, por la forma en que expresa sus pensamientos.

Sólo me resta hacer llegar desde aquí mi agradecimiento por su generosidad a los integrantes de PROSESO, pues me han aceptado casi como uno más de sus miembros, sin reunir los requisitos. Eso sí, va mi empeño por lograr que nuestro país cambie, por hacer de nuestra patria un mejor lugar para vivir.

En lo que más coincidimos, es en la voluntad de apoyar a México, de pensar que como país merecemos un mejor presente y por supuesto, un futuro promisorio. México debe salir adelante y entre todos podemos lograrlo.

Vale la pena.

Me gustaría conocer su opinión.

José Manuel Gómez Porchini.
Comentarios: jmgomezporchini@gmail.com