sábado, 28 de noviembre de 2009

¿Para qué sirven los sindicatos?

Hoy quiero presentar a Usted un tema controvertido, que ha sido origen de ríos de tinta y que ha satanizado a quienes pertenecen a los sindicatos, sin saber a ciencia cierta de lo que se está hablando.

Primero que nada, debemos puntualizar lo que nuestra Ley Federal del Trabajo define como sindicato, lo que habremos de encontrar en el Título Séptimo, Relaciones Colectivas de Trabajo, en el Capítulo II, precisamente en los artículos del 356 al 359 y que para Usted, me permito reproducir:

CAPITULO II
Sindicatos, Federaciones y Confederaciones
Artículo 356. Sindicato es la asociación de trabajadores o patrones, constituida para el estudio, mejoramiento y defensa de sus respectivos intereses.
Artículo 357. Los trabajadores y los patrones tienen el derecho de constituir sindicatos, sin necesidad de autorización previa.
Artículo 358. A nadie se puede obligar a formar parte de un sindicado o a no formar parte de él.
Cualquier estipulación que establezca multa convencional en caso de separación del sindicato o que desvirtúe de algún modo la disposición contenida en el párrafo anterior, se tendrá por no puesta.
Artículo 359. Los sindicatos tienen derecho a redactar sus estatutos y reglamentos, elegir libremente a sus representantes, organizar su administración y sus actividades y formular su programa de acción.

Es decir, un sindicato lo mismo puede ser de patrones que de trabajadores y nunca se habla mal de lo sindicatos de patrones, que son las Cámaras en que se reúnen los empresarios para la defensa de sus intereses comunes, que tienen instalaciones, que pagan empleados, que son propietarios de vehículos para transportar a sus agremiados, entre ellos, algunos de las marcas más exclusivas del mundo, de esos en los que sólo para recibirte el coche para mantenimiento, te piden las perlas de la virgen, como si fuera carro de líder sindical… que como puede verse, es exactamente lo mismo.

El artículo 359 establece la libertad a los sindicatos de elegir libremente a sus representantes, de organizar su administración y sus actividades y de formular su programa de acción.

Lo anterior significa que nadie ha de ordenarle a un sindicato, ya de patrones, ya de trabajadores, a qué habrá de dedicarse, qué coches comprar, cuánto cobrarle a sus agremiados ni nadie tendrá facultades para vigilar su gasto, pues el dinero que manejan es dinero de sus socios y sólo sus socios podrán exigirle que rinda cuentas. Aplica lo mismo para sindicato de patrones que para de trabajadores.

Por ende, ya sabemos que nadie debe inmiscuirse en los asuntos internos de la vida de los sindicatos, pues nadie está facultado para hacerlo, conforme a la legislación vigente en nuestro país. Y así ha de ser, pues es una simple suma de individualidades que conforme al contrato social planteado por Juan Jacobo Rousseau asumen la protección y defensa de sus intereses, ya patrones, ya trabajadores, ante quien pretenda afectarlos.

El patrón, vigila que no existan robos en sus fábricas y que los obreros se ajusten a lo que establece la ley en su actuar. Es válido y es correcto.

El obrero, vigila que el patrón cumpla con lo que está estipulado en la ley a favor de sus propios agremiados, como sería que se respete la jornada de ocho horas, el goce y disfrute de vacaciones, el pago de aguinaldos, que las horas extras se trabajen y se paguen conforme a la ley y demás situaciones que siempre existen en la vida normal de las empresas.

El problema aparece cuando al obrero se le olvida que hace tiempo, mucho o poco, según sea el caso, otros obreros ofrendaron sus vidas y se colocaron como proscritos, para lograr que lo que ahora deberían disfrutar, se otorgara.

Es decir, hubo una vez un grupo de mineros que promovió una huelga en Cananea para exigir cosas que en su momento fueron calificadas como absurdas: jornada laboral de ocho horas, no al trabajo de los menores, descanso semanal y cosas por el estilo. Ahora, se les recuerda cada día primero de mayo, pero la mayoría de nuestros obreros sólo saben que es el Día del Trabajo pero no la razón de que se festeje. No lo saben.

La huelga de unos trabajadores petroleros produjo como consecuencia el Decreto de Expropiación y por consecuencia, que los bienes derivados del oro negro pasaran a propiedad de la nación.

Otra vez, hubo unos ferrocarrileros que estallaron una huelga en 1958 y lograron cambiar el curso de la historia de nuestro país. Ahora, ya los ferrocarriles se vendieron y su sindicato… su sindicato no tiene ni tuvo los arrestos necesarios, como las legiones romanas, para defender su empresa.

Es decir, los sindicatos, con líderes combativos al frente, han logrado conquistar a favor de los trabajadores, lo necesario para poder vivir con dignidad.

Cierto, no se vale restarle méritos a algunos gobernantes y empresarios que por sí mismos han generado cambios, como la Ley de Riesgos de Trabajo que promulgara Bernardo Reyes en Nuevo León en 1906 antes, mucho antes de que naciera la Constitución de 1917 y por supuesto, mucho antes de que algunos países adopten esa figura, que de hecho, en algunas latitudes aún no se reconoce. No tienen sindicatos, buenos sindicatos. Debe dársele el mérito a un mexicano por haber sido pionero al respecto.

También, algunas de las figuras más avanzadas de la seguridad social se entregaron o establecieron por los industriales del país, por su cuenta, como son la dotación de vivienda de los grandes grupos empresariales del norte de México, la Fundidora ya desaparecida, la Cervecería y otras, que más de un regiomontano vive en una casa de las que se construyeron muchos años antes de que se crearan el INFONAVIT y todas esas figuras, por lo que reitero, no debe escatimarse el reconocimiento.

Sin embargo, también es cierto que a la fecha, muchas empresas se niegan a tener tratos con los sindicatos, que los medios de comunicación satanizan a los sindicatos, que los actores políticos, esos que ya llenaron sus alforjas y aún quieren más, los critican hasta la saciedad y la gente, esa que sólo acostumbra leer los chismes de la farándula, está de acuerdo en que intervengan, fiscalicen, auditen y desaparezcan a los sindicatos.

La pregunta será: ¿Han servido los sindicatos?

La respuesta: Si Usted o alguien de su familia tiene un empleo formal, con seguridad social, con jornada laboral de ocho horas, con pago de horas extras, con reconocimiento de antigüedad, con pago de vacaciones y aguinaldo conforme a la ley, vamos, con lo necesario para que su empleo le proporcione lo mínimo para una vida digna, es porque hubo un sindicato que arrancó esos beneficios.

Ahora bien, si Usted o alguien de su familia es de los que critican a los sindicatos por rateros y corruptos y a los líderes por sus camionetas y todo su boato y lujo pero en su mesa no hay pan, su patrón lo hace trabajar más, mucho más de ocho horas diarias, no tiene acceso a Seguro Social, no le pagan ni vacaciones ni aguinaldo, no genera antigüedad o al final de cada ilegal contrato le liquidan el “tiempo laborado”, es porque Usted no pertenece a un sindicato o si está afiliado a uno, es uno que obedece al patrón, no a los intereses del obrero, así se gaste el dinero en carros y pulseras y relojes de lujo.

Igual, si en su empresa le pagan con vales o bonos o papelitos en lugar de dinero en efectivo, papelitos que sólo puede gastar en las empresas del patrón, es porque su sindicato está coludido con quien debería ser el mejor proveedor del obrero. Es más, ya la Corte decretó inconstitucional que a Usted le paguen con papelitos. Lo equiparó a las tiendas de raya del tiempo de Don Porfirio.

Los seres perfectos no existen. Los líderes perfectos, tampoco. Lo que tenemos que hacer, es encontrar las formas de controlar el gasto de los líderes, no de los sindicatos. Pero de que sirven, sirven.

Voces mexicanas se han pronunciado en ese sentido, como Pablo Franco de la Unión de Juristas de México y muchos otros, principalmente los que se dedican a difundir información en las vías alternas, como todo lo que se maneja por la red de redes o internet, que ha encontrado ahí los espacios que los sectores establecidos han abandonado por desidia.

Y si gusta un mejor ejemplo, busque a James Riddle mejor conocido como Jimmy Hoffa que logró que los salarios de los trabajadores del volante en los Estados Unidos de Norteamérica alcanzaran niveles de decencia. Conste, no vivió en México y usaba sólo carros ostentosos. Pero cambió la historia de los trabajadores en Estados Unidos.

Aquí, seguimos necesitando líderes obreros y sindicatos que defiendan al empleado y por supuesto, estadistas y empresarios que piensen que lo primero, es México, es decir, que México debe salir adelante.

Me gustaría conocer su opinión.

Vale la pena.

José Manuel Gómez Porchini.
Mexicano.

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viernes, 27 de noviembre de 2009

De las formas de encarar los problemas.

Entre los muchos correos que recibo me llegó uno en que se plantean tres problemas diversos y cuando menos dos soluciones a cada uno: una, la que corresponde a quien tiene todos los recursos del mundo, que pretende hacer las cosas conforme al librito, sin pensar que puede existir otra salida mejor.

Otra, la del que carece de todo y sabe que los únicos recursos con que cuenta son su capacidad, sus ganas y su deseo de que las cosas se hagan.

Hoy sólo les planteo el primero de ellos. Los otros están en mi blog VALE LA PENA, del que espero ya tengan la dirección electrónica.

Problema 01.
Cuando la NASA comenzó con el lanzamiento de astronautas al espacio, descubrieron que los bolígrafos no funcionarían sin gravedad (o con gravedad cero), pues la tinta no bajaría hasta la superficie en que se deseara escribir.
Solución a) resolver este problema, les llevó 6 años y 12 millones de dólares. Desarrollaron un bolígrafo que funcionaba: bajo gravedad cero, al revés, debajo del agua, prácticamente en cualquier superficie incluyendo cristal y en un rango de temperaturas que iban desde abajo del punto de congelación hasta superar los 300 grados centígrados.
Solución b) ¿y qué hicieron los rusos? ¡Los rusos utilizaron un lápiz!


Como puede advertirse, los primeros hicieron que un producto, el bolígrafo, funcionara a cualquier costo. Los segundos, los rusos, cambiaron el formato y encontraron una solución lógica, correcta, válida y aceptable.

A veces o casi siempre, conforme los veo actuar, siento que nuestros gobernantes están aferrados a lograr que el bolígrafo funcione, con el SME en contra, con todos los sindicatos en contra, con los patrones en contra, con la población y la sociedad civil en contra, con los campesinos, obreros, militares, religiosos, policías y demás, en contra. Vamos, creo que ya hasta los maleantes, los que tienen declarada la guerra formal, están en contra. Cuando menos, los del comercio informal, están en contra. Se requiere una gran capacidad y tenacidad para lograr tener a la totalidad de la población, en contra.

Es como el caso de aquél que iba escuchando la radio y oyó que el noticiero dijo: “va un loco en contra por el periférico” y nuestro héroe dijo:- ¿uno? ¡Vienen un chorro! ¡Es que el que iba en contra era él!

Así está el Gobierno. Va en contra de todos y de todo.

Que cinco galardonados con el Premio Nobel vengan y te digan que tu trabajo está mal hecho, por amor de Dios, lo que tienes que hacer es tratar de corregirlo. No te aferres a tu error. Eso se llama soberbia y es pecado. Sólo estarás cavando tu tumba.

Si son los impuestos, todos opinamos que no se vale cargarle todo el peso del problema a los pocos, poquísimos causantes cautivos y eso fue lo que hicieron.

Si son los sindicatos, todos opinaron que los problemas internos de los sindicatos son de ellos y nadie, por ningún motivo, puede inmiscuirse. Ya los están tratando de auditar órganos de gobierno cuando la persona moral “sindicato” es ajena, distinta y diversa de sus líderes. ¿Quieren moderar los excesos? Pregunten por las declaraciones de impuestos de los líderes. Si los bienes son del sindicato y están a nombre del sindicato, comprados con las cuotas pagadas por un millón de afiliados, es dinero legítimo, son compras legítimas, de mal gusto, si Usted quiere, pero eso no es lo que está sujeto a revisión, en suma, es dinero y cosas compradas con activos de una persona moral contemplada en la ley y por ende, no puede ser auditada en los términos que proponen. ¿Quieren hacerlo de otro modo? Cambien la ley. Así de fácil.

Si la crítica es contra los empresarios, éstos tienen razón. La culpa no es del indio, si no de quien lo hace compadre. Si la legislación actual permite que se deduzcan de impuestos los donativos y las inversiones y algunas otras cosas y los empresarios, que están para hacer empresas, para emprender nuevos caminos, para emprender nuevas batallas, utilizan esos resquicios legales, el error es del gobierno.

Como en el caso del mal gusto de los sindicatos, lo que se juzga aquí es legalidad, no moral o ética o decencia, que de eso no estamos hablando. Algunos empresarios las conocen y de hecho, presentan Códigos de Ética en sus empresas pero permiten que el que de entre sus trabajadores les roba el dinero a los demás trabajadores siga laborando y que el obrero que se atreve a elevar la voz porque siente que le están robando lo suyo, sea despedido.

Estamos juzgando legalidad, no conciencia, no valores éticos, no respeto a sí mismos y al país. No estamos poniendo en tela de juicio la seguridad de que esos pocos malos empresarios no habrán de saber qué decirles a sus hijos, educados en Europa o en Academias de Estados Unidos o allende nuestras fronteras, el día que les recriminen haber defraudado a sus trabajadores o a los mexicanos, en el caso de que además de ser empresarios, hayan sido políticos. Eso, no es el fin de la presente nota.

Si el Gobierno quiere incrementar la recaudación, obtener el favor y la simpatía del pueblo, a pesar de cobrarles impuestos, si desea conquistar respeto, no comprarlo, pues el respeto, como casi todas las cosas que valen la pena, no se compran con dinero, es tan simple como buscar un lápiz y dejar de gastar en una pluma que no sirve, que no va a servir y que nunca servirá.

Además, los que los ven batallar con la pluma y saben de la existencia del lápiz, están soltando unas carcajadas que hasta yo las escucho.

Créame, ya existe la solución, fácil, lógica, barata, que deja satisfecha a todos, que cambia el rumbo de las cosas, que permite al Gobierno recaudar lo que necesita y más, pero bajando las tasas de IVA e ISR, desapareciendo los bodrios esos IETU, IDE y demás engendros, tratando de no ser grosero al referirme a ellos.

¡Es tan fácil! Si tan sólo hicieran caso…si se dejaran ayudar…

Me gustaría conocer su opinión.

Vale la pena.

José Manuel Gómez Porchini.
Mexicano.

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sábado, 21 de noviembre de 2009

Festejando la Revolución.

Antes, el 20 de noviembre de cada año se festejaba el Aniversario de la Revolución Mexicana, gesta heroica que según aprendimos, nos dio las libertades y derechos de que ahora gozamos los mexicanos.

Sin embargo, al paso del tiempo y de usar la palabra, como que se fue desgastando y se perdió el origen del significado de revolución. Vamos, se perdió hasta la fecha, pues ahora se festeja el tercer lunes de cada noviembre o el segundo martes o el último viernes o algo así. Es más, se festeja cuando se necesita un motivo para día de asueto.

Comentaba en una charla de café ¿qué es una revolución? y las respuestas fueron: un cambio violento, lucha intestina, guerra entre hermanos, modificación de los patrones sociales y otras cosas por el estilo, todas correctas.

La pregunta hoy y es lo que siento ha de movernos, ¿Cuáles son las condiciones a cambiar? ¿Para qué es el cambio? ¿Qué se busca?

Nada más imagínese Usted, mi querido lector, un país en el que los pobres no tengan acceso a seguridad social, a educación, a jornadas laborales decentes, a servicios de agua potable y electrificación, a vías de comunicación, a créditos para empresas y cosas por el estilo. En el que los dueños de las empresas les paguen con “vales” canjeables en las propias empresas del mismo dueño, lo que en buen cristiano se llama “Tiendas de Raya”.

Cierto, siempre hay algunos “ilustrados” que tratan de redimir al pueblo o de buscar un cambio en sus condenas de vida o peor aún, algunos que usan a los pobres como escudo para lucrar en su favor.

Todo eso, además de que el inculto, carente de educación, iletrado, pordiosero, mendigante, paria, “Los Olvidados” según Luis Buñuel, como que huelen mal y no es “nice” tenerlos cerca.

Mejor confinarlos en un área apartada, hacer como que no se ven y si es posible, ocultarlos tras bardas y árboles y muros que los tapen.

La “gente bien” no tiene necesidad de tratar con los “De Abajo”, según Mariano Azuela, al fin y al cabo no producen más que problemas. Son unos verdaderos revoltosos, dice la gente que sabe vivir bien, al estilo francés o cuando menos, según las normas de mercado americano.

También ha de tomarse en consideración, para una revolución, que el Gobierno, al imponer la paz, ha de hacerlo de manera que la gente esté convencida de que es bueno para ellos lo que sugiere “papá gobierno” y no, que exista resquemor entre la sociedad por las afrentas que el propio gobierno comete en contra de sus ciudadanos.

Una sociedad sin prensa libre, con su prensa maniatada, como puede ser “El Hijo del Ahuizote” antes o la Revista “Fórum” ahora, produce que se busquen cauces paralelos a lo formal para desahogar la necesidad de comunicarse, de hacerle saber a los demás integrantes de la sociedad, lo que les está afectando a todos.

Una sociedad en la que el gobierno grava con impuestos absurdos, contrarios a la productividad, como el de las ventanas de Santa Ana o los depósitos en efectivo de ahora, lucha como Robin Hood para quitarse al Juan Sin Tierra que lo afecta.

Una sociedad que sufre día a día, en carne propia, las afrentas de una clase social que prefiere ocultar bajo perfumes franceses y novelas color de rosa o telenovelas, la realidad que huele mal, que hiede, que apesta y que no logra mitigarse por más francés que sea el perfume o de los que ahora se expenden a ciencia y complacencia de las autoridades en el cada vez mayor “comercio informal”, es una sociedad que va a buscar, a la menor provocación, la forma de encontrar, no quién se la hizo, si no quién se la pague.

Un obrero molesto y desesperado que siente, porque el derecho se siente, que le están esquilmando sus derechos, va a irse a la huelga como los mineros de Cananea de 1906, que a la larga se convirtieron en héroes, o como los del Sindicato Mexicano de Electricistas que si bien es cierto tenían buenos salarios, sólo eso, nunca disfrutaron de los increíbles e inmensurables beneficios de la clase dorada o como se les llame a los verdaderos favorecidos con las bondades de la Compañía de Luz y Fuerza del Centro.

Ahora bien, si analizamos el estado actual de las cosas, podremos llegar a la conclusión de que cualquier coincidencia entre la situación del México de 1910 y la situación actual, es mera realidad.

Por tanto: ¿Qué festejamos? ¿Sirve de algo levantarse en armas? ¿Así han de seguir las cosas? ¿Necesitamos otra revolución?

No me gustaría ver a mi país desangrarse, ni con pleitos entre hermanos, ni con luchas intestinas, ni con cambios violentos que sólo van a engendrar más cambios y peores situaciones para todos.

Quiero ver un México unido, fuerte, laborioso, guiado por sus mejores hombres, patriotas, valientes y honestos, auténticos, en una palabra, por alguien que represente a los mexicanos como sabemos ser.

Me gustaría conocer su opinión.

Vale la pena.

José Manuel Gómez Porchini.

Comentarios: jmgomezporchini@gmail.com

lunes, 16 de noviembre de 2009

XV Congreso Anual “La Seguridad Social ante la Recesión Económica”.

Hace ya varios años he tenido la oportunidad de asistir a los Congresos Anuales de Profesionales en Seguridad Social, PROSESO por sus siglas, que son un grupo de mexicanos preocupados por los avances de la Seguridad Social y por supuesto, por las trabas y vallas que el gobierno ha venido instalando en su actuar.

Este año no fue la excepción y asistí, desde temprana hora, conforme a la costumbre de los que, como los de PROSESO, parecen abejitas que laboran desde antes que salga el sol. Por eso ganan dinero, por eso viven bien. Les luce lo que trabajan por que lo hacen con gusto y con pasión, con fervor, con entusiasmo, como buenos regios.

¿Los ponentes? Si bien fueron distintos en sus nombres, fueron lo mismo que otros años. Excelencia en su máxima expresión.

Pero ahora me encontré con una cuestión distinta. Una forma diferente de ver las cosas. He tomado conciencia de lo que significan el trabajo decente y la empresa social, como conozco también, lo que es una organización social en busca de mejores formas de vida. Eso, lo sé por mi formación profesional porque he buscado estar al día en las cuestiones de empleo.

Pero me llamó la atención y mucho, más de lo que Usted, mi querido lector, se pudiera imaginar, que en una asociación formada y derivada de patrones, que en un grupo de excelencia o tal vez por ser un grupo de excelencia, se trajeran a colación los temas más modernos y lo más avanzado que en el mundo existe en cuanto a las formas de pensar la empresa, de creer la empresa, de sentir la empresa.

Imagínese Usted, mi querido lector, que en un Congreso donde en teoría se ha de buscar la forma de lograr ahorros para las empresas, así como la manera de obtener más con menos esfuerzos, se hable de ir en pos de empresas que no produzcan utilidades o que el empresario renuncie a dichas utilidades.

Pero así fue.

Empezamos con que el papel, las hojas, en que se encontraba impreso el material a usar era todo, absolutamente todo, reciclado al cien por ciento y sin demérito alguno. Nos demostraron en los hechos, que el papel reciclado si puede jugar un buen papel en la vida moderna. Explicaron que no se atora en la impresora, que no huele feo y no sé cuántos otros detalles más, detalles de los que yo, ni siquiera había oído hablar. Vamos, pasé de la ignorancia absoluta en el tema a tener conocimiento de la solución a los más finos detalles y problemas del asunto. Una gran diferencia. Además, me lo dieron por escrito y lo entregaron a diestra y siniestra. Como que están seguros de lo que están haciendo.

El primero en hablar fue el Dr. Eduardo Macías Santos, Director de Asuntos Religiosos de Gobierno del Estado de Nuevo León pero igual podría haber tenido cualquier otro puesto. Se refirió al rescate del sistema de pensiones. La currícula del Doctor es impresionante y por supuesto, sabe de todo y más, mucho más, de Seguridad Social. Lo que a mí en lo personal me llenó de orgullo, es que se haya referido a mis libros “MÉXICO DEBE SALIR ADELANTE”, como un esfuerzo serio y como dignos de ser leídos. El autor del elogio es la medida del mismo. Y el Dr. Macías es un personaje.

El Dr. José Lee Hidalgo, Director del Instituto Superior de Estudios Tributarios se refirió a la Seguridad Social en decadencia y presentó un cuadro devastador, una radiografía espeluznante del estado actual del sistema de pensiones y explicó las razones de la quiebra a futuro de dichos sistemas. Y vaya que tiene razón. Yo añadiría que el mundo está poblado por humanos, por pensantes, con ilusiones y con empatías que son capaces de derrotar cualquier pesimismo y también, lo relativo a las pensiones. Cuestión de buscar una nueva forma de manejarlas y le podremos dar la vuelta a la hoja de la desesperanza.

Lo siguiente, fue el video del grupo Copamex en donde explicaron las razones y motivos de los nuevos proyectos de papel y su forma de lograrlos, tratando de ser amigables con el planeta. Muy apropiado.

Continuó en el uso del micrófono la enviada del Infonavit, quien explicó los detalles y nuevas fórmulas que el Instituto utiliza para acercarse a sus clientes, los trabajadores. Y vaya que han desarrollado inventiva.

Antes del receso para la comida, se celebró el panel en el que tuve en honor de participar, junto con el Ing. Ignacio Saldaña Paz, Director de Inversiones Banorte Generali y el Lic. Sergio Méndez Centeno, Director de Inversiones Afore XXI y en el que el moderador lo fue Felipe Espinoza, quien me ha distinguido con su afecto desde hace tiempo.

Había preguntas específicas y fuimos dando respuestas puntuales, cada uno, desde nuestra óptica, por lo que no siempre fuimos coincidentes pero eso sí, siento que hubo buena disposición y rectitud de ánimo, por lo que los presentes disfrutaron de un encuentro de ideas con claridad y de buena fe.

El tema del Ing. Ramón Ruiz fue: “Premios Nobel, Empresas Sociales y el Futuro del Capitalismo”, con una presentación en la que se refirió a la Madre Teresa de Calcuta, al Papa actual, a varios prohombres de la era moderna y a los logros de un sinnúmero de personajes que han logrado un Premio Nobel de Economía desde un punto de vista que va buscando la forma de lograr que el hombre se preocupe por el hombre, ya no sólo por el dinero. Planteó varias empresas de éxito en las que la finalidad migró, de conseguir dinero a conseguir bienestar, lo que es distinto y vaya que demostró, con hechos, que tiene razón.

Entre otros, se refirió a una empresa de tenis que produce unos iguales a los de las principales marcas de éxito en Estados Unidos y que se venden a mas o menos el mismo precio. La diferencia es que ellos ofrecen donar un par de tenis para los niños descalzos de la India por cada par de tenis que les compren en Estados Unidos. Y ya superaron en ventas a todos los demás.

Como que ser gente decente reditúa.

Al terminar la muy brillante exposición del Dr. Huesca, que se refirió a “El Bien Común en el Campo de la Seguridad Social”, ponencia muy interesante, acudí a felicitarlo y estábamos junto a la puerta de acceso al Salón Europa, en Cintermex, ese maravilloso e imponente espacio de Convenciones que orgulloso muestra Monterrey, cuando se acercó a nosotros una persona y le espetó a bocajarro al Maestro Francisco Javier Huesca Formento: -¿Por qué incluye a Dios en sus discursos, en sus intervenciones? El Maestro de inmediato contestó: - Porque tres veces he estado a punto de morir y me he salvado de milagro, no hay otra explicación y por eso creo en Dios.

Obvio, aquello era lo menos apropiado para una conferencia de Seguridad Social, de la que el Maestro Huesca Formento y todos los que intervinieron saben y mucho, pero me llamó la atención precisamente por lo inapropiado de la pregunta. De hecho, yo escuché la Magistral Ponencia y no siento que haya sido una alabanza a Dios, si acaso, lo citó, como pudo haber citado a otra persona.

Y por ese rumbo fue la totalidad de la experiencia, que por cierto, fue aleccionadora.

Siguieron el Ing. Eduardo Sabates Herrera y el Lic. Tomás Natividad Sánchez, que hablaron de Cómo lograr en tiempo de crisis que la Seguridad Social no afecte a la empresa y de las Reformas a la Ley Federal del Trabajo, respectivamente. Sin embargo, con eso de que tenía que ir a la escuela a clases, ya no pude quedarme a oírlos, como hubiera sido mi intención y mi gusto. Ya pregunté y supe que estuvieron más allá de las expectativas.

En suma, un logro más, un nuevo congreso en el que PROSESO rebasa lo que se esperaba, en el que se aprende y por supuesto, una nueva oportunidad de buscar una mejor vida para todos.

Y por supuesto, ahí vamos. Vamos buscando juntos la mejor forma de hacer las cosas, de sacar la vida, de lograr el mejor esfuerzo.

Vale la pena.

Me gustaría conocer su opinión.

José Manuel Gómez Porchini

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domingo, 8 de noviembre de 2009

Dr. Carlos Canseco González.

Dr. Carlos Canseco González.

Trascender implica ir más allá, rebasar los límites de la experiencia posible, lograr que los afanes de vida traducidos en nuestras obras sean recordadas, en suma, conseguir dejar una impresión en la gente, de nuestro ser y hacer.

Eso se logra consiguiendo erradicar una enfermedad de la faz de la tierra o siendo funcionario gubernamental de muy alto nivel o fundando un club de fútbol profesional o bien, siendo el único mexicano que presida un organismo como el Club Rotario a nivel internacional o cosas así.

En esta ocasión vengo a hablarle a Usted de Carlos Canseco González, Mexicano, que participó y dirigió los equipos con los que logró erradicar no una sino dos enfermedades del mundo: la viruela y la poliomielitis; que fue Secretario de Salud en Nuevo León, no una, sino dos veces, en dos sexenios distintos; que participó de manera decisiva en la fundación, no de uno, si no de dos clubs de fútbol profesional: los Rayados de Monterrey y los Tigres de la Universidad Autónoma de Nuevo León; que presidió a los Rotarios a nivel Internacional y consiguió ser reconocido como una Organización No Gubernamental con el peso suficiente para que los países del mundo lo apoyaran es sus cruzadas a efecto de erradicar la poliomielitis y la viruela, enfermedades que tal vez muchos de los lectores no hayan oído nombrar pero que a los que sumamos ya ciertos años, nos tocó ver y saber que alguien cercano las sufría.

Las muletas que acompañaban a los niños de la escuela, con su paso claudicante y sus piernas sin fuerzas, eran un baldón a los hombres, eran un grito de rebeldía y de impotencia que no podía seguir siendo. Y él las eliminó para siempre.

Yéndome a los lugares comunes ya trillados, podría hacer una semblanza de toda su obra y llenar dos, tres o más libros. Así de importante fue su producción y su vida misma. Igual, podría decir que como Catedrático Universitario impresionaba por las anécdotas que contaba, por su corbata de moño y lo muy extenso de sus conocimientos. Entre sus alumnos había la seguridad de que el Maestro sabía lo que le preguntaran y que además, no necesitaba recurrir a los libros. Al menos, así me lo confesó uno de ellos, que por cierto y por modestia, se negó a que revelara su nombre.

Pero quiero ir más allá de lo establecido, de lo trillado, de las frases hechas. Quiero destacar el hecho de que sin ser de Monterrey, aquí se desarrolló y armó su vida.

Efectivamente, el Dr. Canseco siempre se sintió de Tampico, en Tamaulipas, es decir, otra tierra con otros fines y otras necesidades. Viajó a la Ciudad de México a estudiar y al tiempo, se fue al extranjero a perfeccionarse. Cuando regresó, llegó a Monterrey pues consideró que ésta sería la tierra ideal para aplicar lo que había aprendido y aquí ubicó el asiento principal de sus negocios, sin perder nunca de vista la tierra en que creciera.

Y eso es lo que hace grande al hombre.

Aceptar y reconocer que somos ciudadanos del mundo, que lo que un día fue frontera y límites, ahora es el puente, el lazo de unión entre los pueblos y por la humanidad y ya no por Tamaulipas o Nuevo León o México o América se debe luchar, se debe luchar por el mundo, por la aldea global en que nos ha tocado vivir.

Y Carlos Canseco González así lo entendió, cuando luchó por erradicar a la polio de la vida de los hombres, pero no sólo de su tierra, de su Tampico, como lo hubiera hecho uno con estrechez de miras, no, él buscó la forma de hacerlo en el mundo entero y el Club Rotario le proporcionó el vehículo necesario para hacerlo.

Obvio, los homenajes a su persona abundaron en vida, tanto en México, donde recibió Doctorados Honoris Causa por las más importantes Universidades, como en América Latina, donde la Organización Mundial de la Salud lo nombró en 2001 “Héroe de la Salud Pública de las Américas” y a quien la Universidad de Guadalajara propusiera para recibir el Premio Nobel. A ese grado llegaron sus méritos.

Y estamos hablando de una persona que vivió en Monterrey, que viajó siempre a Tampico, la tierra de sus padres y su familia, que en Ciudad Juárez, Chihuahua, se erigió un monumento a su persona, como igual han hecho Puebla, Saltillo, Torreón, Laredo, Tampico, Reynosa y muchas otras ciudades.

Carlos Canseco González trascendió, marcó su ruta en el mundo y existen muchos que siguen sus huellas. Lo hizo en múltiples afanes de la vida, pues también fue regidor del Ayuntamiento de Monterrey… como si no tuviera otra cosa más importante en qué ocuparse.

Pero siempre se consagró a buscar el bien de los demás y obtuvo, a cambio, la maravilla del bien propio. Eso es la vida. Buscar hacer lo mejor que se pueda con los dones que has recibido. Ya los tienes, lo que falta es trabajarlos. Y el Dr. Canseco, los logró al máximo. Ese es otro ejemplo que deja de su vida. Además, el Ayuntamiento de Monterrey ha instituido una medalla en su honor, cada 23 de octubre, a un médico destacado.

Vale la pena.

Me gustaría conocer su opinión.

José Manuel Gómez Porchini.
Comentarios: jmgomezporchini@gmail.com

Esta nota, palabras más, palabras menos, aparece en la Revista Players of Life, en su edición de noviembre de 2009

domingo, 1 de noviembre de 2009

Cambios de diseño.

Las personas y las cosas nos muestran una forma que, a veces, es distinta de lo que en el fondo son.

Es decir, a veces vemos a alguien y nos lo imaginamos de una forma y resulta ser que su verdad es distinta. Otras veces, son cosas lo que observamos y resulta que su utilidad o fin práctico es muy distinto de lo que pudiéramos haber soñado.

Hoy, Nuevo León presenta a los cuatro vientos caras nuevas y al parecer, nuevos estilos de hacer las cosas.

Ha concluido la contienda electoral y los ciudadanos eligieron al mejor, al menos malo o al único que estimaron aceptable. Vaya Usted a saber. Lo único cierto es que tenemos nuevo Gobernador y Alcaldes también nuevecitos.

Algunos de los alcaldes, ya con experiencia en el mismo puesto y ciudad y otros, en el puesto pero en ciudades distintas. A muchos de ellos tuve oportunidad de escucharlos presentar sus planes de trabajo con Ervey Cuéllar, en Vertebra, organización que busca lo mejor para la sociedad.

Los que se fueron, o cumplieron o dejaron las cosas a medias. Ya la Historia y sus conciudadanos habrán de juzgarlos.

Los que van llegando, tienen en sus manos la muy alta oportunidad de formar parte del cambio que México requiere para salir adelante.

Esperamos, todos los mexicanos, que nuestros funcionarios públicos dediquen sus esfuerzos a sacar adelante al país, a buscar lo mejor para todos, a luchar por cambiar, para bien, el estado de las cosas.

Creo firmemente, como la inmensa mayoría de los mexicanos, que ya no es tiempo de que los servidores públicos se sirvan del público. Que ya no es hora de que abusen y lucren con los puestos que tienen oportunidad de desempeñar. Que en defensa propia, por su propia seguridad personal, han de buscar hacer las cosas bien.

Que si el diseño o formato de gobierno ya ha sido rebasado, habrá que cambiarlo. Que si antes, un Director de Policía o Tránsito era lo propio, lo correcto y ahora ya no, es bueno experimentar, en cuanto no se pierda de vista la causa final del esfuerzo: el bien común.

Y sí, en aras del bien común es válido buscar un nuevo diseño en el gobierno, en la forma de hacer y presentar las cosas.

Un día, hace mucho, se pensaba que lo correcto era que los gobernantes dispusieran en su propio beneficio de lo que contenían las arcas de la nación. Hoy no. Un día, fue bien visto que los funcionarios tuvieran amantes, según para demostrar que eran muy hombres. Hoy no. Otro día, era correcto que el gobernante viajara a costillas del pueblo. Hoy ya no.

Entonces, así como las modas cambian, así como los hombres cambian, así cambian también las formas del gobierno, la manera de hacer las cosas, los métodos para presentar al pueblo los esfuerzos del gobernante. Y cuando se busca lograr un buen rostro, una presencia aceptada por la mayoría, que no es precisamente un concurso de popularidad si no la forma apegada a derecho de conducirse, entonces habremos de observar cambios sustanciales en nuestros próceres.

Y si lo logran, si demuestran que quieren cambiar ellos para cambiar, para bien, a México, habrán logrado trascender.

Si su conducta se aparta de un recto proceder, si empiezan a disponer a tontas y a locas de los bienes públicos, tendremos problemas y México, ni está para eso ni lo merece ni es justo.

Algunas veces el ciudadano ha depositado su confianza en candidatos de lujo que una vez que ocupan los cargos, demuestran que fueron buenos en mercadotecnia, es decir, en la forma de vender su imagen pero que a la hora buena, no supieron estar a la altura de las circunstancias.

Otras veces, hemos visto candidatos con tan poco carisma que, sin embargo, a la hora buena, crecen y agigantan su figura hasta alcanzar estatura de líderes reales.

Ojalá los nuevos tengan esa cepa. Que sean capaces de unificar al pueblo en torno a su figura, no en su contra.

Me gustaría conocer su opinión.

Vale la pena.

José Manuel Gómez Porchini.

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