miércoles, 30 de diciembre de 2015

2015. Un año más que termina





José Manuel Gómez Porchini / México debe salir adelante      

Hace apenas un instante, en el tiempo, nos preparamos para darle la bienvenida al 2015. Pusimos nuestros sueños y nuestras esperanzas en que el nuevo año sería el mejor de todos. Hoy, cuando recién acaba, nos damos cuenta que el año fue igual que todos: bueno para los que trabajaron y malo para los que se dedicaron al dispendio de tiempo, dinero y energías en cosas inútiles.

Ahora que 2016 reúne arrestos para llegar, pues a pesar de que lo esperamos con ansia no se decide a llegar, hemos de hacer como todos los años el recuento de lo que se queda y de lo que realmente perdimos. Nos queda la vida, el amor de la familia, la importancia de la amistad y algo de salud. La suficiente para seguir teniendo sueños. Perdimos miedos, dejamos atrás amigos y amores que pensamos que no podríamos vivir sin ellos pero ahora, al paso de los tiempos, nos damos cuenta que todas las heridas cierran con la complicidad de los años, pues entre ellos saben lo que uno necesita.

Nos quedan ilusiones, esperanzas en el futuro y la seguridad de que siempre habrá un mañana mejor. Dejamos atrás los resentimientos, las tristezas y los dolores, pues no caben en el mismo corazón dolor y alegría, tristeza y entusiasmo, resentimientos y la ilusión de ser y hacer más.

Las promesas de siempre, pero ahora sí, con la intención de lograrlas: querer más a los míos; hacer más con menos y buscar como fin último la alegría para todos.

Con eso, 2016 será ¡un año de lujo!

Me gustaría conocer su opinión.

Vale la pena.

sábado, 28 de noviembre de 2015

Enfermedades catastróficas



José Manuel Gómez Porchini / México debe salir adelante              


Frente a las enfermedades que genera la miseria, frente a la tristeza, la angustia y el infortunio social de los pueblos, los microbios, como causas de enfermedad, son unas pobres causas.
Ramón Carrillo

Para escribir esta nota, en la que voy a tratar de referirme a las enfermedades catastróficas, hube de revisar y buscar en diversas fuentes la definición del tema. Sin embargo, encontré que son pocos los autores que se han enfocado al hecho de que existen enfermedades que acaban con el patrimonio, la tranquilidad y la salud del enfermo pero además, generan la ruina de la familia y ponen en graves predicamentos a los sistemas de salud.

Encontré la obra “Respuestas a las enfermedades catastróficas” coordinada por Federico Tobar, publicada bajo el sello de CIPPEC y visible en el enlace http://goo.gl/o1X6UI en la que se hace una disección muy exacta de lo que representan los efectos que hacen que una enfermedad sea llamada catastrófica, que sirven de soporte a esta nota y que a continuación se describen:

1. Alto costo económico. Citando al Dr. Ke Xu, en la obra de referencia aparece que una enfermedad se denomina catastrófica cunado el gasto en ella alcanza o supera el 30% de los ingresos de la familia. Por supuesto, el enfermo es incapaz de afrontar el costo de su propia enfermedad, precisamente por encontrarse enfermo, lo que le hace perder capacidad de ganancia y por ende, de los medios para solventar sus propios gastos.

2. Generan severos daños en la salud de quienes la padecen. En términos generales, se trata de enfermedades crónico-degenerativas o infectocontagiosas, para las que muchas veces no hay tratamiento válido en la actualidad, por lo que los paliativos existentes solamente ocasionan graves daños a la economía del enfermo y sin lograr su cura ni la remisión de la enfermedad.

3. Registran bajo impacto en la carga de enfermedad. Por carga de enfermedad debe entenderse la importancia de un problema de salud en un área determinada, combinando mortalidad y morbilidad. Así, resulta que ni los enfermos de riñón ni los que sufren de corazón o enfermedades como VIH, son un sector suficiente en la población para que los gobiernos asuman los costos, quedando por lo tanto a expensas de lo que cada uno por conducto de los sistemas de salud o de seguros privados, pueda costearse.

4. Su financiación desde el presupuesto de los hogares resulta insustentable. Se ha dicho que las enfermedades catastróficas son una inmensa fábrica de pobres, porque familias que gozaban hasta antes de la enfermedad de alguna pujanza económica, la pierden por completo al tener un miembro de la familia enfermo, tratar de costear los gastos y al final, ver con gran tristeza la muerte del familiar y también, la pérdida de los bienes de familia.

5. Presentan una curva de gastos diferente. En la mayoría de las enfermedades, los principales gastos y costos son al principio de la enfermedad, solo en cuanto aún no existe diagnóstico. Una vez que algún médico ha atinado en el curso de la enfermedad, se toman las providencias del caso y baja radicalmente el costo de medicinas, atención y demás. Sin embargo, en las enfermedades catastróficas, precisamente como el paciente no es logrado estabilizar, en cuanto a su salud, cada día se busca una nueva alternativa y se genera un costo adicional, lo que impacta negativamente en el bolsillo de la familia completa.

6. La mayor parte del gasto se destina a medicamentos. El mayor costo de medicamentos se encuentra en que cada vez se utilizan menos productos de síntesis química y por el contrario, cada día son más de tipo biotecnológico, que hace que sus costos sean mucho más altos.

7. Su cobertura es definida por vía judicial. Han crecido, especialmente en países latinoamericanos, los casos en que la atención se obtiene como resultado de un juicio seguido, casi siempre, en contra de los servicios públicos de salud. En México la Suprema Corte ordenó la construcción de un pabellón especial para atender a los pacientes de enfermedades infectocontagiosas, separada de los pabellones normales, lo que ha impactado en las finanzas del Instituto Mexicano del seguro Social.

8. La protección social de la población frente a las enfermedades catastróficas plantea dilemas de puja distributiva en la financiación sanitaria. Con esto se hace referencia a que para algunas enfermedades, se ha llegado al tope de lo que en ellas podría invertirse, a diferencia de otras en las que aún está en estudio y evolución los tratamientos a ofrecer al paciente.

Por ejemplo, la artritis reumatoide, se trataba solo con antiinflamatorios, con un costo aproximado a los 10 dólares mensuales, pero ahora se han incorporado agentes biológicos, cuyo costo mensual asciende a $3,000 dólares mensuales, cantidad que se aleja por completo de lo que los servicios de salud pueden costear por enfermo. Por ello, a pesar de que existe una forma de tener una mejor calidad de vida para los enfermos de artritis reumatoide, los sistemas de salud se han concretado a continuar con los tratamientos tradicionales de bajo costo.

La suma de todos los factores expuestos, genera un estado de malestar tanto en los administradores de los sistemas de salud como en la familia de los enfermos, pues no existe aún la manera de lograr una cura a la enfermedad y en muchos casos, no habrá. Por ejemplo, los quemados graves, cuyo costo de atención es altísimo, pueden durar mucho tiempo sin una verdadera remisión de la enfermedad y terminar con la pérdida de la vida, a pesar del altísimo costo en horas de atención generado.

Luego entonces, si ya se ha dicho que el único que puede solventar la seguridad social es el Estado vía impuestos generales, la propuesta queda en que la única forma válida de atender a un enfermo de cualquiera de las llamadas enfermedades catastróficas sea vía la seguridad social oficial. Cualquier otra forma de pretender lograrlo es una arrogancia que a nada bueno conduce.

Me gustaría conocer su opinión.

Vale la pena.