domingo, 12 de marzo de 2017

La Ética en los negocios y las organizaciones.


 
José Manuel Gómez Porchini / México debe salir adelante


Hace unos días recibí de Juan Pablo Sandoval, mi alumno, hoy ya catedrático de posgrado y funcionario en una empresa automotriz de primer orden, la invitación para acudir al Campus Saltillo de la Universidad del Valle de México, UVM por sus siglas. En la plática, recordamos que ya son siete años de que tuve el privilegio de compartir con él el aula, precisamente en ese hermoso Campus.

Hoy fue la charla. Lo primero que hice fue explicar por qué no me refería a la Mesa de Honor como Presídium. Y aquí transcribo las razones.

presídium
Del ruso prezidium, y este del lat. praesidium 'guarnición militar'.
Escr. con may. inicial en acep. 1.
1. m. En algunos países socialistas, órgano superior de gobierno. El presidente del Presídium del Sóviet Supremo de la URSS.
2. m. En algunos partidos u organizaciones políticas de ideología marxista, comité de dirección[1].

presidio
Del lat. praesidium 'guarnición militar', 'protección', 'ayuda'.
1. m. Establecimiento penitenciario en que, privados de libertad, cumplen sus condenas los penados por graves delitos.
2. m. Conjunto de presidiarios de un mismo lugar.
3. m. Pena consistente en la privación de libertad, señalada para varios delitos, con diversos grados de rigor y de tiempo.
4. m. Guarnición de soldados que se ponía en las plazas, castillos y fortalezas para su custodia y defensa.
5. m. Ciudad o fortaleza que se podía guarnecer de soldados.
6. m. p. us. Auxilio, ayuda, socorro, amparo.
7. m. pl. Pena de servir forzado en las guarniciones de castillos y fortalezas, que se imponía a ciertos reos. Condenado a presidios[2].

Es decir, ambos términos tienen la misma raíz, “guarnición militar”, lo mismo que prisión, prisionero y otros más. Pero nunca, es aceptada como integrantes de la mesa de honor en una ceremonia cívica, escolar o diplomática. Es decir, el uso cotidiano que se le ha venido dando a esa expresión, es equívoco. Y expliqué que, así como ese, existen muchos otros términos que se dicen significando algo y el receptor entiende una cosa distinta.

Acto seguido y atendiendo al método, que significa el camino que conduce a una meta o a un fin, pues proviene de los vocablos griegos metha que quiere decir hacia o más allá y de hodos, que es camino, en primer lugar, vamos a definir a la Ética y lo hacemos en los términos que utiliza el Diccionario de la Real Academia Española de la Lengua y dice así:

4. f. Conjunto de normas morales que rigen la conducta de la persona en cualquier ámbito de la vida. Ética profesional, cívica, deportiva.
5. f. Parte de la filosofía que trata del bien y del fundamento de sus valores[3].

Antes de esas, aparecen otras tres definiciones que no tienen relación alguna con lo que aquí vamos a comentar.

También habrá que definir negocio y queda así: el término negocio proviene del latín negotium, un vocablo formado por nec y otium (“lo que no es ocio”)[4]. Es decir, se debe interpretar como la negación del ocio.

Ahora, que ya sabemos el significado de ética y de negocio, surgen las preguntas, conforme a la definición: Conjunto de normas morales. ¿Qué es moral? ¿Moral… para quién?

A los abogados se nos inculca, como parte de nuestra formación profesional, que hay cuatro tipos de reglas de conducta que el hombre debe acatar para poder vivir en sociedad: normas morales, normas religiosas, convencionalismos sociales y normas jurídicas.

En mi opinión, son conocimientos que todos deberíamos tener. Ahora bien, a los profanos en las materias de derecho, ¿Quién, cómo, cuándo, dónde, les explican la diferencia entre el bien y el mal y los fundamentos de esos valores?

Es parte del sentido común, podrá decirse. Sin embargo, es vox populi que es el menos común de los sentidos.

Y son conceptos subjetivos. El bien. La bondad. Valor. Justicia. Ética y todos los que así aparecen. ¿Cómo se miden? Al ser términos y conceptos subjetivos, no pueden medirse con las unidades de medida que conocemos. Y ahí pregunté por el valor de una arroba, la unidad de medida. Comenté que es un símbolo que se utiliza desde la Roma antigua para referirnos a once kilos y medio pero que ahora, la gente de informática, la utiliza para las direcciones electrónicas.

Y regresamos al tema. Al punto toral. ¿Qué es ético para el negocio y para la organización? O más bien, debemos partir desde el principio. ¿Qué es ético para el individuo?

En un texto de Alfredo Páez[5] que es en mi poder, aparecen las siguientes aplicaciones del razonamiento ético:

1.- La ética de resultado final se refiere a hacer lo necesario para obtener el mejor resultado posible, incluso mentir.

2.- La ética del deber consta en nunca participar en algo que sea incorrecto o que implique la mentira.

3.- La ética del contrato social se basa en las opciones tácticas de una conducta que es apropiada en la comunidad.

4.- Por último, la ética personal se basa en consultar tu conciencia y decidir si tu necesidad justifica las tácticas de engaño o deshonestas.

Ahora sí, yo me hago la siguiente pregunta: ¿habrá en realidad una ética para cada caso o solo una ética, la que debe regir la vida del hombre?

Es una interrogante que solo podrá ser contestada por cada uno.

Sin embargo, la empresa no puede, nunca, bajo ningún concepto, abusar de la necesidad de la gente de conseguir el sustento diario.

Jamás la empresa ha de someter al obrero a prácticas ofensivas ni a descalificaciones absurdas. El patrón no debe obligar al empleado a que realice prácticas ajenas a sus costumbres, a su tradición, a lo que se estima correcto. Y tiene especial relevancia ahora que han llegado a nuestro país patrones de allende las fronteras, que lo mismo son de costumbres orientales que adoran a dioses y deidades que nos son ajenas. Dice el dicho y dice bien: a la tierra que fueres, haz lo que vieres. Si el patrón llega a esta tierra, ha de aceptar nuestras costumbres.

Y siguió la ronda de preguntas y respuestas, que fueron las que más valor le dieron a la charla. Quedó grabada, gracias al esfuerzo de Joaquín Galván. Ahí terminó la reunión, pero me quedó el sabor que deberá repetirse.

Me gustaría conocer su opinión. Vale la pena.

José Manuel Gómez Porchini
Orgullosamente mexicano.

domingo, 5 de marzo de 2017

El mejor activo de la empresa



José Manuel Gómez Porchini / México debe salir adelante      

Pregunté en clase que cuál era, a su juicio, el activo más importante que podía tener una empresa y las respuestas fueron muy variadas: los clientes; las instalaciones; los trabajadores y así. Sin embargo, la respuesta que yo buscaba y a la que llegamos por exclusión, fue: el compromiso. La realidad de que el dueño cumpla su palabra cuantas veces la empeñe.

Y entonces lo discutimos. Que existen dos tipos de clientes: promotores y detractores. Los primeros, son los que salen satisfechos del trato recibido, pues el bien o servicio que adquirieron les pareció en precio, correcto y el trato fue bueno. Los segundos, son aquellos que se dan cuenta que algo está mal en la empresa, pues les pretenden vender un bien o servicio a precios muy altos, con malos modos, con defectos visibles o con cualquiera de los vicios que hacen que el cliente no quede satisfecho con la operación.

La diferencia es que mientras el primero es raro que salga y comente que le fue muy bien en una empresa, los segundos aprovechan para hablar mal, para despotricar en contra de la institución que hace mal las cosas.

Y aclaro: muchas veces la empresa no está consciente de lo que sucede, de lo que en su nombre se hace, pero el cliente sí y ese es el que va por el mundo regando una noticia.

Luego entonces, el buen nombre de una empresa, el que la gente hable bien de ella, se convierte en el más preciado de sus activos. Podrá tener problemas de efectivo o de suministro, pero mientras el cliente esté satisfecho, mientras la gente le reconozca que cumple su palabra, que es una organización de fiar, estará en paz y a salvo de todo tipo de problemas.

Cuando una empresa seria, que siempre cumple, por cualquier razón tiene un tropiezo y no honra su palabra, la inmensa mayoría de los clientes le van a conceder el beneficio de la duda y le darán la oportunidad de que vuelva a hacer las cosas.

Cuando la empresa tiene mala fama, así entregue en tiempo y forma el pedido, la gente siempre va a decir que algo faltó, por el simple hecho de que no está conforme con la manera de hacer negocios de esa empresa.

Así, siguiendo ese orden de ideas, de repente tenemos que una empresa que tuvo una falla, sigue bien en el ánimo de sus clientes, precisamente porque le reconocen su trayectoria. Ese camino de vida tiene nombre y se llama fama pública. Es la forma en que la empresa reacciona y responde a los retos de la vida. Porque la que tiene buena fama pública, es la que honra su palabra, trata bien a sus trabajadores y cumple sus compromisos.

Y por supuesto, el comerciante individual también tendrá los mismos compromisos y las mismas responsabilidades. Hay gente con la que uno quiere hacer trato y otros a los que nos dicen: ¡a ese, no le confíes ni el bendito!! Es más, si te dice buenos días, voltea a ver el cielo para saber si realmente son buenos.

Hay gente, empresarios y no, que no son capaces de hacer honor a su palabra, que tienen como norma de vida buscar la manera de “sacar ventaja”, lo que tal vez logren alguna vez, pero no lo pueden hacer dos veces y menos, con los mismos.

Esa gente es la que denigra el buen nombre de los mexicanos. Es el vivales que no debe seguir siendo. Es aquél que no conoce de la ética ni su nombre ni la definición, mucho menos el sentido que proporciona a la vida en sociedad.

Vamos juntos a buscar la manera de hacer que la gente toda tenga como premisa fundamental de vida, el actuar de manera apegada a un recto proceder. Tiene como resultados colaterales, mucho mejores ganancias y una forma honesta de vivir. Piénselo.

Me gustaría conocer su opinión.

Vale la pena.