domingo, 14 de junio de 2009

Remembranzas

“La reunión está señalada para las catorce horas del sábado trece de junio de dos mil nueve, a celebrarse en la Quinta ubicada en calle…” Para mí, esa notificación fue suficiente.

Lo comenté con mi esposa y tomamos las providencias del caso. Hicimos lo necesario para tener la tarde libre y nos trasladamos al lugar donde habríamos de reunirnos los que en agosto de mil novecientos setenta y seis ingresamos a la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la Universidad Autónoma de Nuevo León a buscar forjarnos un futuro como abogados, como profesionales del Derecho, muchos de nosotros sin saber a ciencia cierta qué era lo que esperábamos de la vida.

Conste, he nombrado a mi Facultad con su nombre, con el que conocí, amé y sigo amando, a la Escuela en la que aprendí los rudimentos y mucho de lo fino del Derecho, el lugar donde quedó una etapa de mi vida que sólo puedo calificar como exquisita.

Ahora, con edificios nuevos, con pasillos en los que no se puede hacer lo que hicimos y acostumbramos, la veo distinta, pero sé que en el fondo, en los ladrillos que toqué, palpé y disfruté, se anidan por siempre los sueños míos y los de muchos yo que ahí crecimos. Dije muchos yo, no muchos como yo. Lo digo porque nos hermanamos hasta tal punto, que nuestros caminos se han mantenido paralelos y siempre juntos. Todos éramos un solo yo.

Total, los que ingresamos a mi Escuela, los de mi generación, nos reunimos.

Hubo de todo. Uno que al día siguiente habría de participar en un triatlón, que no entendí qué es eso, pues creo que no incluye tomar cerveza, hasta otro que ha concursado para ser Juez y la que contó sus vivencias como madre.

Óscar, gentil y caballeroso como siempre, fue quien me convocó. Marco, el anfitrión, sí se ve distinto a mis recuerdos, pero bueno, treinta y tantos años después, casi ni se le nota. Franco, se comportó haciendo honor a su apellido. Chago, que se nota que disfruta la vida. Mi tocayo, contando unos chistes que de largos, merecían haber sido mejores.

Estaba también Lacho, que según entiendo ahora es un muy importante abogado de empresa, pero que ahí, aguantó “la carrilla” de la raza. Contaron también de uno que es abogado en Moscú, otro en París y otros en lugares que no conozco ni de oídas.

Las muchachas, guapas y hacendosas, como siempre y además, como las recuerdo.

No quiero decir, por caballero, quién de los presentes estaba que no podía mover la espalda, lastimada al tender una cama, según confesión expresa y espontánea del deponente, explicación que no satisfizo a ninguno de los asistentes a pesar de su insistencia en sostener su versión.

Fue tachado su dicho y obvio, fue juzgado por los presentes en términos de ley, de forma sumarísima, pese a sus reiteradas protestas. No valieron sus objeciones.

Pero, ¡Ay de aquellos que desoyeron la convocatoria! Su fama pública y buen nombre quedaron sujetos al juicio del recuerdo y por supuesto, los apodos, las chanzas y bromas y además, los pormenores de yerros, de exámenes y demás, siempre frescos cuando uno no es el protagonista, fueron expuestos ante la carcajada de los contertulios.

Conforme a la definición jurídica de quórum, hubo el necesario para que las determinaciones de la asamblea fueran consideradas válidas y ahí, se tomaron varias que espero habrán de incidir en el rumbo del quehacer de más de uno.

Entre ellas, se emitió convocatoria para una nueva reunión y se señaló el domicilio social donde habrá de celebrarse el evento. Los interesados, favor de comunicarse con el suscrito o con Óscar, que con ese solo dato es suficiente para ubicarlo.

No se puede publicar el lugar, pues podría exceder el número de concurrentes a los que se debe convocar.

Hablamos de los Maestros, recordando anécdotas de uno y otro, pero sí me fijé, con mucho detenimiento y eso, sólo para contárselo a Usted, aquí en privado, que ninguno habló mal de los Maestros. Eso habla muy bien de su función y desempeño y además, refleja lo que en las aulas aprendimos. Respeto y cariño hacia el Dr. Montemayor, a mi Maestro Marco Antonio Valenzuela, a Don Alejandro Garza Delgado, que nos daba Derecho Romano a las siete de la mañana, a todos, de todos, por todos, hubo las mejores expresiones.

También, se habló de los que nos han sacado ventaja en el viaje sin retorno, esa fue la parte triste. Pero en fin, la vida sigue. Y uno va sembrando en vida para que los que se quedan, cosechen en nuestro nombre. Del que sembró afecto, se recogió amor. Del que sembró discordia, se recogieron tempestades.

Cayó la noche, nadie hacía caso a la música pese a que estaba apenas audible o precisamente por eso, pues la charla la opacaba. Nadie hacía caso a la carne asada, que en otras partes es la principal protagonista y ahora, sólo sirvió para poder seguir con más fe y entusiasmo en la tertulia.

Hubo poco alcohol. ¿Para qué, si embriagarse de recuerdos es la mejor forma de hacerlo?

Hubo sueños que aún no cristalizan pero que vamos por ellos. Y sí, yo soy materia dispuesta.

Faltaron muchos, esperamos que la siguiente notificación surta efectos en términos de ley y todos comparezcan, sin hacer valer defectos o vicios del procedimiento ni tampoco, se hagan valer recursos que serán desechados de plano y sin ulterior instancia.

Para eso tenemos un tribunal formado por los comparecientes, que no debe sujetarse a formulismos pero que resuelve a verdad sabida, buena fe guardada y apreciando los hechos en conciencia y por supuesto, sin que proceda queja alguna en contra de las determinaciones asumidas.

Los asistentes, quedan absueltos.

Los ausentes, serán condenados.

Un abrazo a todos.

Me gustaría conocer su opinión.

Vale la pena.

José Manuel Gómez Porchini.

Comentarios: jmgomezporchini@gmail.com
www.mexicodebesaliradelante.blogspot.com/


Monterrey, N.L., 14 de junio de 2009.

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