miércoles, 20 de mayo de 2009

Los Tigres… o lo que queda de ellos.

A trabajo igual, igual salario.

Uno de los principios del derecho laboral, establece que a trabajo igual, debe corresponder igual salario. Sin embargo, la regla se rompe cuando se trata de figuras del espectáculo o deportistas, pues no es lo mismo lo que puede cantar, bailar o jugar una u otra persona.

A lo largo de los tiempos, todos hemos podido ver la forma en que han desarrollado sus carreras diversas figuras del espectáculo, es decir, aquellos que viven de ofrecer al público, sus actuaciones, ya como cantantes, ya como bailarines, otros como músicos o deportistas.

Es decir, existen muchos que a pesar de que el esfuerzo que desarrollan se supone igual al de otros, su paga es mucho mayor por que por alguna razón, de índole estrictamente personal, sus resultados son inmensamente distintos de los de otras personas.

No es lo mismo que Usted o yo tomemos un balón y tratemos de jugar menos de dos horas cada sábado o domingo, a que lo tome Pelé, Maradona o algunos astros como el joven Giovanni Dos Santos, de escasos 18 años y que ya figura como figura del Club de Fútbol Barcelona y de la Selección Nacional.

Ojalá todos pudiéramos dedicarnos a la práctica de un deporte como medio de ganarse la vida, pero claro, con los salarios que perciben los grandes astros.

Un cantante, si es responsable, sabrá que le afecta la garganta ingerir hielo, por lo que lo evita, como el pianista sabe que necesita practicar a diario para mantener el nivel al que acostumbra a su público.

Igual, los deportistas profesionales, es decir, quienes han hecho del deporte una forma de vida, están obligados a entrenar, en el deporte que sea, lo suficiente para mantener el nivel que sus seguidores le exigen.

Hoy voy a dedicar estas líneas a quienes portan lo que algún día fue el orgullo de la Universidad Autónoma de Nuevo León: Los Tigres.

Recuerdo cuando se alcanzó el campeonato y el entonces rector Luis Eugenio, encabezó la marcha del triunfo con los miles de seguidores, la mayoría, orgullosos universitarios, pues el equipo era de la Universidad, de nuestra Universidad.

Ahora, si bien se siguen llamando Tigres, si bien siguen jugando en el mismo estadio, si bien son los mismos fieles seguidores los que los han seguido acompañando, ya no tienen la mística que implicaba ser parte de un todo, ser parte de la Universidad.

La principal empresa que los patrocina, no tiene puesta en los Tigres la necesidad de triunfo, pues sus triunfos son de otra índole, son económicos y cierto, son empresarios y tienen razón, pero los fanáticos que llueva o truene los acompañan, no entienden de pesos y centavos.

Entienden de actitud, de coraje, de garra, de amor a la camiseta, de vergüenza, de orgullo profesional y eso, está muy lejos de lo que los Tigres son actualmente.

Cierto, los jugadores, técnicos y directivos cobran salarios muy elevados, que en nada se asemejan a lo que podría cobrar un mortal carente de las facultades deportivas que se supone los reviste, pero que en la práctica, se alejan por completo de los resultados esperados. No practican, se cansan en los juegos, les dan calambres, llegan tarde a los entrenamientos.

Quisiera poder dedicar esta nota a mi hijo Daniel para decirle que los Tigres, los que él ha aprendido a amar, son un conjunto universitario con mucho empuje, con muchas ganas de hacer las cosas, con hambre de triunfo.

Quisiera, pero no puedo. Lo cierto es que el equipo está lejos, muy lejos de aparecer siquiera como un grupo mediocre de deportistas. Ya no un equipo, en términos de sociología, si no tan sólo un grupo de aficionados. Están en la parte final de la tabla de puntuación y van enfilados al descenso.

Mi hijo se ha tomado fotos con uno y otro, ha seguido los partidos, tiene los abonos, las camisetas, la revista oficial, los autógrafos, no se pierde los partidos y créame, me duele verlo regresar después de cada derrota. Y así debe estar la mayoría de los aficionados.

Bueno, ¿Y los jugadores? ¿Y los directivos? ¿Y los del cuerpo técnico? Esos siguen cobrando salarios que no responden al principio jurídico anotado, de a trabajo igual, igual salario.

Creo que en el caso de los Tigres, con los resultados que han obtenido, deberían pagar por jugar en ese equipo. No se merecen lo que cobran.

Además, los Tigres son universitarios y el Estadio también. Allá los señores de pantalón largo que arreglen sus diferencias y que le devuelvan a mi equipo su mística, su garra, su empuje, sus arrestos, su coraje.

Me gustaría conocer su opinión.

Vale la pena.

José Manuel Gómez Porchini.

Comentarios: jmgomezporchini@gmail.com

Mexicano.
Abogado.
Egresado de la Universidad Autónoma de Nuevo León.




Un bulto de cemento.

Corre el conocimiento entre la sabiduría popular, que es la forma más sabia de saber, que si algo tiene cola de pato, camina como pato, hace como pato, es pato.

Es decir, en la forma encontramos muchas veces la sustancia, que es lo que da vida a las cosas y a las personas. Viene a cuento lo dicho, precisamente porque hace unos días, el equipo que es propiedad de una compañía cementera, Cemex, pero que sigue llevando el nombre de la Universidad Autónoma de Nuevo León, mi universidad, mi Alma Mater, los Tigres, han estrenado la nueva camiseta de “gala”.

Parece que la esa camiseta, la nueva, la de gala, -que por cierto no sé que vayan a festejar para vestirse de gala-, tiene el color de los bultos de cemento.

Si la ven de lejos, lleva el nombre de la cementera, tiene el color del bulto de cemento, inclusive, la forma del dicho bulto y además, representa algo fuerte, rígido, estable, sin movimientos, cuando menos, no aparentes, vamos, parece un saco de cemento, inanimado, inerte, sin vida. Si la ven de cerca, los que portan esa camiseta, que lleva el nombre de la cementera, parecen fuertes, están rígidos, estables, sin movimientos, vamos, parecen sacos de cemento, inanimados, inertes, sin vida.

Como con mucha apatía, palabra que tiene muchos sinónimos, algunos inclusive, mal sonantes.

En un rinconcito, como apenado, aparece un pequeño recuadro con los colores de la Universidad Autónoma de Nuevo León.

Como que el bulto de cemento se apena de los colores azul y oro.

Acepto, admito, reconozco y admiro que el dueño de Cemex es un hombre visionario, que sabe hacer negocios, que se distingue de los demás por estar acostumbrado a triunfar, que sabe lo que hace y por supuesto, como dueño de “su” equipo, tiene todo el derecho del mundo de vestirlo de los colores que guste.

Eso, no está sujeto a discusión. En lo que quiero llamar la atención de Cemex es que no sólo se debe hacer negocio, ni siempre el dinero es el mejor aliciente para obtener triunfos.

Existen las que se denominan “caricias psicológicas”, que son cuando el dueño, el hombre importante en la empresa, quien lleva las riendas, el que puede, se acerca contigo, simple mortal y te dice que está satisfecho y orgulloso de tu trabajo. Que el superior reconozca tu esfuerzo, no lo hace menos a él, pero a ti sí te hace más.

Te hace rendir el doble, te hace sentirte parte del equipo, te vuelve un fanático de los colores que defiendes, vamos, te hace un convencido de que lo que estás haciendo, es lo correcto.

Lamentablemente, tanto en el fútbol como en muchas cosas de la vida, quien está acostumbrado a hacer su voluntad, espera que los demás adivinen sus necesidades y olvida demostrarles su afecto.

Otras, confía en subalternos que, por estar cerca del jefe, se sienten más importantes que el propio dueño y omiten transmitir lo que el hombre importante quiere.

Ojalá, por los Tigres, por nuestra plaza, por Usted, por mi Dany, por mí, que los jugadores que cobran y mucho, entiendan la diferencia entre ser parte de un grupo y formar un equipo.

Que un grupo es una reunión de individualidades luchando cada uno para sí, sin empatía alguna con los demás, con un gran egoísmo y sí con deseos de lucro y que un equipo, es la suma del esfuerzo de todos los integrantes para hacer crecer lo que representan.

Que en un equipo, existe el sacrificio de algunos para que los demás completen la jornada.

Que en un equipo, existe entrega, ganas de triunfo en conjunto, deseos de destacar todos y no cada uno en lo individual.

Vamos, que en un equipo, el líder es el más orgulloso de portar los colores que defienden, no uno que viene a imponer un color diablo que ya tienen patentado otros.

Tal vez, mi nota no sirva para nada. Tal vez, nadie opine igual que yo.

Tal vez, debería remitirme a lo palpable, a lo que existe, a lo que cualquiera puede ver y revisar, sin necesidad de estudios profundos.

Por favor, pase frente a las instalaciones de Cemex por la calle Ruiz Cortines y hágame saber si Cemex, una de las empresas cementeras más importantes de América Latina, tiene en orden su calle, si tiene barrido el frente de su casa, si tiene la cara limpia para mostrarla al vecino.

Debería ser la más bonita de la ciudad. Sin pozos, sin grietas, con descansos, con pasos a desnivel, con alumbrado, vamos, que pareciera de primer mundo, digna de una empresa de clase mundial.

Ojalá no tuviera yo razón.

Me gustaría conocer su opinión.

José Manuel Gómez Porchini.

Monterrey, N.L., diciembre de 2007.

Comentarios: jmgomezporchini@gmail.com

Mexicano. Abogado.
Egresado de la Universidad Autónoma de Nuevo León.

2 comentarios:

  1. Lic. Aqui le dejo mi granito de arena, soy de Chiapas, y no soy aficionado de Tigres, pero si realmente me da una gran tristeza que un equipo con la mejor aficion de todo México, no responda en la cancha, ojala tubieran mas responsabilidad moral para sacar al frente a esta institución magnifica, sus comentarios como ya se esta volviendo costumbre, son hagalador, son muestra de gente que quiere salir adelante, y quiere siempre lo mejor para este país, enhorabuena Lic. Porchini. Desde Chiapas, lo saluda su amigo.
    Alvaro Hernàndez

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  2. Por aqui dejo mi granito de arena, no soy aficionado de Tigres, pero si me da coraje que una de las mejores aficiones de México, le sucedan cosas como las que pasa con los equipos de Monterrey, ojala los integrantes del equipo, se pusieran la verdadera camiseta y empiecen a jugar.
    Como siempre, Sus notas, son estupendas, por tal motivo, hago este comentario, pues desde que sigo su pagina, estoy atento a lo que sube, es una persona excelente, ya que busca lo mejor para el País.
    Su amigo de Chiapas.
    Alvaro Hernández.

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