Conforme va creciendo la gente se va dando cuenta que hay de golpes a golpes, que hay unos que duelen apenas un momento y otros, que te hacen llorar por días. Que algunos golpes te regresan a la misma situación que tuviste hace muchos años o a una peor.
La diferencia estriba en que algunos son al cuerpo y esos, dejan de doler en un rato. Otros, son al alma y pueden durar mucho. Los que son al bolsillo, son los que no se pueden paliar o mitigar.
Imagínese nada más a un padre de familia que trata de sacar a su familia de la crisis y de repente, la gran empresa que le vende el agua o el gas o la luz o cualquiera de sus suministros básicos aumenta sus costos un veinte o un treinta por ciento cuando a él su salario se lo aumentan sólo un cuatro por ciento.
O que pretenda pagar sus impuestos, para estar dentro de la ley y que “lolita” no lo moleste y resulta que además de habérselos aumentado, ahora le ponen más trabas y problemas, lo que implica que ahora pague un contador que cobra como si contara con un ábaco de oro, que de todas formas no le garantiza que su declaración satisfaga al gobierno.
O que vaya Usted a pagar la famosa “tenencia”, un impuesto para solventar los juegos olímpicos de 1968 y resulta que se duplicó pues los costos de su coche se incrementaron para Hacienda, no para el mercado, donde bajó de precio.
Esos golpes son los que más daño hacen, los que más duelen y son los que más seguido le dan al ciudadano.
Lo que van a conseguir los que los proporcionan, es que la sociedad decida un día ya no aguantar y entonces tendremos una situación fuera de control que a nada bueno habrá de conducir.
Más o menos podríamos comprender que algunos empresarios voraces y sin sensibilidad social incrementen sus precios de manera desorbitada… más o menos, pues se supone que lo que está en boga son las empresas socialmente responsables.
¿Pero el gobierno? ¿Por qué, si se supone que el gobierno es la propia sociedad organizada, incrementa así sus precios? Algo está mal y puede ser la forma en que gasta… así como la forma en que recauda sus ingresos.
Los gastos, será cuestión de que cierre la llave de egresos, que baje el costo de lo que está comprando, incluyendo los salarios de espanto que ganan sus funcionarios y ahí recuperamos una gran parte.
Los ingresos, ese tema lo dejamos para mejor ocasión, pues ahí tenemos una propuesta formal para incrementar la recaudación casi al doble sin afectar a nadie.
Me gustaría conocer su opinión.
Vale la pena.
José Manuel Gómez Porchini.
Comentarios: jmgomezporchini@gmail.com
La diferencia estriba en que algunos son al cuerpo y esos, dejan de doler en un rato. Otros, son al alma y pueden durar mucho. Los que son al bolsillo, son los que no se pueden paliar o mitigar.
Imagínese nada más a un padre de familia que trata de sacar a su familia de la crisis y de repente, la gran empresa que le vende el agua o el gas o la luz o cualquiera de sus suministros básicos aumenta sus costos un veinte o un treinta por ciento cuando a él su salario se lo aumentan sólo un cuatro por ciento.
O que pretenda pagar sus impuestos, para estar dentro de la ley y que “lolita” no lo moleste y resulta que además de habérselos aumentado, ahora le ponen más trabas y problemas, lo que implica que ahora pague un contador que cobra como si contara con un ábaco de oro, que de todas formas no le garantiza que su declaración satisfaga al gobierno.
O que vaya Usted a pagar la famosa “tenencia”, un impuesto para solventar los juegos olímpicos de 1968 y resulta que se duplicó pues los costos de su coche se incrementaron para Hacienda, no para el mercado, donde bajó de precio.
Esos golpes son los que más daño hacen, los que más duelen y son los que más seguido le dan al ciudadano.
Lo que van a conseguir los que los proporcionan, es que la sociedad decida un día ya no aguantar y entonces tendremos una situación fuera de control que a nada bueno habrá de conducir.
Más o menos podríamos comprender que algunos empresarios voraces y sin sensibilidad social incrementen sus precios de manera desorbitada… más o menos, pues se supone que lo que está en boga son las empresas socialmente responsables.
¿Pero el gobierno? ¿Por qué, si se supone que el gobierno es la propia sociedad organizada, incrementa así sus precios? Algo está mal y puede ser la forma en que gasta… así como la forma en que recauda sus ingresos.
Los gastos, será cuestión de que cierre la llave de egresos, que baje el costo de lo que está comprando, incluyendo los salarios de espanto que ganan sus funcionarios y ahí recuperamos una gran parte.
Los ingresos, ese tema lo dejamos para mejor ocasión, pues ahí tenemos una propuesta formal para incrementar la recaudación casi al doble sin afectar a nadie.
Me gustaría conocer su opinión.
Vale la pena.
José Manuel Gómez Porchini.
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