lunes, 19 de enero de 2009

Del valor de la familia.

Ahora que en nuestro país se celebra a la familia, se imponen algunas reflexiones.

La familia, como la conocimos algunos de nosotros que ya hemos visto pasar muchas hojitas del calendario, estaba integrada casi siempre, por el Papá Grande, la Mamá Grande, que ahora se llaman abuelos, algunos tíos y tías, generalmente solteros o viudos, algún hermano de los padres, los padres, los hijos y casi siempre, algún primo que por alguna razón ignota, tenía que vivir en la casa.

Obvio, las casas eran grandes, con cuartos que alcanzaban dimensiones de lo que ahora es una casa de interés social, íntegra.

Con el advenimiento de los nuevos tiempos, con el descubrimiento de nuevas medicinas y técnicas que controlan la natalidad, con las facilidades otorgadas por la banca comercial y de apoyo a quienes desean comprar una casa, en suma, con los cambios torales dados en la forma de administrar la vida, empezó a mutar de manera decisiva todo cuanto gira en torno a la familia.

Empezaron los divorcios, algo que en los albores del pasado siglo era muy mal visto, hasta el punto de que en todas las casas y todas las familias existen cuando menos uno o dos hijos divorciados, cuando la regla era que cada uno tenía que soportar la cruz que le había tocado.

Claro, ahora se puede decir, que existe libertad de elección y de decisión, cada vez más informada, respecto de la forma de vida que se desea.

El quid del asunto y lo que entiendo ahora se pretende restablecer, es que el entorno de quienes ocupan un lugar en el mundo sin haberlo pedido, los hijos, no deben ser culpables de los errores y horrores de los padres.

Los ejemplos de heroísmo a cargo de los padres, tanto padre como madre, a favor y beneficio de los hijos son innumerables. El sacrificio de los progenitores por sus hijos no tiene parangón con ningún otro ejemplo. Hasta las bestias defienden a sus crías. Baste ver a la leona herida protegiendo su cachorro. Y pensar que algunos padres maltratan a sus hijos…

Pero ya estoy divagando.

Lo que trato de dejar claro, querido lector, es que es altamente loable la propuesta para festejar la existencia misma de las familias.

El padre, a pesar de lo dispuesto por nuestra Constitución Política, en la parte en la que decreta la igualdad de los hombres y las mujeres, sigue siendo soporte, tanto en lo económico como en el ejemplo a los hijos, de lo bueno y de lo malo.

La Madre, ese ser a quien tantas loas han cantado los poetas, sigue siendo quien es poseedora del bálsamo que lo mismo cura una herida en el dedo, que un corazón roto, ambas, con sólo un beso.

Luego entonces, siendo necesarios ambos en el seno del hogar, que hemos visto ha venido cambiando por la misma dinámica de los tiempos actuales, debemos pugnar por que los hogares permanezcan unidos.

De ahí que me sume a la celebración en honor de la familia.

Ahora bien, la mejor forma de demostrar a la familia lo importante que es para nosotros, es precisamente haciéndoles ver, a cada uno de nuestros padres, hermanos, hijos, cónyuges y demás, lo importante que son para nosotros.

No diciéndoles frases huecas, sin sentido y con mucho afán comercial.

Demostrando, con hechos, que nos importan. Por lo pronto, a cada uno de su familia trate de darle, cuando menos, un abrazo y un beso diario.

A más de uno va a sorprender. Y se lo van a agradecer. Se lo prometo. Hace mucho que yo trato de hacerlo, siempre.

Vale la pena.

Me gustaría conocer su opinión.

José Manuel Gómez Porchini.

1 comentario:

  1. me encanto su propuesta del beso y el abrazo...
    me parese que la funcion de la fam es importantisima en nuestros tiempos de ella parte toda nuestra sociedad hay que empesara a valorala como lo que es:
    la base de la sociedad

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