domingo, 19 de diciembre de 2010

¡Viene 2011!



México, nuestra casa común y el mundo, están pasando por unas épocas de grandes cambios. Las crisis, que a pesar de ser la culminación de un deterioro paulatino, de pronto pareciera que son el estado natural de la sociedad, han provocado transformaciones.

Instituciones fundamentales para la vida en sociedad como la Iglesia, el matrimonio, el propio Estado y su representación, el Gobierno, han sufrido golpes muy fuertes.

Los medios de comunicación, por siempre sujetos a unas cuantas voluntades, de pronto han perdido sus controles y ahora cualquiera publica y se da a conocer en el mundo entero gracias a esa maravilla que es la Internet.

Las universidades y los centros educativos, tan propios en sus formas y siempre tan de avanzada, han sido superados y rebasados por los alumnos que no conocen límites, que, como nunca han sabido que “no pueden”, dan por hecho que sí pueden y por tanto, logran las cosas.

El mundo no es el mismo, aquél tan bonito en que ya sabíamos de antemano lo que habría de suceder, que no había sorpresas, que todo estaba bajo control y que hasta el ganador de las elecciones presidenciales era conocido desde antes de que se dieran, ya no existe.

¿Ahora? Ahora no puede uno atinarle a nada. Que esto no va a pasar y ¡zas!, al día siguiente es un hecho. ¿Aquello? Eso no sucede y sucedió. Todo lo que sabía de algo quedó reducido a la nada con un nuevo descubrimiento que cambia de raíz todos mis saberes.

Y así, aún sabiendo todo eso, pues ahora ya no creo que no lo sepa, el 2011 viene. Se atreve a venir. Y vuelvo a las andadas.

Si los años anteriores he podido comprobar que el nuevo llega y, a veces, trae tristezas del alma, casi siempre, vienen regalando esperanzas.

Un bebé… lo más sublime de la creación. Siempre son bien recibidos y siempre son una bendición. Un hijo que obtiene un título… que tal vez ya no sea la panacea de todos los males pero que aún sigue teniendo un valor, cuando menos, para gritarlo a voz en cuello. Un nuevo empleo o una nueva pareja o algo nuevo, la propia nueva esperanza es suficiente.

Y así viene el 2011. Con la esperanza de que todos podamos tener un poco más de la vida, de que todos logremos salir juntos de las desesperanzas en que estos años pasados nos han sumido.

Que ahora que la vida o el Niño Dios o quien Usted crea, ha considerado que nos merecemos una nueva oportunidad, un nuevo año, lo aprovechemos.

Que sólo de pensar que existe un nuevo día y ahí estemos, para poder despertar, deberíamos de usarlo para agradecer, no para reclamar; para disfrutar, no para sufrirlo; para perdonar, no para guardar rencores; para brindarnos, no para esperar halagos. Que este 2011 se dé cuenta que hemos aprendido y que nosotros también podemos cambiar, como ha cambiado la vida, como han cambiado las circunstancias.

Que a 2011 le quede claro que vamos por un mejor futuro, que si bien las cosas ya no son predecibles como antes, si queremos, podemos hacer que el que viene, sea el mejor año de nuestras vidas, cuando menos hasta ahora.

Que cada vez que empecemos un nuevo día o un nuevo año, lo hagamos con mucha fe en nosotros mismos, con la ilusión de que somos más los que queremos que las cosas sean buenas y que siempre, siempre, habrá en nuestros corazones amor para dar. Que eso, no lo han logrado cambiar ni los años ni las penas.

Cuando menos, eso siento yo. Eso quiero y espero para mí y eso deseo para Usted, mi muy querido lector.

Que el día y el año que están por comenzar, los reciba como un presente, como su presente, como un regalo de vida que sólo Usted ha de llenar con tristezas y sufrimientos o con la alegría de hacer las cosas con amor.

Me gustaría conocer su opinión.

Vale la pena.

José Manuel Gómez Porchini.

Comentarios: jmgomezporchini@gmail.com    


1 comentario:

  1. Muchas gracias por tus buenos deseos hacia tus lectores! Esperemos que el 2011 traiga muchas buenas noticias! Feliz navidad y próspero año nuevo 2011 !!

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