lunes, 22 de febrero de 2010

Un profeta en su tierra. Irene Ruedas Sotelo.

Irene Ruedas Sotelo ha escrito para ella y para los demás, Las Cosas Juzgadas. Lo que ya pasó, lo que ya fue y que ha quedado como verdad cierta.

Es un libro en el que relata su historia, sus andanzas por el mundo y su muy particular forma de vivir la vida. Me consta que ha tratado de vivir plenamente, a pesar de contratiempos que ahora, cuando las cosas han sido juzgadas, se desvela que algunas, no valían la pena.

Y ha tratado de mostrar su verdad a los cuatro vientos, de gritar su lucha, su afán por destacar con todos los pesares en contra: a pesar de ser mujer, a pesar de estar sola, a pesar de no sé qué más pesares, muchos de ellos falsos.

Y ahí radica su valor como documento, como verdad, como reseña de una vida que ha logrado grandes alturas y ahora, ante su gente, ante su pueblo, en su propia casa, Zacatecas, presenta la Tercera Edición de Las Cosas Juzgadas. Y lo hace como ha hecho muchas cosas en su vida: de lujo.

Y eso, mi querido lector, es parte de mostrar al mundo que la gente ha triunfado en la vida. No el triunfo interno, el que vale, el que día a día nos vamos construyendo cuando nos aceptamos como somos y tratamos de mejorar, pues cada paso a lograrlo en un triunfo, una victoria interna que sólo quien la vive sabe lo que vale. No, me refiero al triunfo que la sociedad exige a sus miembros, al que los cánones sociales ordenan, al que se consigue cuando todos te reconocen como triunfador, lo que es una de las cuestiones que más nos cuesta a los mexicanos: reconocer el logro ajeno, aceptar que alguien ha conseguido una victoria.

Ese tipo de triunfo es el que ahora celebra Irene, cuando ante su gente, en su Zacatecas que tanto quiere y presume, me consta, tiene el orgullo de presentar su texto por conducto de dos plumas de la más elevada calidad: el Lic. Jaime Santoyo Castro, y el Dr. Ramón Durón Ruiz, el Filósofo de Güemez.

Sé de clara manera que esta nota es parcial totalmente. Es decir, carece de objetividad. No puede ser de otro modo, pues mi cariño por Irene, mi amistad de largo tiempo con Ramón, me impide encontrar defectos. No puedo ser objetivo si yo soy parte de esa Tercera Edición, si yo vi la forma en que se armó y participé del nacimiento en la Editorial Elsa G. de Lazcano, S.A. de mi amigo Omar Lazcano de esta Tercera edición que ahora pone Irene en sus manos.

Además, al Maestro Santoyo, a quien aún no he tenido el placer de conocer personalmente, sé de él por Irene, por sus obras y por sus notas, lo he leído y he sabido de la forma en que pretende hacer de este mundo, uno un poco mejor. Sé que busca un nuevo México más fuerte y más vigoroso y que lo hace pluma en mano y con una gran sapiencia en el derecho, oficio en el que destaca.

Con esos antecedentes, ¿cómo no ha de ser Irene Ruedas Sotelo profeta en su propia tierra?

Me gustaría conocer su opinión.

Vale la pena.

José Manuel Gómez Porchini.
Comentarios: jmgomezporchini@gmail.com

2 comentarios:

  1. Yo,que te conocí siendo un adolescente, sabía que serias un triunfador y no me da vergüenza reconocer tus logros y el de Irene en este difícil arte del estudio del Derecho.

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  2. Edith Mercedes: Gracias, muchas gracias por tus palabras.

    No tengo más que decir, que gracias.

    José Manuel

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