Cada día voy conociendo más y más gente que se siente ajena a la forma en que se atienden los problemas de nuestra patria. Cada día escucho más reclamos de que algo se debe hacer para cambiar el estado actual de las cosas.
Mucha, de esa gente, es buena y sabe que no puede seguir así pero sabe también, que ése es el estado actual de las cosas, las reglas del juego vigentes y que así ha de jugarse.
Obvio, partiendo de los más nimios detalles, como el no tirar basura a la calle, no rayar las paredes y cosas por el estilo, hasta ser funcionarios públicos y dejarse pagar sueldos de escándalo, pues de no hacerlo así, otro lo hará y sólo habrán perdido la oportunidad de obtener un peso que si bien, tal vez no sea todo lo ilegal que debería de ser, sí es moralmente reprobable, tanto en su propia moral como en la conciencia pública.
Sin embargo, el hecho de que existan los llamados “twiteros” o los que desde el “Facebook” o en algunos otros medios electrónicos recaban un millón de firmas para que renuncie el Presidente o los que juntan tres millones de adeptos para que se haga una plaza a Pedro Infante o cosas así, no lleva a ninguna parte. No existe una acción concreta ni se materializa en modo alguno el hecho de que junten esas firmas. Se pierde el esfuerzo, se diluye lo hecho y se traduce, una vez más, en un sentimiento de frustración, pues ni quitan la tenencia ni renuncia Calderón ni construyen la plaza a Pedro Infante.
Luego entonces, ¿qué es lo que queremos como nación? ¿Acaso seguir juntando firmas para llegar a nada? ¿Jugar al Tío Lolo?
No creo que nuestra patria esté para seguir en esa tesitura.
Se requiere encontrar y proponer cosas lógicas, simples, concretas y realizables para ir transformando el México que tenemos por el México que queremos y merecemos.
Conste. Lo que sigue, no es invento mío, en modo alguno. Es la recopilación de lo que he sentido ha de hacerse.
EDUCACIÓN. De manera esencial y en primer lugar, educación. Educar a nuestra gente, a los jóvenes, a los adultos, a los niños, a todos. Educar, que significa cambiar y mejorar patrones de conducta, de los ya establecidos, por otros que vayan acordes a las ilusiones y realidades que tenemos. Crear las oportunidades para que los mexicanos seamos un pueblo cada día mejor educado, con capacidad de entender los retos que se plantean y por lo tanto, con propuestas lógicas para afrontarlos y lograr salir avante.
Es hacer que haya cada vez más técnicos capacitados, apostarle por la educación productiva, la que permite obtener un trabajo decente, que es el lema ahora de la Organización Internacional del Trabajo.
Educación, entendiendo por tal, despertar el interés por saber más, por cultivarse, por desentrañar el sentido de las cosas. No quedarnos en creer lo que está escrito en letras de molde por el sólo hecho de verlo así. Se trata de cuestionar todo y encontrar el significado de cada cosa. Un pueblo con educación es un pueblo que pelea sus derechos, que sabe lo que le conviene y por ende, deja de ser “cliente” de los mercaderes de la política. Ese es el primer punto.
TRABAJO, no empleo. Trabajo y empleo no son sinónimos ni podrán serlo nunca, pero nuestros gobernantes así lo entienden. Trabajo tiene el que lucha por educarse, que recorre cinco o diez kilómetros a pie o en bicicleta para llegar a la escuela y aprender. Eso es trabajo. No es remunerado, no es “productivo”, de momento, pero ese trabajo es el que le va a dar al niño, al joven, la oportunidad de hacer una mejor vida.
Trabaja la señora que cuida a sus hijos y manda al marido a trabajar, como trabajan los abuelos que se quedan en casa a cuidar los niños para que los hijos puedan ir a hacer la vida, a conseguir el peso que les dará alimento a todos. Ése es trabajo y real, pero no es medible para los que defienden el liberalismo económico.
Que ese trabajo pueda reflejarse en pesos y centavos en la vida y que ayude a lograr una vida digna.
CONFIANZA. Se requiere demostrar que los gobernantes se merecen la confianza de la gente, que quienes se asumen como líderes del país, se ganen esa fe de los ciudadanos y eso, querido lector, se va a lograr cuando el gobernante esté con el pueblo, que lo sepan suyo, que sepan que le duele su gente y que por ellos, dan la vida.
Esa confianza, ese saber que el príncipe se muere por su pueblo, ha permitido las casas reinantes en muchos países por centurias, por generaciones, pues confían en ellos. Para nosotros, cada gobernante es sólo uno más que se va a llenar las bolsas de dinero y al pueblo… mejor no lo digo, me vayan a censurar.
POSIBILIDADES. La posibilidad real de hacer lo que, dentro de la ley, nos resulte cómodo, aceptable, que nos guste y lo podamos y sepamos hacer, poder hacerlo. Es decir, si Usted desea ser empleado o establecer un negocio, que sepa que su país le va a dar la oportunidad de hacerlo, no que a cada paso que dé, se vaya topando con una nueva traba burocrática que sólo busca cómo esquilmarlo para hacerlo desistir de su esfuerzo. Vamos, que como pensionado del Seguro no le quiten ahora, otra vez impuestos de los que ya le quitaron impuestos… no se vale.
Si estamos educados, tenemos trabajo, confiamos en nuestros gobernantes y tenemos la posibilidad real de hacer la vida, lo demás, se va a dar solo.
Con educación, podremos elegir cada vez un mejor trabajo que nos va a permitir tener gobernantes confiables y por ende, la posibilidad real de sacar la vida y a México, adelante.
Lo demás, la cantidad de legisladores o la forma de elegirlos o la plaza de Pedro Infante o el número de partidos o la renuncia del Presidente, no serán más motivo de discordia.
La verdad, son asuntos secundarios o como se maneja en el argot jurídico, “son accesorios a lo principal”.
Me gustaría conocer su opinión.
Vale la pena.
José Manuel Gómez Porchini.
Mucha, de esa gente, es buena y sabe que no puede seguir así pero sabe también, que ése es el estado actual de las cosas, las reglas del juego vigentes y que así ha de jugarse.
Obvio, partiendo de los más nimios detalles, como el no tirar basura a la calle, no rayar las paredes y cosas por el estilo, hasta ser funcionarios públicos y dejarse pagar sueldos de escándalo, pues de no hacerlo así, otro lo hará y sólo habrán perdido la oportunidad de obtener un peso que si bien, tal vez no sea todo lo ilegal que debería de ser, sí es moralmente reprobable, tanto en su propia moral como en la conciencia pública.
Sin embargo, el hecho de que existan los llamados “twiteros” o los que desde el “Facebook” o en algunos otros medios electrónicos recaban un millón de firmas para que renuncie el Presidente o los que juntan tres millones de adeptos para que se haga una plaza a Pedro Infante o cosas así, no lleva a ninguna parte. No existe una acción concreta ni se materializa en modo alguno el hecho de que junten esas firmas. Se pierde el esfuerzo, se diluye lo hecho y se traduce, una vez más, en un sentimiento de frustración, pues ni quitan la tenencia ni renuncia Calderón ni construyen la plaza a Pedro Infante.
Luego entonces, ¿qué es lo que queremos como nación? ¿Acaso seguir juntando firmas para llegar a nada? ¿Jugar al Tío Lolo?
No creo que nuestra patria esté para seguir en esa tesitura.
Se requiere encontrar y proponer cosas lógicas, simples, concretas y realizables para ir transformando el México que tenemos por el México que queremos y merecemos.
Conste. Lo que sigue, no es invento mío, en modo alguno. Es la recopilación de lo que he sentido ha de hacerse.
EDUCACIÓN. De manera esencial y en primer lugar, educación. Educar a nuestra gente, a los jóvenes, a los adultos, a los niños, a todos. Educar, que significa cambiar y mejorar patrones de conducta, de los ya establecidos, por otros que vayan acordes a las ilusiones y realidades que tenemos. Crear las oportunidades para que los mexicanos seamos un pueblo cada día mejor educado, con capacidad de entender los retos que se plantean y por lo tanto, con propuestas lógicas para afrontarlos y lograr salir avante.
Es hacer que haya cada vez más técnicos capacitados, apostarle por la educación productiva, la que permite obtener un trabajo decente, que es el lema ahora de la Organización Internacional del Trabajo.
Educación, entendiendo por tal, despertar el interés por saber más, por cultivarse, por desentrañar el sentido de las cosas. No quedarnos en creer lo que está escrito en letras de molde por el sólo hecho de verlo así. Se trata de cuestionar todo y encontrar el significado de cada cosa. Un pueblo con educación es un pueblo que pelea sus derechos, que sabe lo que le conviene y por ende, deja de ser “cliente” de los mercaderes de la política. Ese es el primer punto.
TRABAJO, no empleo. Trabajo y empleo no son sinónimos ni podrán serlo nunca, pero nuestros gobernantes así lo entienden. Trabajo tiene el que lucha por educarse, que recorre cinco o diez kilómetros a pie o en bicicleta para llegar a la escuela y aprender. Eso es trabajo. No es remunerado, no es “productivo”, de momento, pero ese trabajo es el que le va a dar al niño, al joven, la oportunidad de hacer una mejor vida.
Trabaja la señora que cuida a sus hijos y manda al marido a trabajar, como trabajan los abuelos que se quedan en casa a cuidar los niños para que los hijos puedan ir a hacer la vida, a conseguir el peso que les dará alimento a todos. Ése es trabajo y real, pero no es medible para los que defienden el liberalismo económico.
Que ese trabajo pueda reflejarse en pesos y centavos en la vida y que ayude a lograr una vida digna.
CONFIANZA. Se requiere demostrar que los gobernantes se merecen la confianza de la gente, que quienes se asumen como líderes del país, se ganen esa fe de los ciudadanos y eso, querido lector, se va a lograr cuando el gobernante esté con el pueblo, que lo sepan suyo, que sepan que le duele su gente y que por ellos, dan la vida.
Esa confianza, ese saber que el príncipe se muere por su pueblo, ha permitido las casas reinantes en muchos países por centurias, por generaciones, pues confían en ellos. Para nosotros, cada gobernante es sólo uno más que se va a llenar las bolsas de dinero y al pueblo… mejor no lo digo, me vayan a censurar.
POSIBILIDADES. La posibilidad real de hacer lo que, dentro de la ley, nos resulte cómodo, aceptable, que nos guste y lo podamos y sepamos hacer, poder hacerlo. Es decir, si Usted desea ser empleado o establecer un negocio, que sepa que su país le va a dar la oportunidad de hacerlo, no que a cada paso que dé, se vaya topando con una nueva traba burocrática que sólo busca cómo esquilmarlo para hacerlo desistir de su esfuerzo. Vamos, que como pensionado del Seguro no le quiten ahora, otra vez impuestos de los que ya le quitaron impuestos… no se vale.
Si estamos educados, tenemos trabajo, confiamos en nuestros gobernantes y tenemos la posibilidad real de hacer la vida, lo demás, se va a dar solo.
Con educación, podremos elegir cada vez un mejor trabajo que nos va a permitir tener gobernantes confiables y por ende, la posibilidad real de sacar la vida y a México, adelante.
Lo demás, la cantidad de legisladores o la forma de elegirlos o la plaza de Pedro Infante o el número de partidos o la renuncia del Presidente, no serán más motivo de discordia.
La verdad, son asuntos secundarios o como se maneja en el argot jurídico, “son accesorios a lo principal”.
Me gustaría conocer su opinión.
Vale la pena.
José Manuel Gómez Porchini.
difiero de usted con respecto ha la influencia que han alcanzado los medios electronicos para insidir en las politicas poblicas ora si que hasta el papa ha dislumbrado el futuro de las redes sociales y ha pedido ha los catolicos hacer uso de esta sin contar con el departamento de estado de usa que ha hecho uso de estas quiza la sociedad civil ha optenido escasos resultados pero en varios estados como chihuahua ya no se tiene que pagar tenencia y la transmision de ideas para solucionar problemas se esta dando quiza el problema seria que la comunidad cibernauta no procede ha refrendar sus logros y hacer historia de estos para tomar su lugar en la misma como lo fueron la imprenta la radio y la tv en su tiempo
ResponderEliminarEstoy de acuerdo, claro, la educación es la raíz de una sociedad. Pues solo mediante ella se alcanza todo lo demás, el desarrollo del criterio colectivo, del imaginario colectivo y de la "cultura", solo es posible mediante una educación sensata, firme y consistente. Es evidente que pueblos mejor educados poseen mejores gobiernos y mejor calidad de vida, ya no mediante una economía familiar opulenta, como los vecinos del norte, que a pesar de sus riquezas no tienen una calidad de vida acorde con sus ingresos. El caso de Islandia, por ejemplo, es mucho mejor, país conocido por su bajísimo indice de delincuencia y corrupción, y su pacifica vida, sin ser una población con grandes riquezas. Y ¿de donde viene esa estabilidad y bienestar? De una buena educación. No hay más.
ResponderEliminar