Entre las normas de conducta más extendidas que existen en el mundo, está aquella vieja sentencia bíblica que reza: - hay quien ve la paja en el ojo ajeno mas no la viga en el propio-.
Y sí, es mucho más común de lo que Usted, mi querido lector, se pudiera imaginar, que seamos capaces de darnos cuenta de lo que nosotros, en nuestra arrogancia, estimamos defectos en los demás y no somos capaces de advertir que nosotros mismos estamos llenos, plenos de vicios y yerros que con la mayor tranquilidad nos pueden ser arrojados a la cara.
Es increíble cómo, aún entre personas que se ostentan como cargadas de la más alta religiosidad, puede existir el pecado de la soberbia y sentirse superiores a los demás, cuando no son capaces de soportar el menor rasguño en sus corazas pues aparecen de inmediato, los errores que pretende ocultar a la vista de los demás.
Una persona puede decir y tratar de dictar normas de conducta a su alrededor sin saber que ella misma carece de muchas de las conductas que la sociedad exige como obligatorias para una sana convivencia humana.
Ahora bien, ¿qué hacer en caso de que alguien, sin ser llamado, emita su opinión en un asunto que no le concierne, que le es ajeno y que no le corresponde opinar? Mandarlo por un tubo, es lo primero que podríamos decir. Sin embargo, tal vez sea más elegante ignorarlo. Tal vez sea más correcto y demuestre mayor y mejor educación, que no cultura, dejar pasar la ofensa. Si aplicamos la ley de ojo por ojo y diente por diente, para mañana habría un mundo de ciegos y chimuelos.
Duele saber la crítica. Definitivamente. Sin embargo, enfrentarse a la crítica es saber que puede uno mejorar. ¿Y el crítico? Ese, si lo hace con buenos afanes, no con soberbia, te habrá ayudado a crecer y él mismo crecerá contigo, en una relación ganar-ganar.
Cuando la crítica es ofensiva, metiche, bajuna, ruin y tú sabes que el crítico tiene muchos, pero muchos más defectos que tú… no vale la pena atenderlo. Habrá de encontrar su lugar en el mundo, solo. La vida se encarga de ubicar a cada uno en el lugar que le corresponde.
Si no, al tiempo.
Me gustaría conocer su opinión.
Vale la pena.
José Manuel Gómez Porchini.
Comentarios: jmgomezporchini@gmail.com
Y sí, es mucho más común de lo que Usted, mi querido lector, se pudiera imaginar, que seamos capaces de darnos cuenta de lo que nosotros, en nuestra arrogancia, estimamos defectos en los demás y no somos capaces de advertir que nosotros mismos estamos llenos, plenos de vicios y yerros que con la mayor tranquilidad nos pueden ser arrojados a la cara.
Es increíble cómo, aún entre personas que se ostentan como cargadas de la más alta religiosidad, puede existir el pecado de la soberbia y sentirse superiores a los demás, cuando no son capaces de soportar el menor rasguño en sus corazas pues aparecen de inmediato, los errores que pretende ocultar a la vista de los demás.
Una persona puede decir y tratar de dictar normas de conducta a su alrededor sin saber que ella misma carece de muchas de las conductas que la sociedad exige como obligatorias para una sana convivencia humana.
Ahora bien, ¿qué hacer en caso de que alguien, sin ser llamado, emita su opinión en un asunto que no le concierne, que le es ajeno y que no le corresponde opinar? Mandarlo por un tubo, es lo primero que podríamos decir. Sin embargo, tal vez sea más elegante ignorarlo. Tal vez sea más correcto y demuestre mayor y mejor educación, que no cultura, dejar pasar la ofensa. Si aplicamos la ley de ojo por ojo y diente por diente, para mañana habría un mundo de ciegos y chimuelos.
Duele saber la crítica. Definitivamente. Sin embargo, enfrentarse a la crítica es saber que puede uno mejorar. ¿Y el crítico? Ese, si lo hace con buenos afanes, no con soberbia, te habrá ayudado a crecer y él mismo crecerá contigo, en una relación ganar-ganar.
Cuando la crítica es ofensiva, metiche, bajuna, ruin y tú sabes que el crítico tiene muchos, pero muchos más defectos que tú… no vale la pena atenderlo. Habrá de encontrar su lugar en el mundo, solo. La vida se encarga de ubicar a cada uno en el lugar que le corresponde.
Si no, al tiempo.
Me gustaría conocer su opinión.
Vale la pena.
José Manuel Gómez Porchini.
Comentarios: jmgomezporchini@gmail.com
Excelente artículo y muy cierto!!!
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