lunes, 8 de febrero de 2010

Una Reforma Fiscal.

Quiero comentar con Usted mi estupor y decepción por lo que se ha manejado ante el Congreso como Reforma Fiscal. Esperaba mucho más. Se habló de un "flat tax", que significa una sola tasa de impuesto sobre la renta, pero no es así. Se habló de proteger al trabajador, pero van sobre el asalariado. Se dijo que habrían de crear incentivos para las industrias, pero parece que quieren acabarlas. Pretenden acabar con la informalidad, pero lo cierto es que van a hacer que cada vez existan más manejo de efectivo y menos controles.

Para tratar de hacerle partícipe de mis sentimientos, déjeme empezar por el principio.

De conformidad con los teóricos de la metodología, cuando uno va a comentar algo, debe empezar por definir las palabras clave, pues si por alguna razón el interlocutor no comprende lo que se expresa, toda la idea se pierde en el vacío.

La primera palabra a analizar es reforma. ¿Qué significa reformar? Debemos considerar el verbo en infinitivo, es decir, con la terminación ar, er o ir, que son las únicas que autoriza y recoge nuestra lengua.

Reformar, según Juan Palomar de Miguel, en su "Diccionario para Juristas", significa "Rehacer, volver a formar. Restaurar, reparar, reponer, restablecer.… Corregirse, enmendarse, arreglarse”.

Con los anteriores significados trataré de empezar diciendo que, como mexicano, esperaba que la Reforma Fiscal anunciada, es decir, que los cambios que se harían al Fisco, otra palabra clave, habrían de implicar una situación más equitativa. Con esta ya son dos.

Fiscal implica relativo al fisco. Fisco, según el mismo autor, significa: "En la antigua Roma, tesoro del príncipe, oponiéndolo a erario, tesoro público. Significa también, Erario, tesoro público, Patrimonio del Estado". Equitativo, a su vez, implica: "Que tiene equidad". Equidad: "Igualdad de ánimo. Bondadosa templanza habitual; propensión a dejarse guiar, o a fallar, por el sentimiento del deber o de la conciencia, mas que por las prescripciones rigurosas de la justicia o por el texto terminante de la ley".

Ahora sí, vamos a empezar. La Reforma fiscal debe ser en base a equidad, es decir, que pague cada uno conforme a lo que tenga y reciba a su vez, conforme necesite. Ello quiere decir que el que más tenga deberá pagar más y recibir menos y el que menos tenga deberá recibir más y pagar menos.

En derecho se conoce como "Trato igual a los iguales y trato desigual a los desiguales". Eso es la equidad.

Reforma implica cambio profundo. Tirar las paredes del templo para edificar uno nuevo. Si no se hace de tal suerte, Usted y yo sólo veremos lo que coloquialmente se conoce como una "manita de gato".

Así siento yo la propuesta de reforma fiscal, con minúsculas.

Si se trata de reformar, debemos cambiar lo que esté mal y hacer lo nuevo que sea necesario para tener un mejor sistema.

Si ya decidimos reformar el sistema de pago de impuestos, que va conformando el erario (que ya sabemos que es el tesoro público), vamos a buscar un mecanismo que permita que crezca el erario, no el fisco (que ya sabemos que es el tesoro privado del príncipe o gobernante).

La riqueza de las naciones está en la riqueza de sus habitantes. No puede haber un país rico cuando todos y cada uno de sus habitantes están en pobreza extrema. No es ético, no es moral y no es equitativo.

Para lograr que exista riqueza en los habitantes, al gobierno le corresponde establecer los medios para que aquella pueda producirse.

Vamos, la función del gobierno es alentar la participación privada en cuanto sea posible y la pública en cuanto sea necesario.

Ahora sí, vamos a tratar de establecer los fundamentos que queremos. Se trata de que México debe salir adelante. Y lo forma de lograrlo es que los mexicanos, cada uno, logre salir adelante en todos sentidos.

¿Cuáles sentidos? Para satisfacer a quienes siguen la metodología, vamos a señalar que los sentidos a que me refiero son aquellos que nuestra constitución recoge como Derechos Humanos y no sólo de primera generación, si no todos y cada uno de ellos: Derecho a la vida, al libre tránsito, de asociación, a la educación, al trabajo, a un medio ambiente sano, a una infancia feliz, en suma, a todos y cada uno de nuestros postulados que en forma de dogma constituyen la parte de nuestra Carta Magna que tanto nos enorgullece.

Sin embargo, aquí empieza el pero, ¿Cómo vamos a garantizarle acceso a los sistemas de salud a un mexicano, cuando no tiene acceso a lo más elemental de comida? ¿Qué le vamos a decir a aquél que trata de establecer un negocio y la corrupción lo acaba? ¿Cómo vamos a pugnar por un medio ambiente sustentable y sano, cuando pretendemos ignorar las atrocidades ambientales?

Otra pregunta: ¿De dónde va a obtener el Gobierno el dinero que necesita para satisfacer sus necesidades, cuando es de sobra conocido que cada uno de los mexicanos está buscando a quién “hacerle el pelo” para recuperar lo que a él le han quitado, ya sea en robo, en corrupción, en forma de impuestos, o como quiera Usted?

Fácil: consiga Usted un ejército de inspectores incorruptibles de ciento cinco millones de mexicanos para que vigilen que todos los demás cumplan con sus obligaciones.

Ya tenemos la respuesta y podremos gritar Eureka!, como Arquímedes, el nativo de Siracusa, de la Isla de Sicilia, cuando descubrió el principio que lleva su nombre.

Ahora sí, ya con la respuesta en la mano, que es tener un ejército de mexicanos encargados de velar por que cada quien de los demás haga su parte, nos encontramos con otro problema: ¿Cómo le vamos a hacer para que cada ciudadano esté vigilando a los demás?

Que reciba algo a cambio, es la voz que de inmediato surge y sí, esa es la manera de lograrlo.

Ahora bien, ¿Qué es lo que hace falta en México, cuáles son los principales problemas que le aquejan y cómo podremos solucionarlos?

Vamos a tratar de mencionar algunos de los más importantes:

No existe ahorro interno ni cultura del ahorro; lo reducido del universo de contribuyentes; lo extendido del comercio informal; el lavado de dinero; la falta de portabilidad de los diversos sistemas de pensiones que coexisten, ya federales, ya estaduales, ya de universidades públicas, de fuerzas armadas, de banca pública, de organismos paraestatales, que cada uno de ellos es distinto y diverso de los demás; la falta de real apoyo a la tercera edad; lo hostil que resulta ser el Seguro Social para cobrar sus cuotas; en suma, sólo he esbozado algunos de los principales problemas.

Hasta este punto, ya hemos detectado una solución y varios problemas. Lo interesante ahora será que la solución detectada, es decir, crear un ejército de vigilantes, sea factible.

La pregunta o problema a resolver ahora, es: ¿Cómo lograr que exista interés en la población para vigilar a los demás?

Va la respuesta: dándole a cada uno un incentivo para que haga lo que le corresponda.

Ahora sí, pienso que estamos en posibilidad de analizar la posible solución.

Imagínese que el Gobierno Federal le entrega a cada uno de los que tengan Clave Única de Registro de Población, C.U.R.P. por sus siglas, una tarjeta deslizable tipo "Cliente frecuente" que se utilice en cada operación afecta al Impuesto al Valor Agregado, I.V.A. por sus siglas, que sirva para crear una cuenta única a favor del titular de la tarjeta, en la que se depositen uno, dos, tres o más puntos del I.V.A. de manera que tenga derecho a obtener seguridad social.

Vamos a tratar de explicarlo. La Seguridad Social, como dogma, está en la Constitución, pero no aparece, a ese nivel, la forma de implementarse. Además, la Seguridad Social permanece en México y en el mundo como la propuso y desarrolló Otto Von Bismarck, en la Alemania de 1889, de manera exclusiva a quienes tengan una relación laboral formal. Es decir, a los trabajadores, como secularmente se les ha conocido.

Sin embargo, trabajan también y mucho, las amas de casa, los profesionistas independientes, los comerciantes informales, los menores "cerillos", los migrantes, los estudiantes, todos, en suma.

Si el Gobierno Federal se torna garante de la seguridad social de todos y cada uno de los que tengan C.U.R.P., de manera que todos y cada uno tengan derecho a percibir una pensión a determinada edad, digamos sesenta años, con el sólo compromiso de que al realizar una operación gravada con I.V.A. utilicen su tarjeta, entonces habremos resuelto el problema del ejército de vigilantes.

Si cada uno de nosotros, con independencia de tener o no una relación laboral formal, sabemos que nos conviene, pues así será, que las operaciones de compra venta que realicemos se registran por medio de la tarjeta, habremos obligado a que el vendedor nos abone el porcentaje que determine el Congreso, como también habremos obligado al vendedor a que reporte a Hacienda, el monto de los impuestos restantes.

Se trata tan sólo de elevar a rango Constitucional el Derecho al Ahorro y a la Seguridad Social como Garantías Individuales, de establecer los mecanismos legales para que pueda darse a cada uno la tarjeta y entonces, tendremos la solución a los problemas mencionados.

Estamos hablando de un monto de ahorro interno de aproximadamente sesenta mil millones de pesos por cada punto de I.V.A., lo que se traduce en más de ciento ochenta mil millones en menos del equivalente a tres puntos, a valores de 2010.

De ahí podremos obtener los fondos suficientes para garantizar la seguridad social de la totalidad de los mexicanos, tendremos para apoyar a los actuales sistemas de seguridad social, léase I.M.S.S., I.S.S.S.T.E., los demás sistemas federales que existen, además de que podremos soportar las pensiones de los migrantes y de todos y cada uno de los que colaboran para el engrandecimiento de México, sin que exista actualmente forma de darles reconocimiento.

Es necesario precisar que los puntos de cada operación, en el caso de los particulares, será para el particular; en el caso de las empresas privadas, se usaría a favor de la empresa pero sólo para cubrir impuestos, de preferencia de seguridad social y no vernos en el triste y penoso caso de las empresas que alzan un día el vuelo dejando a sus trabajadores sin más que unos cuantos muebles viejos y un local arrendado, que de nada les sirve; y cuando el que compre sea el Gobierno, cualquiera que sea su rango, sólo un gobierno, los depósitos serán a favor de aquellos que nunca compran y de los actuales sistemas de seguridad social.

Todo lo aquí asentado, considero que es mejor que tratar de ubicar a un mexicano en la calidad de delincuente sólo por que su padre, o su madre, o algún pariente le hizo una remesa de dinero desde el exterior y ahora está obligado a demostrar que es dinero lícito, la forma en que lo obtuvo, los orígenes del caudal y todo lo demás que establecen casi como delito.

Es mejor que obligar a las empresas que ya están establecidas a llevar una nueva contabilidad, carísima, sólo por que el gobierno decide que las empresas pagarán un nuevo impuesto que consiste en pensar un número, descontar lo gastado, adivinar lo que quiso pensar el Gobierno y ¡listo!, ya puede Usted cubrir sus impuestos. La verdad, aún no logro reponerme.

Esto que Usted está viendo, lo he tratado de hacer valer en múltiples foros. Tal vez Usted ya lo haya visto en su integridad y si acaso aún no lo tiene, sólo hágamelo saber para enviárselo.

Si se puede. Es cuestión de que Usted y yo lo hagamos valer ante el Congreso. Hágaselo llegar a sus contactos. Tal vez alguno conozca un diputado o senador que quiera a México.

Yo estoy haciendo mi parte. Le ruego a Usted que no me abandone. Márqueme copia del correo que envíe a su diputado o senador para tratar de darle seguimiento.

Me gustaría conocer su opinión.

Es por México.

Vale la pena.

José Manuel Gómez Porchini.

Comentarios: josegomezporchini@yahoo.com
jmgomezporchini@gmail.com

Mexicano. Abogado.

1 comentario:

  1. Me gustó mucho su artículo sobre la reforma, me parece una gran ayuda el que se hable en un idioma más "normal" en el que los mortales podamos entender y así ver la realidad con otros ojos y formar un criterio que ayude a la solución de los miles de problemas que tiene nuestro país! gracias.
    atte Mariel Foncerrada Llosa

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