domingo, 8 de mayo de 2011

De las razones para ser Diputado



Yo, quiero ser diputado. Desde siempre tuve conocimiento que los diputados son unos seres muy importantes, pues escuché que hacen un trabajo de tal valía, que la patria está en deuda con ellos.

Y así seguí viendo a los diputados y al tiempo, a los alcaldes, gobernadores y presidentes de la república, hasta que empecé a darme cuenta que no todos merecen esa calificación y ahora, he comprendido que la inmensa mayoría están muy lejanos a alcanzar, siquiera, un mínimo para ser reconocidos como seres útiles a la patria. Muchos, son verdaderos parásitos que sólo han sabido medrar del erario para no trabajar jamás.

Las razones de tal desatino se encuentran en la forma en que se ha venido haciendo política en México.

Primero, un partido, el Revolucionario Institucional, que si bien, forjó las bases de lo que ahora somos como nación, creció tanto que dejó de tener control de sus propias fuerzas. Se convirtió en una agencia de colocaciones para el gobernante en turno y con ello, perdió el contacto con el pueblo, su esencia y por ende, su verdadera fuerza. Las organizaciones que le dieron cohesión, fortaleza y unidad, los obreros, los campesinos, los burócratas, las mujeres, los jóvenes y demás formas y grupos sociales, fueron perdiéndole la confianza y se fueron separando.

Otro, el azul con blanco, formado por aquellos que siempre han tenido todo y que consideran al poder público sólo como el medio para conservar sus privilegios, canonjías y prebendas, le tiene “asquito” a la pobreza y no son capaces de ensuciar sus zapatos para darse un baño de pueblo. Ahora son poder, pero no lo van a conservar.

Un tercero, nacido de las filas del primero, que si bien representó lo mejor de las fuerzas progresistas, el deseo de cambio y la oportunidad para hacer un mejor México, se perdió por la avaricia de unos cuantos, la tibieza de otros y lo mesiánico de un tercero. No pudieron llegar al poder y no llegarán jamás.

Existen otros, pero son de corte familiar, ajenos al pueblo y que sólo viven para sangrar al IFE, ese Instituto Federal Electoral que organiza las elecciones más caras del mundo y que reparte dinero sin medida, sin ton ni son y que ha de soportar las burlas de unos y otros. Con ninguno queda bien y todos lo desobedecen. Pasó de ser un intento de organismo electoral de primer mundo a sólo una fachada para encubrir grandes negocios.

Los partidos políticos se perdieron en el camino, extraviaron el rumbo y ahora, la sociedad que empieza a organizarse, los ha rebasado.

Entre las propuestas sociales que los partidos y sus representantes, los llamados diputados, han debido atender, está la propuesta de crear candidatos ciudadanos, independientes, no sujetos al régimen de partidos y por lo tanto, sin sometimiento alguno a lo ya existente.

El servicio público, el tratar de hacer una vida que sea de beneficio para los demás, empieza a estar disponible para quienes no somos militantes activos de ningún partido. No podemos serlo cuando el mejor carece de ética, cuando los medios pretenden vender la patria y los chicos, sólo obedecen la voz del amo.

Como candidato independiente, como legislador emanado de la fuerza popular mediante el voto directo, así sí quiero ser diputado. Y quiero serlo para hacer valer en el congreso lo que nuestra casa común, México, necesita.

Falta mucho por hacer. Cada día es más lastimosa la forma en que se atienden las necesidades sociales, que esa es la función del gobierno y cada día tomamos conciencia que con los legisladores que tenemos, no habrá propuesta alguna que realmente beneficie al pueblo. No es válido que el dinero del congreso, que debería ser para pagar salarios y necesidades propias de los legisladores, se desvíe a cubrir necedades, payasadas, errores y viajes que a nada práctico conducen.

Ahora, con la posibilidad de que Usted o yo podamos ser diputados, sí me interesa ser candidato, plantear propuestas reales y ganar en las urnas para poder ser legislador y representar al pueblo.

Pero existe un problema que aún no se ha resuelto. Ya lo dijo César Garizurieta: “vivir fuera del presupuesto es vivir en el error”. Y obvio, un político pobre es un pobre político, como dijera Carlos Hank González, uno de los beneficiados con el anterior sistema de cosas.

Por tanto, si no se tiene dinero para soportar una campaña, si se va a acudir en desventaja ante quienes traen un aparato gubernamental o partidario atrás de ellos para luchar por una candidatura, por un puesto de elección popular, resulta una tarea inútil desde el ángulo que se le vea.

Si Usted o yo, como candidatos, carecemos del capital necesario para lo básico de una campaña y no se ha dado el mecanismo para financiar las campañas independientes, entonces lo que están haciendo es poner al servicio de quienes sí pueden, como si fuera al mejor postor, los puestos de elección popular.

Si ya no va a ser necesario pertenecer a algún partido político para optar por un puesto de elección popular, en respeto a lo establecido en la Constitución de que todos tenemos derecho a votar y ser votados, si quien tenga dinero podrá ser candidato y luego, legislador electo, México va a tener diputados por elección directa, de partido y al mejor postor.

Parece que las posibilidades se esfuman. ¿Y si quiero ser Diputado? ¿Debo inscribirme en un partido, aceptar dinero sin averiguar su fuente o simplemente esperar que me inscriban en la lista esa de los plurinominales que ya quieren desaparecer?

Yo quiero ser diputado. Lo digo alto y claro, para que no se preste a interpretaciones. Quiero a México y me interesan el presente y el futuro de mi patria. Quiero subir a la tribuna a hacer valer mi voz en beneficio de todos, no para decir sandeces, ofender a los demás o para exhibir mis miserias. De ninguna manera. Quiero ser diputado como forma de agradecer a mi patria lo que me ha dado: familia, hogar, instrucción, medios de vida y por supuesto, la enorme oportunidad de ser Maestro.   

Juntos, Usted y yo, podemos superar cualquier obstáculo. Juntos hacemos todo. Y juntos, todo México, debe salir adelante.

Vale la pena.

Me gustaría conocer su opinión.

José Manuel Gómez Porchini.
Comentarios: jmgomezporchini@gmail.com        


1 comentario:

  1. Mi estimado Jose: Respeto el que quieras serdiputado, pero creo que tu estado, la gente y tu capacidad demandan que seas Senador, no Diputado.

    Es por lo que he mencionado que ayer te hice la invitación abierta en tu muro, y en el grupo Somos México. No lo eches en saco roto.

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