domingo, 8 de marzo de 2009

Un bulto de cemento.

En diciembre de 2007 escribí la nota que ahora reproduzco.
Creo que no ha perdido actualidad, precisamente debido a que los Tigres no han querido entender que deben ser un equipo, con todo lo que significa y no una suma de individualidades, incluyendo uno que cuesta cien mil dólares por partido y que no representó diferencia alguna.
Piénselo.


Corre el conocimiento entre la sabiduría popular, que es la forma más sabia de saber, que si algo tiene cola de pato, camina como pato, hace como pato, es pato.

Es decir, en la forma encontramos muchas veces la sustancia, que es lo que da vida a las cosas y a las personas.

Viene a cuento lo dicho, precisamente por que hace unos días, el equipo que es propiedad de una compañía cementera, Cemex, pero que sigue llevando el nombre de la Universidad Autónoma de Nuevo León, mi universidad, mi Alma Mater, los Tigres, han estrenado la nueva camiseta de “gala”.

Parece que la esa camiseta, la nueva, la de gala, -que por cierto no sé que vayan a festejar para vestirse de gala-, tiene el color de los bultos de cemento.

Si la ven de lejos, lleva el nombre de la cementera, tiene el color del bulto de cemento, inclusive, la forma del dicho bulto y además, representa algo fuerte, rígido, estable, sin movimientos, cuando menos, no aparentes, vamos, parece un saco de cemento, inanimado, inerte, sin vida.

Si la ven de cerca, los que portan esa camiseta, que lleva el nombre de la cementera, parecen fuertes, están rígidos, estables, sin movimientos, vamos, parecen sacos de cemento, inanimados, inertes, sin vida. Como con mucha apatía, palabra que tiene muchos sinónimos, algunos inclusive, mal sonantes.

En un rinconcito, como apenado, aparece un pequeño recuadro con los colores de la Universidad Autónoma de Nuevo León. Como que el bulto de cemento se apena de los colores azul y oro.

Acepto, admito, reconozco y admiro que el dueño de Cemex es un hombre visionario, que sabe hacer negocios, que se distingue de los demás por estar acostumbrado a triunfar, que sabe lo que hace y por supuesto, como dueño de “su” equipo, tiene todo el derecho del mundo de vestirlo de los colores que guste. Eso, no está sujeto a discusión.

En lo que quiero llamar la atención de Cemex es que no sólo se debe hacer negocio, ni siempre el dinero es el mejor aliciente para obtener triunfos. Existen las que se denominan “caricias psicológicas”, que son cuando el dueño, el hombre importante en la empresa, quien lleva las riendas, el que puede, se acerca contigo, simple mortal y te dice que está satisfecho y orgulloso de tu trabajo.

Que el superior reconozca tu esfuerzo, no lo hace menos a él, pero a ti sí te hace más. Te hace rendir el doble, te hace sentirte parte del equipo, te vuelve un fanático de los colores que defiendes, vamos, te hace un convencido de que lo que estás haciendo, es lo correcto.

Lamentablemente, tanto en el fútbol como en muchas cosas de la vida, quien está acostumbrado a hacer su voluntad, espera que los demás adivinen sus necesidades y olvida demostrarles su afecto.

Otras, confía en subalternos que, por estar cerca del jefe, se sienten más importantes que el propio dueño y omiten transmitir lo que el hombre importante quiere.

Ojalá, por los Tigres, por nuestra plaza, por Usted, por mi Dany, por mí, que los jugadores que cobran y mucho, entiendan la diferencia entre ser parte de un grupo y formar un equipo.

Que un grupo es una reunión de individualidades luchando cada uno para sí, sin empatía alguna con los demás, con un gran egoísmo y sí con deseos de lucro y que un equipo, es la suma del esfuerzo de todos los integrantes para hacer crecer lo que representan.

Que en un equipo, existe el sacrificio de algunos para que los demás completen la jornada. Que en un equipo, existe entrega, ganas de triunfo en conjunto, deseos de destacar todos y no cada uno en lo individual.

Vamos, que en un equipo, el líder es el más orgulloso de portar los colores que defienden, no uno que viene a imponer un color diablo que ya tienen patentado otros.

Tal vez, mi nota no sirva para nada. Tal vez, nadie opine igual que yo. Tal vez, debería remitirme a lo palpable, a lo que existe, a lo que cualquiera puede ver y revisar, sin necesidad de estudios profundos.

Por favor, pase frente a las instalaciones de Cemex por la calle Ruiz Cortines y hágame saber si Cemex, una de las empresas cementeras más importantes de América Latina, tiene en orden su calle, si tiene barrido el frente de su casa, si tiene la cara limpia para mostrarla al vecino.

Debería ser la más bonita de la ciudad. Sin pozos, sin grietas, con descansos, con pasos a desnivel, con alumbrado, vamos, que pareciera de primer mundo, digna de una empresa de clase mundial.

Ojalá no tuviera yo razón.

Me gustaría conocer su opinión.

José Manuel Gómez Porchini.

Monterrey, N.L., diciembre de 2007.

Comentarios: jmgomezporchini@gmail.com

Mexicano. Abogado. Egresado de la Universidad Autónoma de Nuevo León.

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