Dr. Carlos Canseco González.
Trascender implica ir más allá, rebasar los límites de la experiencia posible, lograr que los afanes de vida traducidos en nuestras obras sean recordadas, en suma, conseguir dejar una impresión en la gente, de nuestro ser y hacer.
Eso se logra consiguiendo erradicar una enfermedad de la faz de la tierra o siendo funcionario gubernamental de muy alto nivel o fundando un club de fútbol profesional o bien, siendo el único mexicano que presida un organismo como el Club Rotario a nivel internacional o cosas así.
En esta ocasión vengo a hablarle a Usted de Carlos Canseco González, Mexicano, que participó y dirigió los equipos con los que logró erradicar no una sino dos enfermedades del mundo: la viruela y la poliomielitis; que fue Secretario de Salud en Nuevo León, no una, sino dos veces, en dos sexenios distintos; que participó de manera decisiva en la fundación, no de uno, si no de dos clubs de fútbol profesional: los Rayados de Monterrey y los Tigres de la Universidad Autónoma de Nuevo León; que presidió a los Rotarios a nivel Internacional y consiguió ser reconocido como una Organización No Gubernamental con el peso suficiente para que los países del mundo lo apoyaran es sus cruzadas a efecto de erradicar la poliomielitis y la viruela, enfermedades que tal vez muchos de los lectores no hayan oído nombrar pero que a los que sumamos ya ciertos años, nos tocó ver y saber que alguien cercano las sufría.
Las muletas que acompañaban a los niños de la escuela, con su paso claudicante y sus piernas sin fuerzas, eran un baldón a los hombres, eran un grito de rebeldía y de impotencia que no podía seguir siendo. Y él las eliminó para siempre.
Yéndome a los lugares comunes ya trillados, podría hacer una semblanza de toda su obra y llenar dos, tres o más libros. Así de importante fue su producción y su vida misma. Igual, podría decir que como Catedrático Universitario impresionaba por las anécdotas que contaba, por su corbata de moño y lo muy extenso de sus conocimientos. Entre sus alumnos había la seguridad de que el Maestro sabía lo que le preguntaran y que además, no necesitaba recurrir a los libros. Al menos, así me lo confesó uno de ellos, que por cierto y por modestia, se negó a que revelara su nombre.
Pero quiero ir más allá de lo establecido, de lo trillado, de las frases hechas. Quiero destacar el hecho de que sin ser de Monterrey, aquí se desarrolló y armó su vida.
Efectivamente, el Dr. Canseco siempre se sintió de Tampico, en Tamaulipas, es decir, otra tierra con otros fines y otras necesidades. Viajó a la Ciudad de México a estudiar y al tiempo, se fue al extranjero a perfeccionarse. Cuando regresó, llegó a Monterrey pues consideró que ésta sería la tierra ideal para aplicar lo que había aprendido y aquí ubicó el asiento principal de sus negocios, sin perder nunca de vista la tierra en que creciera.
Y eso es lo que hace grande al hombre.
Aceptar y reconocer que somos ciudadanos del mundo, que lo que un día fue frontera y límites, ahora es el puente, el lazo de unión entre los pueblos y por la humanidad y ya no por Tamaulipas o Nuevo León o México o América se debe luchar, se debe luchar por el mundo, por la aldea global en que nos ha tocado vivir.
Y Carlos Canseco González así lo entendió, cuando luchó por erradicar a la polio de la vida de los hombres, pero no sólo de su tierra, de su Tampico, como lo hubiera hecho uno con estrechez de miras, no, él buscó la forma de hacerlo en el mundo entero y el Club Rotario le proporcionó el vehículo necesario para hacerlo.
Obvio, los homenajes a su persona abundaron en vida, tanto en México, donde recibió Doctorados Honoris Causa por las más importantes Universidades, como en América Latina, donde la Organización Mundial de la Salud lo nombró en 2001 “Héroe de la Salud Pública de las Américas” y a quien la Universidad de Guadalajara propusiera para recibir el Premio Nobel. A ese grado llegaron sus méritos.
Y estamos hablando de una persona que vivió en Monterrey, que viajó siempre a Tampico, la tierra de sus padres y su familia, que en Ciudad Juárez, Chihuahua, se erigió un monumento a su persona, como igual han hecho Puebla, Saltillo, Torreón, Laredo, Tampico, Reynosa y muchas otras ciudades.
Carlos Canseco González trascendió, marcó su ruta en el mundo y existen muchos que siguen sus huellas. Lo hizo en múltiples afanes de la vida, pues también fue regidor del Ayuntamiento de Monterrey… como si no tuviera otra cosa más importante en qué ocuparse.
Pero siempre se consagró a buscar el bien de los demás y obtuvo, a cambio, la maravilla del bien propio. Eso es la vida. Buscar hacer lo mejor que se pueda con los dones que has recibido. Ya los tienes, lo que falta es trabajarlos. Y el Dr. Canseco, los logró al máximo. Ese es otro ejemplo que deja de su vida. Además, el Ayuntamiento de Monterrey ha instituido una medalla en su honor, cada 23 de octubre, a un médico destacado.
Vale la pena.
Me gustaría conocer su opinión.
José Manuel Gómez Porchini.
Comentarios: jmgomezporchini@gmail.com
Esta nota, palabras más, palabras menos, aparece en la Revista Players of Life, en su edición de noviembre de 2009
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