domingo, 25 de noviembre de 2012

El Buen Fin, ¿Será bueno o será el fin?





José Manuel Gómez Porchini / México debe salir adelante              

En la página de internet de El Buen Fin, aparece la información de qué es, quiénes son los organizadores y cómo manejar información en línea. Para tratar de manejarnos en orden, primero se debe tratar de describirlo, luego diremos quiénes lo conforman y al final, algo de lo que aparece en línea.
Indica la publicidad de la página que El Buen Fin busca reactivar la economía fomentando el consumo, pero sobre todo, mejorar la calidad de vida de todas las familias mexicanas. El proyecto está avalado y patrocinado por el Gobierno Federal, varios sindicatos patronales de empresas como Coparmex, Concamin, Concanaco y múltiples empresas en lo particular. En línea significa que apoyan y propician que vía internet se realicen operaciones de compra y además, establecen directrices para poder aprovechar las plataformas tecnológicas a efecto de lograr sus objetivos de ventas.
El pero que nunca falta, es que no es posible pensar que habrá de reactivarse la economía endeudando a los pobres mexicanos que aún son sujetos de crédito. ¿Cómo va a ser posible que la inmensa mayoría de las “ofertas” estén condicionadas a la compra vía tarjetas de crédito?
Por cuestión de principios, en lo personal, yo no acudí a celebrar ni a festejar ni compré en el buen fin. Sin embargo, sí me enteré de muchas familias que consiguieron dos o tres pantallas de plasma de gran tamaño, a quince meses sin intereses, cuando en sus casas carecen de alimento. Claro, los bancos abrieron las líneas de crédito a todo aquél que demuestre que tiene un salario fijo, pues es garantía suficiente de que va a pagar algún día… al banco no le importa que se tarde mucho, al cabo están pagando intereses y ese es su negocio.
No puede decirse fraude, en el sentido literal del término, pues a nadie están engañando. Lo que sí es cierto, es que la promesa hecha a través de la mercadotecnia, que utiliza verdades a medias que se convierten en mentiras completas, no aclaran que si usted compra a dieciocho meses sin intereses pero se atrasa en un pago, le dan por vencido anticipado la totalidad de lo que está pendiente e incurre en mora, a partir de ese momento, por el total de la deuda. Ojo, la pantalla de plasma le va a salir como si fuera de células madre, no solo de plasma.
El derecho laboral ha generado y fincado raíces en la idiosincrasia del mexicano, en muchas de las figuras que solamente nosotros tenemos. Entre ellas, el regalo, cuelga o aguinaldo que en efectivo se otorga a los trabajadores al concluir un año calendario, como si con ello se hubiera hecho una gracia. Sin embargo, ya está contemplado como derecho adquirido y no habrá poder humano que logre disminuirlo. El espíritu de dicho aguinaldo es precisamente que el trabajador disponga de dinero para gastarlo en las fiestas navideñas.
Ahora bien, lo que aún no alcanzo a comprender es cómo o por qué razón el Gobierno Federal distrae el importe de los aguinaldos de miles de trabajadores para entregarlos antes del buen fin, es decir, en la tercera semana de noviembre, cuando lo legal es que se paguen hasta la segunda semana de diciembre. Lo están adelantando cuatro o más semanas, que en costos financieros debe ser muchísimo dinero.
Obligar a las empresas a que cubran los aguinaldos en la fecha del buen fin, implica romper todas las previsiones financieras tan perfectamente calculadas por los expertos, que deberán mover el flujo de efectivo para poder cubrir un gasto que no estaba contemplado.
Y la realidad es que las ofertas del buen fin se constriñen a muebles de baño de gran lujo, pantallas de plasma para receptores de televisión de muy alto costo y mayor fragilidad, juegos de plumas para regalar de precios exorbitantes y cosas por el estilo. Lo del diario, lo que la gente compra para satisfacer las necesidades del día a día, eso, no está contemplado en el buen fin.
Saber que la empleada de la estética o el despachador de la tortillería pudieron adquirir una pantalla, pagando con una tarjeta de crédito que obtuvieron hace poco, mueve a pensar que algo está mal, muy mal en nuestro país. Cierto, cada uno es libre de hacer lo que le plazca, pero esa libertad tiene límites: la ética y la dignidad humana.
El problema que veo es que a los que promueven el buen fin de los mexicanos, no están mintiendo: quieren el buen fin de los mexicanos. Lo que no alcanzo a entender, mi moral me lo impide, es para qué.
Me gustaría conocer su opinión. Vale la pena.

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