El 15 de junio de 1215 Juan Sin Tierra otorgó a los nobles ingleses la Charta Magna, primera constitución del mundo y ahí se comprometía a respetar los fueros e inmunidades de la nobleza. En la España medieval, los fueros eran leyes concedidas por los Reyes a los Señores Feudales para que tuvieran privilegios los lugares que tenían bajo su jurisdicción. Entre los más importantes está la “Ley de las Siete Partidas”, en el que aparecen normas que rigen vida, libertad, patrimonio personal y otros temas que ahora conocemos como Derechos Humanos.
Por tanto, los Derechos Humanos son facultades o prerrogativas que las normas constitucionales e internacionales reconocen a las personas para asegurar su dignidad, su libertad y su igualdad. Si no fueran respetados por los estados o por otras personas o grupos, el titular de esos derechos puede exigir que se cumplan a través del ejercicio de la ley.
Los Derechos Humanos se clasifican en de Primera Generación, los de la persona y su capacidad de movimiento; de Segunda Generación son los económicos y sociales y los de Tercera Generación son los colectivos y corresponden a los derechos de solidaridad, reconocidos a partir de la década de 1980. Son, por ejemplo, el derecho al medio ambiente sano, al patrimonio común de la humanidad, a la paz, al desarrollo. Y se considera la violación de los derechos humanos por acción, por omisión y/o por exclusión. Nos corresponde, a todos, la obligación de velar por la aplicación puntual de todos y cada uno de los Derechos Humanos.
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