domingo, 20 de junio de 2010

La corte. MÉXICO DEBE SALIR ADELANTE.

En México, el tribunal superior, el que revisa los fallos de los órganos de administración de justicia así como la actuación ceñida a derecho de todos los demás entes que forman el estado, es la suprema corte de justicia de la nación.

Yo sé, como alumno egresado del Instituto de la corte, que debe escribirse con mayúsculas, pero también sé, que el prestigio, el respeto, la dignidad, el decoro, se conquistan, se logran, no se piden ni se imponen.

Para mí y para muchos mexicanos, la Suprema Corte de Justicia de la Nación, la que emitió fallos como el que terminó en la Expropiación Petrolera, la que defendió los derechos de los obreros, era una Corte que inspiraba respeto, que imponía en sus formas y que, vamos, hasta parecía tener algo de sacra.

Ahora, después de que, sabiendo perfectamente lo que hacían, a pesar de algunos trucos legaloides sin importancia, la corte emitió una resolución que condena y fustiga con la misma rudeza que la carabina de Ambrosio el actuar de todos los coludidos en el asunto de los niños carbonizados por la responsabilidad de los que no hicieron las cosas bien, pero que no alcanzan, para la corte, la calidad de culpables, pues no les ha dictado sentencia vinculatoria alguna, ya que a sus ojos, no alcanzan sanción, ha perdido presencia.

Según, que alguna autoridad debe actuar y ellos ya dieron el primer paso.

Sin embargo, para los que somos tropa, que no sabemos de esos vericuetos legales o bien, que los resquicios de la ley nos son ajenos, no entendemos la razón de que la corte haya dejado pasar la oportunidad de demostrar a los cuatro vientos que en México, sí puede haber justicia.

Cuarenta y nueve niños muertos y más de cien lastimados de por vida, muchas familias destrozadas y sólo por el afán de ganarse un peso más, son suficiente razón para que la corte, atendiendo a Fuenteovejuna, hubiera dictado sentencia vinculatoria.

México, el pueblo, ya citó, ya resolvió y ya emitió su sentencia: hay culpables y tienen nombre y apellidos.

La corte no ha hecho ni lo uno ni lo otro y menos aún, lo último. Sugiere, tímidamente, como esperando le llamen la atención, que podría, alguien, asumir su función.

México ya no está para titubeos y los Padres de los niños masacrados, menos.

Ha dejado pasar la corte una oportunidad de oro para congraciarse ante los ojos de los mexicanos, una oportunidad que quién sabe si volverá a tener, pues nadie podría apostar por la permanencia en sus muelles poltronas de los hoy aún ministros que ofenden al pueblo con su salario. Si hubieran resuelto como el pueblo exige, tal vez, podrían perdonarles sus insultantes dispendios y sus emolumentos fuera de realidad. Pero no lo hicieron.

Prefirieron perder todo, antes que ofender con una crítica a unos tipos a quienes el pueblo ya condenó y sólo falta se dicte la sentencia. Por cierto, la ejecución de la sentencia, a manos del pueblo, no tarda. Créame.

Me gustaría conocer su opinión.

Vale la pena.

José Manuel Gómez Porchini.
Comentarios: jmgomezporchini@gmail.com


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