Sr. Presidente Constitucional de los Estados Unidos Mexicanos, Don Felipe Calderón Hinojosa:
Le escribo, de manera atenta y respetuosa, con fundamento en el artículo 8º. Constitucional, para hacerle saber el sentir de muchos que, como yo, amamos a este país del que Usted tiene el altísimo honor de ser su guía y su dirigente.
Quiero, como la inmensa mayoría de los que conozco, que México sea el país líder, el hermano mayor que siempre ha sido para América Latina y por supuesto, el contrapeso en cuestiones internacionales a los embates externos que pretenden doblegarnos. Para lograrlo, necesitamos, que Usted tenga éxito en sus planteamientos, que Usted sepa con certeza lo que le conviene al país y por supuesto, que logre hacerlo.
Sólo se necesita un poco de inteligencia, un mucho de agudeza y más, mucho más de patriotismo.
Pensar que uno solo va a resolver los problemas del mundo, se llama mesianismo y eso, debe estar como al parecer está, muy lejos de sentirlo.
Saber que uno puede afrontar los problemas y tratar de salir adelante, es mucho más fácil. Cuestión de saber, primero, lo que nos afecta y luego, encontrar la forma de atacarlo.
El sentido común nos dice que si el dinero no alcanza, tenemos dos cosas que hacer: gastar menos o ganar más. Así de fácil.
Y, Sr. Presidente, está a nuestro alcance, como mexicanos, lograr las dos cosas como país.
Para gastar menos, debemos empezar por reducir la obesidad del gobierno y permitir tanta iniciativa privada como sea posible. Es decir, sin rendir los rumbos de la nación, permitir que los particulares intervengan cada vez más en los procesos productivos. Pero mucho cuidado: particulares son mexicanos, no extranjeros. Particulares son empresas establecidas, que produzcan y generen riqueza aquí y que aquí, en su país, paguen impuestos, no entes ajenos que sólo busquen chupar nuestra sangre, así sea prieta o morena y luego, ya saqueados y asqueados, nos dejen como cosa que no sirve. Mucho cuidado.
La otra, ganar más, es tan simple como lograr interesar a todos en un juego ganar-ganar. Es lograr que la población, toda, sepa que al pagar impuestos va a tener una contraprestación que le interese.
Nosotros, los mexicanos, estamos acostumbrados a ver llegar individuos sin cultura, ignorantes pero con la medalla de la amistad pegada al pecho, amigos de los que “ya la hicieron” y eso, les da derecho de robar a manos llenas.
Son esos malos funcionarios los que denigran la política, arte de servir, y la convierten en lema de mercenarios, ansia de servirse.
Por eso no pagamos impuestos y menos aún, si sabemos que los quieren sólo para cebarse en nuestro esfuerzo. Por eso no convence a nadie. Y menos con esos impuestos que atacan la razón, ofenden la inteligencia y dudan del contribuyente. Nadie los va a cumplir, ni por la buena ni por la mala. Si se aferra, Sr. Presidente, va a tener un estallido social.
Pero ofrezca Usted algo justo, algo lógico, algo simple y puede cambiar, de una vez por todas, los derroteros de la nación.
Eleve la ganancia mínima para presentar declaración de impuestos, léase Impuesto sobre la renta, a un millón anual. Que sólo quien gane más de un millón esté obligado a presentar declaración de impuesto sobre la renta. Así de fácil y de tajo, deja de perseguir como criminales a más de la mitad de los supuestos defraudadores fiscales.
Lo que deja de recibir no es nada comparado con lo que recibirá si logra hacer que paguen, como es debido, las empresas grandes. Así de fácil.
Deje el impuesto al valor agregado en el 15% actual. No lo mueva. Pero destine dos puntos de esos quince a una cuenta individual de cada uno de los mexicanos y ofrézcales derecho a pensión y servicio médico al cumplir sesenta años. Al cabo cada uno va a velar por su propia cuenta.
Rebasa Usted y por la izquierda el mejor sueño del más populista de los de izquierda.
Imagínese un México en el que todos sus hijos, sin importar color o condición social o preferencias de cualquier tipo, pudiera tener como derecho la seguridad social y sus logros. Imagínese ser el primer país del mundo en lograrlo. Como derecho, como el más excelso de los derechos humanos.
Ya lo tenemos preparado y listo para entregárselo a quien Usted disponga.
Tal vez no lea nunca mi carta.
Tal vez la vea un diputado o un senador, de cualquier partido, no importan los colores, importan el amor a México y ese la proponga. Ojalá.
Tal vez Usted, mi querido lector, que me ha venido siguiendo, no tenga, como no lo tengo yo tampoco, el peso suficiente para hacerle llegar este mensaje al Presidente Calderón.
Pero tal vez, si Usted se lo reenvía a alguien más, tal vez ese sí conozca al Presidente Calderón y le pueda hacer llegar una copia.
Ese tal vez me sostiene y por eso sigo. Quiero un México mejor.
Vale la pena.
Me gustaría conocer su opinión.
José Manuel Gómez Porchini.
Comentarios: jmgomezporchini@gmail.com
www.mexicodebesaliradelante.blogspot.com/
Le escribo, de manera atenta y respetuosa, con fundamento en el artículo 8º. Constitucional, para hacerle saber el sentir de muchos que, como yo, amamos a este país del que Usted tiene el altísimo honor de ser su guía y su dirigente.
Quiero, como la inmensa mayoría de los que conozco, que México sea el país líder, el hermano mayor que siempre ha sido para América Latina y por supuesto, el contrapeso en cuestiones internacionales a los embates externos que pretenden doblegarnos. Para lograrlo, necesitamos, que Usted tenga éxito en sus planteamientos, que Usted sepa con certeza lo que le conviene al país y por supuesto, que logre hacerlo.
Sólo se necesita un poco de inteligencia, un mucho de agudeza y más, mucho más de patriotismo.
Pensar que uno solo va a resolver los problemas del mundo, se llama mesianismo y eso, debe estar como al parecer está, muy lejos de sentirlo.
Saber que uno puede afrontar los problemas y tratar de salir adelante, es mucho más fácil. Cuestión de saber, primero, lo que nos afecta y luego, encontrar la forma de atacarlo.
El sentido común nos dice que si el dinero no alcanza, tenemos dos cosas que hacer: gastar menos o ganar más. Así de fácil.
Y, Sr. Presidente, está a nuestro alcance, como mexicanos, lograr las dos cosas como país.
Para gastar menos, debemos empezar por reducir la obesidad del gobierno y permitir tanta iniciativa privada como sea posible. Es decir, sin rendir los rumbos de la nación, permitir que los particulares intervengan cada vez más en los procesos productivos. Pero mucho cuidado: particulares son mexicanos, no extranjeros. Particulares son empresas establecidas, que produzcan y generen riqueza aquí y que aquí, en su país, paguen impuestos, no entes ajenos que sólo busquen chupar nuestra sangre, así sea prieta o morena y luego, ya saqueados y asqueados, nos dejen como cosa que no sirve. Mucho cuidado.
La otra, ganar más, es tan simple como lograr interesar a todos en un juego ganar-ganar. Es lograr que la población, toda, sepa que al pagar impuestos va a tener una contraprestación que le interese.
Nosotros, los mexicanos, estamos acostumbrados a ver llegar individuos sin cultura, ignorantes pero con la medalla de la amistad pegada al pecho, amigos de los que “ya la hicieron” y eso, les da derecho de robar a manos llenas.
Son esos malos funcionarios los que denigran la política, arte de servir, y la convierten en lema de mercenarios, ansia de servirse.
Por eso no pagamos impuestos y menos aún, si sabemos que los quieren sólo para cebarse en nuestro esfuerzo. Por eso no convence a nadie. Y menos con esos impuestos que atacan la razón, ofenden la inteligencia y dudan del contribuyente. Nadie los va a cumplir, ni por la buena ni por la mala. Si se aferra, Sr. Presidente, va a tener un estallido social.
Pero ofrezca Usted algo justo, algo lógico, algo simple y puede cambiar, de una vez por todas, los derroteros de la nación.
Eleve la ganancia mínima para presentar declaración de impuestos, léase Impuesto sobre la renta, a un millón anual. Que sólo quien gane más de un millón esté obligado a presentar declaración de impuesto sobre la renta. Así de fácil y de tajo, deja de perseguir como criminales a más de la mitad de los supuestos defraudadores fiscales.
Lo que deja de recibir no es nada comparado con lo que recibirá si logra hacer que paguen, como es debido, las empresas grandes. Así de fácil.
Deje el impuesto al valor agregado en el 15% actual. No lo mueva. Pero destine dos puntos de esos quince a una cuenta individual de cada uno de los mexicanos y ofrézcales derecho a pensión y servicio médico al cumplir sesenta años. Al cabo cada uno va a velar por su propia cuenta.
Rebasa Usted y por la izquierda el mejor sueño del más populista de los de izquierda.
Imagínese un México en el que todos sus hijos, sin importar color o condición social o preferencias de cualquier tipo, pudiera tener como derecho la seguridad social y sus logros. Imagínese ser el primer país del mundo en lograrlo. Como derecho, como el más excelso de los derechos humanos.
Ya lo tenemos preparado y listo para entregárselo a quien Usted disponga.
Tal vez no lea nunca mi carta.
Tal vez la vea un diputado o un senador, de cualquier partido, no importan los colores, importan el amor a México y ese la proponga. Ojalá.
Tal vez Usted, mi querido lector, que me ha venido siguiendo, no tenga, como no lo tengo yo tampoco, el peso suficiente para hacerle llegar este mensaje al Presidente Calderón.
Pero tal vez, si Usted se lo reenvía a alguien más, tal vez ese sí conozca al Presidente Calderón y le pueda hacer llegar una copia.
Ese tal vez me sostiene y por eso sigo. Quiero un México mejor.
Vale la pena.
Me gustaría conocer su opinión.
José Manuel Gómez Porchini.
Comentarios: jmgomezporchini@gmail.com
www.mexicodebesaliradelante.blogspot.com/
Excelente carta, lastima que los funcionarios no tengan la cultura para entenderla, la enviaré a alguien muy cercano a FCH. ATTE. DAM
ResponderEliminarPero las empresas grandes en lugar de pagar impuestos amenazan con irse del país y dejar a muchos en el desempleo.
ResponderEliminarSi a la empresa grande le presentas una forma en que le sea atractivo pagar impuestos, lo hace. Son comerciantes y saben lo que es ganar-perder y ganar-ganar.
ResponderEliminarA eso hay que apostarle, no a perder-perder.
Saludos
José Manuel Gómez Porchini
Muy buena carta, un tanto inspiradora, vale la pena el sueño, pero, no toda la culpa se la lleva el presidente, si no la materia prima en general de un país, si queremos cambios buenos, hay que empsar cambiando nosotros mismos...
ResponderEliminarsaludos!
Es una buena carta, ojalá sea posible que la lea FCH. el que la escribió de ninguna manera hecha culpas, esta siendo muy propositivo!
ResponderEliminarPues deberian de checar a una que otra empresa establecida en santa fe por la bimbo que su estrategia es conseguir todos los negocios que se puedan en mexico, pero los empleos llevarselos a su matriz sudamericana.
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