domingo, 8 de junio de 2014

El tejido social en Tamaulipas




José Manuel Gómez Porchini / México debe salir adelante              


Cada día las ciencias sociales van utilizando palabras que antes no les pertenecían, como en este caso, en que de la medicina importan el término “tejido”, para darle el apellido “social” y así, tener ya identidad propia dentro de la Sociología.

Ahora bien, para definir el concepto tejido social, es importante citar que se refiere a todos y cada uno de los componentes de la sociedad organizada, es decir, la familia como célula básica, la escuela como soporte de instrucción y por supuesto, clubes deportivos, iglesias, conciertos, cines, teatros, en suma, todo aquello que supone el control social informal de la sociedad, que no es más que aquellos lugares donde a la gente se le señalan límites, reglas de conducta y formas de comportamiento y deben acatarlas so pena de ser excluidos o rechazados.

El gobierno, el que sea, establece el control social utilizando la ley y de ella, su brazo más temido, que es el código penal. ¿Robas? Cárcel. ¿Matas? Cárcel. La respuesta del código penal es la cárcel en casi todas las ocasiones. Bueno, ahora con los métodos alternos de solución de conflictos, al parecer con que se den un apretón de manos el homicida y el padre de la víctima todo queda arreglado, aunque según yo, eso no sucede.

Volviendo al tema, ese tejido social, ese actuar de las instituciones que dan forma y soporte a la sociedad en Tamaulipas y más aún, en todo México, ha sido destruido desde dos vertientes, principalmente: el gobierno y la delincuencia.

Cuando la gente deja de tener confianza en el gobierno establecido, cuando al señor autoridad ya no le confía y por el contrario, lo confunde con el delincuente, en ese momento la sociedad ha perdido por completo quien la dirija y por ende, sus rumbos y cauces los marcan los hechos del día a día.

Por otra parte, cuando la delincuencia toma matices de seriedad entre la población, cuando al bandolero se le tiene por ídolo y a quien mata, por ejemplo y guía, sabemos que la sociedad, que ya no tenía quien la dirija, ha elegido sola un nuevo rumbo: el del dinero fácil y la muerte aún más fácil.

La muerte. Cada ciudadano caído en la lucha contra la delincuencia, cada mexicano que ha muerto por haber confiado en que el dinero fácil sería su solución, va dejando tras de sí viudas, hijos, hermanos, padres, madres, abuelos que no tienen más a quien querer, que muchas veces no tienen una tumba donde llorar o que simplemente ven que los sueños del dinero fácil los llevaron a una muerte fácil.

La realidad es la que ahora cuenta. En Tamaulipas tenemos muchos ejidos y entre ellos, algunos de los más grandes, industrializados y prósperos del país. Vamos a hablar de El Moquetito, Pancho Villa, San Germán y muchos más.

Nos referimos a datos duros, como ahora dicen los que saben de comunicaciones. En el ejido Pancho Villa existen oficialmente 400 huérfanos en un universo de menos de tres mil quinientas personas que son la totalidad de su población. Ahí suman mil trescientos menores registrados en el ejido, casi la tercera parte son huérfanos. Han perdido a sus padres en la batalla contra la delincuencia o por otros motivos, pero huérfanos. Además, hay muchas viudas sin empleo ni forma de ganarse la vida.

Ahora bien, si ya sabemos que tenemos ese universo de huérfanos, que viven de lo que los vecinos, parientes y amigos quieren y pueden darles, en lo que queda vivo del tejido social, me queda una pregunta: ¿quién va a darles cariño y amor? ¿Quién va a llenar el vacío de atención que tienen? Son mexicanos, son menores de edad y no son responsables de su situación. Si nadie los atiende, serán los nuevos sicarios, la carne de cañón que la delincuencia requiere.

El gobierno no ha podido con su obligación, eso ya ha quedado demostrado. El tejido social está fracturado, pues no existe la cohesión necesaria en el tejido social para atenderlos. ¿Quién va a velar por esos huérfanos del ejido Pancho Villa y por todos los demás huérfanos tamaulipecos? Vamos, en la guerra contra la delincuencia emprendida por el gobierno federal que solo ha traído tantos muertos, ¿quién se ha ocupado de los que quedan sin hogar?

México debe salir adelante y necesita el concurso de cada uno de sus ciudadanos. Lo que falta, es la forma de organizarse. La voluntad ya está y el gobierno estorba. Lo invito a sumarse. Vamos por Tamaulipas y por México.

Me gustaría conocer su opinión.

Vale la pena.



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