lunes, 19 de diciembre de 2016

El clima laboral y otras verdades de Perogrullo



José Manuel Gómez Porchini / México debe salir adelante


La Real Academia de la Lengua define como “De Perogrullo, personaje ficticio a quien se atribuye presentar obviedades de manera sentenciosa”[1].

Así, como sentencia que por obvia debe callarse, así son los reportes que del “clima laboral” solicitan los departamentos de recursos humanos a los empleados, pues nadie, en su sano juicio, va a confesar que está harto de las tonterías con que pretenden medir la calidad y calidez del trato de los superiores a los de más abajo.

Hace apenas unos días estuve con un muy importante funcionario de una gran empresa y se empezó a quejar que los de personal le estaban urgiendo a que contestara una encuesta que según le dijeron, servía para medir el grado de aceptación de los funcionarios. Obvio, cuando comenzó y se dio cuenta de la forma tan tendenciosa en que está desarrollada la encuesta, me dijo que le daban ganas de no contestar, pero a pesar de ser anónima, para poder contestar debe indicar su rango, fecha de ingreso, número de empleado y otros indicadores suficientes para identificarlo, así que contestó en los términos que los jefes querían. A usted y a mí nos queda claro que eso no es lo correcto.

Hace pocos días estuve platicando con un empleado, joven, de una gran compañía de telefonía celular que tiene instalaciones en todo el territorio nacional. Me dijo que después de muchos años, está a punto de botar la chamba. Que ahí no le reconocen su trabajo. Que tiene ya muchos años en el mostrador y que ha visto cómo otros empleados llegan, adulan a los jefes y en pocos meses hasta gerentes los hacen. Pero si quiere conservar su dignidad, su valor como persona, necesita hacer un mínimo de ventas para poder tener derecho a vacaciones. Que si no completa esa cantidad, no podrá disfrutarlas y su esposa no podrá ir a visitar a la familia. Ya no está el látigo, ahora se llama “derecho a prestaciones”.

Llegó a mis oídos también el caso de una empresa educativa en la que la posada de los maestros fue en los patios de la escuela, con piñata y tres tamales para cada uno, pagados por la escuela. Por cierto, la posada de los directivos, fue en un restaurant de los más caros de la ciudad y se rifaron refrigeradores, pantallas, electrodomésticos y muchas cosas más. Todos salieron con regalos. En la posada de los maestros no hubo regalos… ya ve usted que los maestros son los que nada más tienen que batallar con los alumnos... en cambio los directivos… ¡entregan el alma por la escuela!

Y aquí es donde a nuestros genios parece que, a pesar de la verdad de Perogrullo, se les olvida que el principal motivador para el empleado es el pago. Puntual, suficiente, remunerador. Y claro, la caricia sicológica, el valorar los esfuerzos del empleado, darle la dimensión que corresponde al esfuerzo de los trabajadores y no considerarlos solo uno más de los costos de producción, con salarios a cargo de una persona moral distinta, una outsourcing que solo busca la forma de pagar menos, claro, a costa de los trabajadores. Total, son los que más aguantan, al cabo tienen necesidad y no se quejan…

Por supuesto, lo básico, lo fundamental que se debe cubrir a los trabajadores, es lo mínimo que indica la ley. Derecho a vacaciones, aguinaldo, seguro social y otras más. Y también, por supuesto, en términos reales, no “ayudando” al obrero para que no pague tantos impuestos, como lo hace la empresa que vende gas y que tiene su origen en la madre patria, Gas Natural Fenosa, que le paga a sus obreros por conducto de outsourcings con una parte de manera legal y otra en “sobrecitos”, para que no les resulten altos los impuestos ni el seguro social… y que les niega el reconocimiento de los riesgos profesionales y de las liquidaciones. Eso en buen cristiano se llama fraude a la seguridad social. Me consta pues ya está presentada la demanda por esos motivos.  

Me gustaría conocer su opinión.

Vale la pena.

José Manuel Gómez Porchini

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