domingo, 20 de mayo de 2012

Educación para conocer los derechos.


Ser maestro tiene muchísimos privilegios, increíbles y maravillosos. Uno de ellos, que por cierto es totalmente colateral, es que para dar clase tengo que ir al aula, obvio… y cuando el aula está en Acapulco, pues tengo que venir a Acapulco.

Fui a clase y todo ha venido siendo de maravilla. Entre clase y clase, vi pasar arena, sol, playa, bikinis y cosas de esas… que bueno, no quiero ser tan…. No sé cómo se dice.

Ahí, en la orilla de la playa, llegó el vendedor de botecitos de aceite para curar todo mal y también, para agarrar color como Palazuelos… así dijo el vendedor y claro, me compré uno para ver si me confunden con él, pues ya pregunté y ya estoy enterado que es un gran galán de televisión.

En la conversación con el vendedor, le pregunté si tenía derecho a seguridad social y se me quedó viendo con ojos de asombro y me pidió le explicara que qué es eso. Empecé de la mejor manera a decirle que si tenía derecho a ir al doctor del Seguro Social, a una pensión para cuando fuera viejito y cosas así. Me interrumpió y me explicó que su patrón le dijo que esos son derechos de los patrones, no de los trabajadores. También me dijo que sólo tiene veinticinco años trabajando con el patrón pero que tiene que cuidar su trabajo porque si falta un día lo despiden y como no tiene contrato escrito no tiene derecho a nada, ya que así le dijo su patrón.

Ahora el de los ojos de asombro fui yo… y todavía no acabo de digerir las palabras del señor que vende botecitos de aceite. Aún no acabo de comprender el tamaño de la ignorancia que le hace pensar que el derecho a seguridad social es sólo para los patrones, cuando lo cierto es que el patrón es el que menos seguridad social tiene… claro, bajo ciertos aspectos.

Ya estoy en el aeropuerto de salida a Monterrey y no quiero irme sin dejar por escrito mi preocupación por la falta de educación, de cultura, de conocimientos de la gente de México.

Aquí, en la barrita del restaurant, mientras espero la salida del vuelo, platicando con un señor le pregunté: ¿qué tema le gustaría ver en el periódico? Y me contestó: -hable de educación. Me dijo que él es ingeniero, egresado del Instituto Politécnico Nacional y que es una institución de primera. Me gustó el tono con que defendió su Alma Mater. Ya ven como soy… le pregunté que por qué quería que hablara de educación, que cómo es que quiere que hable mal de la educación en México si él es profesionista y disfruta de lo que ello implica.

La respuesta: porque debe ser para todos. Debe ser mejor y ayudar a la gente, a cada uno, a sacar lo mejor de sí, no a enseñarles lo que quiere o sabe el maestro. Ahí empezó mi cuestionamiento: La educación: ¿Debe ser para todos por igual? ¿Se debe enfocar a darle a cada uno aquello en lo que es apto para superarlo aún más, a costa de perder áreas en las que no es competente? ¿Cómo encontrar las diferencias? ¿Cómo descubrir las capacidades y sobre todo, las potencialidades de cada uno? ¿Puede una persona ser tan especializada en un tema que omita los demás, a costa de no tener una formación integral? Aún no tengo todas las respuestas.

Me gustaría conocer su opinión.

Vale la pena.

José Manuel Gómez Porchini.
Director General
Calmécac Asesores Profesionales S.C.
Comentarios: jmgomezporchini@gmail.com 


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