Para alcanzar la
grandeza, empieza donde estás, usa lo que tienes y haz lo que puedas.
Tomado del muro de Facebook de Juan Alonso Garibaldi Rodríguez, con autorización del autor.
José
Manuel Gómez Porchini / México
debe salir adelante
Existe la idea muy generalizada de que la mejor manera de
terminar con los problemas económicos es buscando una nueva fuente de ingresos
que permita obtener más de lo que se gasta. Y entonces, como buen mexicano,
como gente que ama a su país, va usted y decide empezar un negocio de… vamos,
de lo que usted quiera. Da lo mismo que quiera dedicarse a triturar piedra que
a vender colchones en abonos o a servir comidas en las fábricas o cualquier
otra idea maravillosa que pudiera tener.
Lo primero que surge es la despiadada fauna de
inspectores, verificadores, encargados de revisión y autorización y demás entes
de gobierno de todos niveles que van a buscar cómo hacerle para obtener su
tajada del negocio que usted quiere empezar. Y créame que no lo van a perdonar.
En otros lares en que he tenido oportunidad de ver nacer y
crecer empresas, el único permiso o autorización que se requiere es el de la
Central de Bomberos, para garantizar que el local cuenta con salidas de
emergencia y disponibilidad de agua en caso de una conflagración.
Aquí, en este México nuestro, ni las principales oficinas
de gobierno cuentan con salidas de emergencia ni tampoco, con hidrantes
suficientes para un caso de emergencia.
Hemos visto tantos y tantos casos de quemados, de
atrapados y de gente que muere por falta de salidas de emergencia, que podría
decirse que lo último que se revisa aquí es ese punto. Pero eso sí le aseguro a
usted, mi querido lector: el día que trate de establecer un negocio, lo primero
que tendrá será a los verificadores de que tenga todos sus papeles en regla,
como si hubiera un manual que establezca cuáles son los que debe mostrar a la
autoridad.
Cierto, está la ley como norma, pero hace falta además de
conocerla, entender cómo es que la aplican los encargados y ahí, en lo
subjetivo de la conducta humana, es donde se pierde la oportunidad de salir
adelante.
Para lograr tener se debe gastar menos de lo que se gana o
ganar más de lo que se gasta, que al final, resulta ser la misma fórmula, pero
presentada de diversas formas.
Y ahí es donde está el círculo vicioso que nos impide a
los mexicanos progresar, el candado que cierra las oportunidades de negocio a
quienes tratamos de hacer que progrese el país, claro, progresando cada uno en
lo particular. En el hecho de que no se cuenta con los medios para iniciar un
negocio en la forma correcta.
Y cuando usted inicia su empresa partiendo de bases
falsas, de puntos de apoyo que no están soportados en nada, entonces su choque
con la realidad del país resulta de tal manera, que abandona todo esfuerzo y
cambia su libertad por unos pesos mal habidos.
Lo cierto es que hace falta que se permita el libre juego
de los creativos, de los inversionistas, de los que desean salir adelante. De
ninguna manera es ilícito vender piedras trituradas ni colchones en abonos ni
comidas en las fábricas. Tal vez, hacer más flexibles las normas para que la
gente pueda estar dentro de lo legal y así, poder controlar lo que se vende.
Tal vez, permitir que los comerciantes disfruten de la posibilidad de un
periodo de gracia en lo que el negocio puede soportar cargas impositivas.
Lo que sí puedo garantizarle a usted, es que si la oferta
de la Secretaría de Hacienda es que el repartidor de refrescos sea quien meta a
la formalidad a los vendedores de comida, vamos a tener muchos problemas de
toda índole. Y además, que no habrá crecimiento económico. Así, no.
Me gustaría conocer su opinión. Vale la pena.
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