El día de hoy, cuando me dirigía a mis labores cotidianas, llegué a comprar el periódico El Porvenir en una tienda de conveniencia, de las que ahora existen muchas en nuestra ciudad. Al pedir cuatro ejemplares, la dependiente me preguntó para qué quería yo tantos, a lo que le contesté que escribo en el periódico y los quiero para guardarlos: dos para mis hijos, uno para mi esposa y otro para mi madre. Así los he venido coleccionando desde que empecé a escribir. Espero me aguanten las ganas para seguir haciéndolo.
Al dudar de mi palabra, tomé el periódico, le enseñé la nota, la leyó y entonces me dijo: -señor, escriba del maltrato de los carretoneros a los caballos. Siempre les están pegando-.
Antes de continuar, déjeme comentarle que en casa, tenemos una perrita Cooker Spaniel color miel, que así se llama: Miel.
Es un regalo a mi hijo Daniel de Armando y Anita, excelentes amigos de Matamoros, ahora vecinos de esta ciudad.
La verdad, la llegada de Miel a la casa, hace casi siete años, constituyó un parteaguas, pues Daniel es fanático de los animales, a José le son indiferentes, a mí simplemente me gustan pero mi esposa, es reacia a aceptarlos. No le gustan ni perros, ni gatos, ni canarios ni animal alguno con plumas y menos aún, que dejen “constancias” de su paso por la casa.
Ya sabrán: conflicto grande. Que Miel necesita casita, que le compren alimento, que si ya le dieron agua, que cuando salimos, habrá que dejarla con el Veterinario o con la Tía Chela o encargada con Doña María, quien ya murió, o de plano, cargamos con Miel en algunos viajes. Imagínense la Mamá… furiosa.
Sin embargo y eso se lo ha dicho a Daniel siempre, si bien es cierto a ella no le gustan los animales, tampoco está de acuerdo en hacerlos sufrir. Por tanto, a pesar de la cara que pone y sus constantes aspavientos, Miel vive una vida cómoda, muelle, juega con Daniel y nosotros, los demás de la casa, no le hacemos daños.
Eso sí, la llevamos a que le corten el pelo, a que la vacunen, a que la revise el Veterinario, tal como si fuera carro y le tocara mantenimiento. Es más, creo que me sale más barato el mantenimiento de la camioneta.
Cabe aclarar que Daniel recibió a Miel en tercero de primara y le ha servido para aprender a tener una obligación, a saber que existe un ser vivo que confía en él, que debe cuidarla en todos los aspectos, incluyendo jugar y sacarla a pasear, como me tocó hacerlo hace mucho, cuando niño en Matamoros y tuvimos siempre, en casa de mis padres, perros en la casa. Siempre fueron animales atendidos, tanto, que mi hermano es Veterinario.
Pero regreso al tema: el maltrato a los animales.
Los carretoneros a que se refería la muchacha de la tienda, usan a los caballos como herramienta, es decir, el caballo es la fuerza que mueve sus carretones para desempeñar sus trabajos. Con una pizca de sentido común, habrían de cuidarlos para que les den mejores rendimientos y no, como lo hacen, explotarlos hasta que los revientan.
Pero no sólo los carretoneros maltratan a sus animales. He visto niños que sólo por jugar, lesionan a los gatos y perros que viven en sus casas o simplemente, que tienen la mala fortuna de pasar frente a ellos.
Existen varios grupos de personas que luchan por evitar el maltrato a los animales. Que bueno. Aplaudo sus esfuerzos. Lo interesante será tratar de entender la razón del maltrato a los animales.
¿Falta de educación? ¿Ignorancia? ¿Problema cultural? ¿Desahogo de frustraciones?
Es interesante analizar la verdad que se encuentra en los dichos populares: borracho no come lumbre, lo que significa que la gente sabe lo que hace, a pesar de que parezca que no está en sus cabales.
En la especie, los carretoneros o cualquiera que maltrata a los animales, está incurriendo en crueldad, misma que igual puede encauzar hacia humanos, es decir, a sus parejas, a sus hijos, a sus familias, a sus padres.
Aquí es donde se torna interesante el asunto: debemos crear conciencia en los niños, tal como lo hicimos con Daniel, que los animales son seres vivos, que sufren y sienten el maltrato y que deberían pensar que es a ellos a quienes se les está inflingiendo el mismo. En ese momento, cambian su actitud. De eso se trata.
A los adultos, carretoneros o no, tal vez la forma de educarlos deba ser distinta… ellos no tuvieron quien les enseñara que los animales son seres vivos y que además, son auxiliares del hombre, desde siempre.
Cuestión de recordar a Rocinante, a Babieca, a Plata y a tantos jamelgos que han sido casi tan importantes como sus amos.
Los nobles brutos, a pesar de ser brutos, son nobles, lo que algunos humanos no son.
Me gustaría conocer su opinión.
Vale la pena.
José Manuel Gómez Porchini.
Monterrey, N.L., a 25 de abril de 2007.
Comentarios: josegomezporchini@yahoo.com
Al dudar de mi palabra, tomé el periódico, le enseñé la nota, la leyó y entonces me dijo: -señor, escriba del maltrato de los carretoneros a los caballos. Siempre les están pegando-.
Antes de continuar, déjeme comentarle que en casa, tenemos una perrita Cooker Spaniel color miel, que así se llama: Miel.
Es un regalo a mi hijo Daniel de Armando y Anita, excelentes amigos de Matamoros, ahora vecinos de esta ciudad.
La verdad, la llegada de Miel a la casa, hace casi siete años, constituyó un parteaguas, pues Daniel es fanático de los animales, a José le son indiferentes, a mí simplemente me gustan pero mi esposa, es reacia a aceptarlos. No le gustan ni perros, ni gatos, ni canarios ni animal alguno con plumas y menos aún, que dejen “constancias” de su paso por la casa.
Ya sabrán: conflicto grande. Que Miel necesita casita, que le compren alimento, que si ya le dieron agua, que cuando salimos, habrá que dejarla con el Veterinario o con la Tía Chela o encargada con Doña María, quien ya murió, o de plano, cargamos con Miel en algunos viajes. Imagínense la Mamá… furiosa.
Sin embargo y eso se lo ha dicho a Daniel siempre, si bien es cierto a ella no le gustan los animales, tampoco está de acuerdo en hacerlos sufrir. Por tanto, a pesar de la cara que pone y sus constantes aspavientos, Miel vive una vida cómoda, muelle, juega con Daniel y nosotros, los demás de la casa, no le hacemos daños.
Eso sí, la llevamos a que le corten el pelo, a que la vacunen, a que la revise el Veterinario, tal como si fuera carro y le tocara mantenimiento. Es más, creo que me sale más barato el mantenimiento de la camioneta.
Cabe aclarar que Daniel recibió a Miel en tercero de primara y le ha servido para aprender a tener una obligación, a saber que existe un ser vivo que confía en él, que debe cuidarla en todos los aspectos, incluyendo jugar y sacarla a pasear, como me tocó hacerlo hace mucho, cuando niño en Matamoros y tuvimos siempre, en casa de mis padres, perros en la casa. Siempre fueron animales atendidos, tanto, que mi hermano es Veterinario.
Pero regreso al tema: el maltrato a los animales.
Los carretoneros a que se refería la muchacha de la tienda, usan a los caballos como herramienta, es decir, el caballo es la fuerza que mueve sus carretones para desempeñar sus trabajos. Con una pizca de sentido común, habrían de cuidarlos para que les den mejores rendimientos y no, como lo hacen, explotarlos hasta que los revientan.
Pero no sólo los carretoneros maltratan a sus animales. He visto niños que sólo por jugar, lesionan a los gatos y perros que viven en sus casas o simplemente, que tienen la mala fortuna de pasar frente a ellos.
Existen varios grupos de personas que luchan por evitar el maltrato a los animales. Que bueno. Aplaudo sus esfuerzos. Lo interesante será tratar de entender la razón del maltrato a los animales.
¿Falta de educación? ¿Ignorancia? ¿Problema cultural? ¿Desahogo de frustraciones?
Es interesante analizar la verdad que se encuentra en los dichos populares: borracho no come lumbre, lo que significa que la gente sabe lo que hace, a pesar de que parezca que no está en sus cabales.
En la especie, los carretoneros o cualquiera que maltrata a los animales, está incurriendo en crueldad, misma que igual puede encauzar hacia humanos, es decir, a sus parejas, a sus hijos, a sus familias, a sus padres.
Aquí es donde se torna interesante el asunto: debemos crear conciencia en los niños, tal como lo hicimos con Daniel, que los animales son seres vivos, que sufren y sienten el maltrato y que deberían pensar que es a ellos a quienes se les está inflingiendo el mismo. En ese momento, cambian su actitud. De eso se trata.
A los adultos, carretoneros o no, tal vez la forma de educarlos deba ser distinta… ellos no tuvieron quien les enseñara que los animales son seres vivos y que además, son auxiliares del hombre, desde siempre.
Cuestión de recordar a Rocinante, a Babieca, a Plata y a tantos jamelgos que han sido casi tan importantes como sus amos.
Los nobles brutos, a pesar de ser brutos, son nobles, lo que algunos humanos no son.
Me gustaría conocer su opinión.
Vale la pena.
José Manuel Gómez Porchini.
Monterrey, N.L., a 25 de abril de 2007.
Comentarios: josegomezporchini@yahoo.com
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