José Manuel Gómez Porchini / México debe salir adelante
Existe un
poema del mexicano Abraham Rivera Sánchez o Sandoval, de ambas maneras aparece
el dato, que se llama “Maestrito de pueblo” y que puede usted encontrar en el
enlace que aparece al final de esta nota (Rivera S. , 2013). Ahí, el hijo pide
el permiso de su padre para ser maestro de escuela y éste se lo niega, por la
baja ubicación en el estrato social de los maestros de pueblo. Sin embargo,
cuando escucha las razones del hijo, con lágrimas en los ojos concede su
autorización y más adelante, incluso muestra su orgullo por la profesión
elegida por su hijo.
Yo no soy
maestro normalista, pero confieso que si hubiera tenido más valor, lo hubiera
sido. Estudié leyes y me ha gustado mi profesión. Tuve la fortuna de poder
ejercerla en un ambiente donde me permitieron estudiar, prepararme y me
exigieron mucho, por lo que debí aprender, lo que ahora trato de transmitir a
mis alumnos en los diversos centros educativos donde tengo el privilegio de
impartir cátedra.
Pero soy
nieto e hijo de maestros normalistas, conozco de cerca los problemas de la
profesión y entiendo perfectamente sus ilusiones y temores. Además, como
abogado, conozco de leyes y sé perfectamente los alcances de una relación
laboral.
La Reforma
Educativa que tanto han publicitado, no maneja contenidos, no utiliza ni
propone métodos ni tampoco busca mejorar la enseñanza. Va solo en pos de la
forma de trabajar de los maestros y lo más triste de todo, es que lo hace
atendiendo directrices de allende nuestras fronteras. Eso es lo que menos se
dice pero lo que más duele.
A raíz de
que nuestro México se incorporó de lleno a la modernidad y trató de ser punta
de lanza en todo, ha buscado imitar, copiar, seguir lo que otros mercados
dictan pero no, nunca, atendiendo lo que sus propios hijos le dicen.
Al llegar
al siglo XXI con tratados internacionales, con esquemas de colaboración amplios
y con dictados de organismos internacionales, de pronto nuestra cultura toda,
nuestra idiosincrasia, nuestra forma de ser comienza a ser trastocada de tajo
al pretender imponernos modas y estilos que nos son ajenos. De pronto, por
instrucciones del tratado de libre comercio, nafta por sus siglas en inglés,
México debe abandonar su tradición jurídica romanística para importar un mal
traducido sistema common law que nada
tiene que hacer frente a la sapiencia de los verdaderos hombres de letras de
Latinoamérica.
Cuando
nuestro Gabino Barreda, el que fue a abrevar de Saint-Simon y Comte directamente
el positivismo y lo trajo a México, para que lo conociera Vasconcelos y lo
aplicara, había en México políticas educativas ciertas, planes por lograr y
apoyos (Garza Salas, 2011). Cierto, luego
siguieron el constructivismo, el conductismo y hasta llegar a la ahora fuente
increíble de riquezas, la llamada “Educación basada en competencias”, cuyo
principal apoyo está en las políticas de la Organización para la Cooperación y
el Desarrollo Económico (OCDE) que es un foro en el que los gobiernos de 30 países
tratan de aprovechar los retos sociales y económicos de la globalización y que
ha logrado hacer multimillonarios a quienes han creado los libros que les
imponen a todos los maestros en México.
Pero
México es el más pobre de todos, el único que no está en posibilidades reales
de competir y en lugar de hacerlo crecer de manera integral, la brecha entre
los que todo lo pueden y lo saben, con estudios en universidades privadas y en
el extranjero, con lo que han aprendido nuestros hermanos, en instituciones
públicas en las que el principal objetivo no es estudiar, cada día es más grande. De
hecho, yo mismo soy egresado de instituciones públicas, en las que no he
encontrado acomodo para impartir cátedra, pero sí en las mejores instituciones
privadas. He ahí una más de las incongruencias del sistema.
De
pronto, las empresas comenzaron a imponer su criterio a las universidades y
éstas a producir lo que el patrón requiere: ahora necesito expertos en apretar
el tornillo izquierdo… ahora que sepan prender el motor desde afuera y cosas
así de puntuales, por lo que las universidades comenzaron a especializar,
costándole al propio alumno, el enfoque de las carreras y así se creó
biotecnología, mecatrónica, editor de medios y muchas más, que responden a
necesidades específicas de las empresas.
El
problema con esos “expertos” es que no pueden salirse del campo al que han sido
confinados. Usted no les puede otorgar otra área de trabajo porque no la conocen
ni tienen la capacitación necesaria para afrontar nuevos retos. Las
universidades están generando “expertos” o “producto terminal” que tiene
conocimiento, pero no pensamiento.
Claro, si
usted elimina las materias “difíciles”: ética, lógica, etimologías y otras así,
el muchacho no va a batallar, pero no tendrá las bases para pensar. Así lo he
comentado ya antes (Gómez Porchini, 2011).
Ahora, a
las maestras que ingresaron a la Secretaría con la mira puesta en lograr una jubilación,
que es la llamada “Reyna de las prestaciones laborales”, después de 28 años de
servicios, de pronto les dicen que no, que ahora han cambiado las cosas y que
deberán laborar dos, tres, cinco años más… y comienza el desazón.
Esa misma
maestra o profesor, que ahora frisa los cuarenta-cincuenta años de edad, que
tiene una vida comprometida con el magisterio y que conoce la forma de operar
del sindicato y de la Secretaría, que son las únicas que México les ha
enseñado, de pronto comienzan a recibir cambios que a ellos les resultan ajenos,
lejanos, imposibles… -ahora vas a aprender computación… -debes recabar
evidencias y exhibir las rúbricas… y otras cosas así de extrañas, de ajenas,
con las que no logran compenetrarse y que tal vez, solo tal vez, ya nunca van a
entender.
Por lo
general el maestro de más de cincuenta años está cansado, cada día tiene más
carga de trabajo de la Secretaría y lo último que quiere es tener que llenar éste
o aquél nuevo plan o participar en eventos para los que no está preparado.
Y llega
el gobierno con su cara de perdonavidas, con sus aires de grandeza y
suficiencia y lo ataca con malas razones, con armas, con despidos y con
ofensas.
Si usted
estuviera a punto de perder su trabajo, su forma de vida, su posible jubilación…
si usted viera una amenaza real, a pesar de que todos los días le dicen que no
pasa nada… ¿usted qué haría?
¿No estima usted que esos maestros merecen una explicación clara? ¿No cree usted que los maestros merecen un mejor trato, así sea para modificar sus condiciones laborales? En la forma está el fondo.
¿No estima usted que esos maestros merecen una explicación clara? ¿No cree usted que los maestros merecen un mejor trato, así sea para modificar sus condiciones laborales? En la forma está el fondo.
Me
gustaría conocer su opinión.
Vale la
pena.
Garza Salas, M. (31
de 07 de 2011). ¿Vocación docente o empleo ante la crisis? (J. Gómez
Porchini, Editor) Recuperado el 22 de 06 de 2016, de México debe salir
adelante: http://goo.gl/nMgtqx
Gómez Porchini, J. (16 de 07 de 2011). Importancia del Docente dentro
de la Institución Educativa como factor de cambio. (J. Gómez Porchini, Editor)
Recuperado el 22 de 06 de 2016, de México debe salir adelante:
http://goo.gl/r5t2tI
Rivera S. , A. (24 de 01 de 2013). Vale la pena. (J. Gómez
Porchini, Editor) Recuperado el 22 de 06 de 2016, de http://goo.gl/IgrprJ
Secundo, México debe salir adelante Lic Porchini. Finlandia, Corea del Sur, Alemania -entre otros-, ya han ejecutado su visión educativa y nuestro país debe, ya, ajustar el rumbo, en miras de un país mejor preparado, atacando el rezago...
ResponderEliminarPor cierto, también hace falta retomar las cátedras de Civismo y Filosofía que fueron descartadas de varios centros educativos.
Reciba un cordial saludo.
Maestro Rodolfo Castellanos.