José Manuel Gómez Porchini / México debe salir adelante
Definitivamente,
desde siempre, la actitud de la gente es la principal característica de las
condiciones de trabajo. Recuerdo perfectamente la película en la que vienen los
siete enanitos de Blanca Nieves de su trabajo, en la mina, todos cantando y muy
alegres, a excepción de uno, Gruñón creo es su nombre, que de todo se queja. Es
decir, al mismo medio ambiente laboral la respuesta de los trabajadores es
distinta dependiendo lo que cada uno carga de penas y alegrías.
Sin
embargo, ahora que he tenido oportunidad de conocer varios centros de trabajo
de diferente índole, he podido ver que aquellos en los que el obrero es
valorado, en donde se le brinda confianza, se le respeta y se le dan
oportunidades de crecimiento, es donde mejor está el trabajador.
Las
empresas que escatiman reconocimiento, salario, prestaciones y demás derechos
que corresponden a la clase menos favorecida, lo único que logran es el
desprecio del obrero y que éste sienta y sepa que no existe afinidad con el
patrón, que nada le debe y por lo tanto, que no hay razón para que haga su
mejor esfuerzo.
Ahí,
cuando los obreros se niegan sistemáticamente a hacer lo posible, a dar lo
mejor de sí, nos encontramos con el mismo problema de los ejércitos: se dice
que el ejército trabaja con tres cosas: un jefe, armamento y alimentos. ¿De
cuáles dos puedes prescindir y el ejército seguirá funcionando? La respuesta
es: puedes dejar de comer y de tener armas pero jamás un ejército funcionará
sin un general al cual la tropa idolatre.
Así debe
ser la empresa. Un lugar donde el trabajador quiera llegar, donde sepa que su
esfuerzo será valorado, el lugar al que puede entregar sus afanes sabiendo que
tendrá, más tarde o más temprano, el reconocimiento que le corresponde que se
ve materializado en diplomas, trofeos, aumentos de sueldo, viajes, premios, en
suma, un lugar donde hacer lo mejor cada día sea la constante y que el patrón
lo vea y lo reconozca, también.
Sin
embargo, he visto morir funcionarios cada vez más jóvenes, entregados
totalmente al trabajo, sin tener una vida, por el temor de que, teniendo un
yerro, el patrón lo despida. Hablo concretamente de la Suprema Corte de
Justicia de la Nación, tal vez uno de los patrones más despiadados en México. Meritorios
sin sueldo por años, Magistrados que llegan y traen a la esposa, a la querida,
a los hijos y hasta a los sobrinos y los acomodan en las mejores plazas de
trabajo y nadie se queja, porque el que lo hace sale.
Y así
podría seguir diciendo de muchas de las dependencias oficiales de nuestro país,
donde la corrupción no es solo aceptar un peso del ciudadano, sino también
permitir y alentar que los reglamentos de trabajo sean violados
sistemáticamente sin pudor alguno.
También
se debe destacar que las empresas privadas, esas que pertenecen a un patrón
determinado, no quedan exentas de los vicios ya descritos. Hace unos días llegó
uno de mis alumnos, profesionista y con estudios de posgrado, quejándose
amargamente del hijo del patrón, que a cada orden que él daba, el hijo del
dueño impartía una distinta y en sentido contrario. No obstante que el
verdadero dueño, el papá, el señor grande, lo ha apoyado siempre, mi alumno me
decía: ya no aguanto tanta intromisión, tanto afán de molestar.
Y a raíz
de que los problemas en las oficinas, en los empleos se han agudizado, han
comenzado a surgir unos “memes” como les llaman ahora, que de entrada han
tomado un apellido “Godínez”, de suyo respetable, para convertirlo en sinónimo
de empleado vejado, maltratado, sin reconocimiento ni respeto y peor aún, sin
una vida propia que valga la pena.
La cereza
en el pastel, digo, para el caso de que usted sea patrón y esté leyendo la
nota, son las “outsourcings” que han convertido la vida del obrero en el peor
sistema de esclavitud humano que pudiera concebir el hombre.
Sin
derecho a participación de los trabajadores en las utilidades de la empresa,
PTU por sus siglas, sin obligaciones patronales, sin relación con el lugar
donde prestan sus servicios, sin conexión con la empresa en la que se supone
debería tener un sentido de pertenencia, ahora existe la renta descarada de
seres humanos, a pesar de estar prohibida por el artículo tercero de la Ley
Federal del Trabajo, mediante la ya autorizada “tercerización” o “outsourcing”
en la que el obrero recibe órdenes de uno pero le paga otro, al que no respeta,
no admira y no le guarda ningún tipo de estimación.
Ya con
esa información, ¿Usted cree que un obrero va a cuidar a la empresa que le está
negando su propia realización? Por favor, medite su respuesta. En ello nos va
el futuro.
Me
gustaría conocer su opinión. Vale la pena.
Tan cierto, uno como trabajador tampoco se "casa" con la empresa debido a la falta de compromiso y de reconocimiento de todo el esfuerzo que uno como trabajador también le invierte a la empresa. Lejos quedaron los tiempos que trabajabas en una sola empresa hasta llegar a la jubilación, lo ví con mis tíos. Son pocas las empresas (realmente pocas) que te dan de alta al 100% en el Seguro, PTU?? Es como el pájaro dodo, ya está extinta y las nuevas generaciones ni la conocemos ni en foto :(
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