José Manuel Gómez Porchini / México debe salir adelante
De pronto veo que nuestros jóvenes y sus padres buscan
mentores, maestros particulares para completar lo que la escuela no da. Y buscan
lo mejor de entre quienes están a su alcance, tal como si fuera cualquier otra
mercancía.
Hace tiempo, la educación era problema de casa y la
instrucción escolar problema de la escuela. Punto final. Ya no. ahora los
padres quieren que al retoño se le eduque en la escuela… pero… ¿y la
instrucción? ¿Esa, la que debe impartirse en las aulas, dónde la van a obtener?
Ha surgido de pronto una industria que va viento en popa y
en la que muchos de mis amigos maestros están inmersos: las clases
particulares.
Desde siempre, los políticos, los artistas y sus hijos,
han disfrutado de maestros particulares para sacar adelante sus estudios. De pronto,
ahora, todos los estudiantes buscan un maestro particular que les ayude a
entender matemáticas, español, historia y en suma, un poco de cada una de las
materias. Pero no crea usted, mi querido lector, que se agota en la educación
primaria, de ninguna manera. Los alumnos van desde primaria, secundaria,
bachilleres hasta profesional y posgrado.
El alumno lo mismo busca el apoyo del docente particular
para las materias de primaria que para las de posgrado. Es la nueva realidad.
Claro, como docente está uno atento para ayudar al joven. Como
mexicano preocupado por la situación actual, veo con tristeza que hayan de
buscar ese apoyo fuera del aula, cuando son cuestiones que ahí deberían
obtener.
Como maestro de posgrado que soy, me he encontrado de
pronto con alumnos que confunden la gimnasia con la magnesia y que no son
capaces de resolver una regla de tres simple, por la simple razón de que
ignoran qué es eso.
Los acentos. Ese tema pareciera tabú. Como que cuando les
debieron haber enseñado la forma de acentuar las palabras, los alumnos se
negaron a aprender y de ahí, que lean, escriban y pronuncien cada barbaridad…
Física, química, matemáticas, ciencias sociales, español y
todas las materias tienen maestros excelentes, que en el aula siempre han dado
lo mejor de sí. Sin embargo, el alumno de ahora como que no quiere batallar,
está muy entretenido en la red, tanto en Facebook como en Twitter, Instagram y todos
los demás distractores que les impiden concentrarse a la hora de clase.
Claro, al día siguiente ellos mismos les piden a los
padres o de manera directa, buscan al maestro que los reciba en su casa, que
vaya a la del alumno o que se vean en un lugar neutral, para completar los
cursos.
El remedio es bueno. Muchas veces el estudiante necesita
reforzar de manera particular lo que ha visto en el salón. Pero la verdad,
ahora como que están abusando de los preceptores particulares.
Lo interesante, es que exista la voluntad de aprender. No importa
que no sea dentro del salón de clases. Ojalá hubiera muchos más con el ánimo de
saber. Y que existamos maestros dispuestos a atender a los alumnos.
Me gustaría conocer su opinión.
Vale la pena.
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