José Manuel Gómez Porchini / México debe salir adelante
Nota aclaratoria: Por primera vez desde
que empecé a escribir mis notas, ésta no es totalmente mía. Es una adaptación
de un texto que me hizo llegar el verdadero autor pero me pidió que no revelara
su nombre. Por respeto lo hago, pero la verdad, el crédito no es mío.
Hace ya varios
días, un muy querido amigo de quien me reservo su nombre por su modestia, pero
que vale oro y que los únicos comentarios que genera son en su favor, me pidió
que escribiera algo, una mínima parte de la historia de vida de Don Martín
Acosta, que trabaja en la Central de Autobuses de Zacatecas.
Empezamos: Conocí a
Don Martín un día que tuve que pasar por Zacatecas. Todo un ejemplo. Inicia sus
labores a las 04:00 am. Es lo que pomposamente ahora llamarían “ejecutivo de
desplazamiento de velices por las vías de comunicación”. Es cargador de
maletas.
Lo que más llama la
atención es que las palomas del lugar lo siguen adonde vaya, obviamente guardando
una distancia que no invade su forma de vida o trabajo, respetando su espacio y
el de sus clientes. Cuando una persona se apiada o él encuentra un pedazo de
pan más tarda en llegar al piso cuando sus palomas ya lo están picoteando, les
habla y les ofrece una disculpa, que ya no hay más que ofrecerles, que no se
desesperen.
Lleva 20 años
trabajando en este lugar. A sus 80 años recién cumplidos el pasado noviembre, Don
Martín, oriundo de Guadalupe, Zacatecas, no ha tenido una falta a su trabajo, ya
que en su humilde casa lo esperan a las doce del mediodía su esposa y sus
palomas. Su sueldo es con base en la generosidad de la gente que les ha ayudado
a llevar la pesada carga con la que viajan. (La metáfora es del autor).
Don Martin le
comentó a mi querido amigo, que su herramienta de trabajo pesa más que él pero
que no se desanima y además dijo: hay veces que se tarda en llegar pero al fin
llega la provisión, es lo que me ha enseñado esta vida, joven. ¡Dios no nos
desampara!
Siguió contándome
mi amigo: Prendí un cigarro y le ofrecí uno el cual aceptó con gran entusiasmo
ya que eran de los "finos" y esos casi no fumaba, fumó conmigo ese
cigarro y ahí fue cuando aproveché para solicitarle una foto con su herramienta
de trabajo y pude otorgarle una ayuda. Me contestó agradecido con Dios primeramente
y con su servidor y aclaró diciendo: ¡Ya ve joven, tarda pero llega! ¡Dios no
nos abandona! Qué manera de darme una lección de vida. Ha empezado de lo mejor
este viaje.
Termina el esfuerzo
de mi amigo diciendo: la idea es hacer rodar su foto e historia por la red para
que cuando alguien asista a la terminal de Zacatecas apoye a este hombre y que
pueda vivir sus últimos años con un poco de alegría.
Hasta ahí, lo que
escribió mi amigo.
Yo añadiría que es
la viva imagen de lo que no quiero para México. Yo escribiría que todos y cada
uno, por el simple y maravilloso hecho de ser mexicanos, todos, debemos tener
derecho a seguridad social, es decir, medicinas, servicio médico y pensión. Es
lo menos que merecemos, todos.
Hoy creo haber
cumplido con la encomienda. Está la foto de Don Martín. Y está la historia que escribió mi amigo.
Me gustaría conocer
su opinión. Vale la pena.
Don Martín Acosta, originario de Guadalupe, Zacatecas. |
No hay comentarios:
Publicar un comentario