José
Manuel Gómez Porchini / México
debe salir adelante
Cada cierto
tiempo se van cerrando los ciclos y empiezan nuevos. Así ha sido desde siempre
y así seguirá siendo. El mejor ejemplo de cómo es que se empieza de nuevo está
en la naturaleza, que cada año nos regala cuatro estaciones y siempre van
siguiendo el mismo orden: primavera, verano, otoño e invierno, para luego,
empezar de nuevo.
Así,
en la vida se van dando sucesiones de bien y mal, se van cerrando ciclos y se
abren unos nuevos para poder avanzar. Mientras no abras la mano para dejar ir
lo que tienes agarrado, no podrás asir nada nuevo. Por eso, debemos deshacernos
de lo que nos estorba para avanzar, dejar el lastre que nos impide continuar el
camino que nos hemos trazado y que debemos entender es nuestra vida.
Hoy,
que ha terminado 2012 y que 2013 empieza, es una oportunidad para sentarnos en
soledad, para reflexionar y analizar qué es lo que hacemos bien y en qué cosas
estamos fallando. Pero debemos ser muy cautelosos: no es válido mentirnos a
nosotros mismos. Nunca podremos engañarnos. Cada uno sabe en su fuero interno
qué es lo que le hace daño, qué es lo que le afecta y qué es lo que debe
cambiar.
Mientras
no exista la verdadera voluntad de cambio al interior de cada uno, no podemos
decir que hemos iniciado un nuevo ciclo.
Las
promesas más fáciles de romper, de olvidar a pesar de nuestra buena intención,
son aquellas en las que de antemano sabemos que no vamos a acatar. En cambio,
lo que sí podemos hacer, lo que sí está a nuestro alcance, es prometernos a
nosotros mismos hacer los pequeños cambios que marcan la diferencia. Decirnos,
a nosotros mismos, que somos capaces y que somos afortunados y para probarlo,
la mejor forma es recordando que estamos vivos y actuando. Así, al entender que
cada día de vida es una maravilla, podremos entender que podemos lograr lo que
nos propongamos, con la sola limitante de que la promesa ha de ser lo más seria
posible.
Yo
lo invito a usted, mi querido lector, a que piense que si ha sido capaz de
soportar hasta ahora los problemas de la vida, entonces es capaz de sobrellevar
lo que la vida le depara. Igualmente, si usted puede hacer la vida a pesar de
que no le den los medios necesarios, puede usted pensar que le falta algo y
así, ese faltante convertirlo en una fortaleza para lograr lo que usted
realmente desea. Lo interesante es tener esa fuerza interior que se llama
motivación y que nadie, absolutamente nadie va a poder sembrarle. Esa es de
usted, nada más de usted y solo usted puede conseguirla.
Por
más que cien o mil motivadores vayan y le ofrezcan el oro y el moro para que
usted cambie su forma de ser, no lo van a lograr mientras usted no lo haya
decidido por usted mismo. Lo único que se necesita para cambiar, es querer
hacerlo. Lo demás, sale sobrando.
Por
eso, lo invito a construir un nuevo ciclo en su vida y si el que sigue es de
nones, cuenta el viejo adagio que será un año de dones. Así habremos de
hacerlo, el año en que los dones lleguen a nuestra puerta y no será por
casualidad, sino por la firme intención que tenemos de que las cosas sucedan.
Usted
haga lo que le corresponde hacer, hágalo bien y a la primera y verá que los
dones llegan solos a su casa. No se necesita más que la voluntad de querer
hacer bien las cosas. El mundo se da cuenta cuando alguien hace las cosas bien
y lo premia. Algunos le llaman karma. Otros, casualidad. Unos más, bendición.
Llámele como quiera, pero hágalo siempre bien.
Vale
la pena. Me gustaría conocer su opinión.
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