Como ha venido siendo costumbre, primero se debe definir
el tema a tratar y en la especie, hoy me refiero a la palabra sacrificio, su
significado y alcances.
Encontré, en la Real Academia, que las definiciones tienen
mucho que ver con los rituales de la iglesia y, por ejemplo, dicen que
significa “ofrenda a una deidad en señal de homenaje o expiación”. También, que
es el “Acto del sacerdote al ofrecer en la misa el cuerpo de Cristo bajo las
especies de pan y vino en honor de su Eterno Padre” y luego, se refiere a la
matanza de animales, especialmente para consumo y a la matanza de personas, en
una guerra o por una determinada causa.
Sin embargo, la definición que más me atrajo es la que
aparece con el número 7 y que dice: “Acto de abnegación inspirado por la
vehemencia del amor”.
Ese es el sentido que me gustaría dar a la nota que hoy
pongo en sus manos, sentido que ojalá logre hacerle llegar.
Sacrificio es el desprendimiento de una madre a favor de
sus hijos, cuando se quita el pan de la boca para darlo sin restricción, como
sacrificio es que el padre permanezca por horas en el centro de trabajo, con
tal de ganar un peso más que le servirá para comprar el regalo que el hijo
quiere. Sacrificio también es cuando alguien se desprende de lo que quiere con
tal de hacer que el otro tenga al menos, un momento de gozo.
El sacrificio es, por tanto, un acto de amor que se
demuestra de mil formas. El estudiante que se queda largas jornadas frente a
los libros, buscando la manera de acrecentar sus conocimientos sin tomar en
consideración que es fin de semana o día de fiesta o cosas así, hace un
sacrificio, de su propia persona, por amor a quienes le costean sus estudios y
también, por amor a sí mismo.
Sacrificio es también, levantarse a muy temprana hora en
la mañana a fin de hacer horas y horas de ejercicio para poder participar en
las competencias que le interesan, como también, quedar sujeto a los golpes que
pueden lastimar al deportista.
De hecho, esta nota nace de una plática en redes sociales
con un alumno a quien lastimaron en un partido y anunció, lo tengo muy
presente: ¡ya puedo caminar de nuevo! Le pregunté que si valía la pena poner en
riesgo la integridad física definitivamente por un juego y su respuesta, que
fue una nueva pregunta, me llamó la atención: ¿Vale la pena seguir a tu corazón
y morir sin quedarse sin ganas de haber hecho algo en tu vida? Incluso, me
comentó que lo lastimaron en un partido de futbol americano, un golpe dado con
mala intención por parte de un contrario.
Para él, joven y con mucho empuje, no es válido morir sin
haber hecho el intento. Es decir, propone que debe seguirse el dictado del
corazón para hacer lo que se desea.
Ahí es donde encaja el sacrificio. ¿Es válido sacrificar
una carrera, una vida a futuro por un juego mal manejado? ¿Es correcto perder
todo por un momento de felicidad?
O por el contrario, ¿ha de sacrificarse la emoción de
vivir por guardar las formas?
¿Hasta dónde ha de sacrificarse la vida en aras de brindar
a los suyos la tranquilidad que deben merecer?
Ojalá me ayude a despejar la duda.
Me gustaría conocer su opinión.
Vale la pena.
José Manuel Gómez
Porchini.
Director General
Calmécac Asesores
Profesionales S.C.
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