Ha habido cambios de forma y de fondo en la
manera de administrar la justicia en Nuevo León. Han cambiado los edificios y
el mobiliario, como ha modificado su rostro el personal humano que ahí labora.
Hace unos días tuve que comparecer a una
audiencia confesional a cargo de la parte contraria en un asunto, uno de esos
asuntos a los que los abogados vamos casi con gusto, pues son el pan de todos
los días, aún cuando para los litigantes, es decir, para quienes son los dueños
de las penas y los centavos en juego, sea lo más importante.
Me llamó la atención sobremanera el desempeño
realizado por el Secretario de Acuerdos del Juzgado que dirigió la Audiencia y
de eso quiero hoy comentar con usted.
Primero, el local donde habría de celebrarse
la Audiencia. La Sala de Audiencias, dijeron. Y allá fuimos. Antes las
audiencias, cuando había, eran en un rincón del juzgado, entre alteros de
expedientes, archiveros desvencijados y restos de tortas de huevo con chorizo. Hoy,
la Sala de Audiencias merece el nombre con mayúsculas.
Siguió la audiencia. La C. Juez se presentó,
realizó las formalidades de ley y presentó al C. Secretario, de quien dijo que
habría de conducir la audiencia. Segundo cambio. El Secretario, con voz muy modulada,
pero con firme entonación, dijo lo que habría de hacerse y nosotros, los
abogados participantes, acatamos sus instrucciones. No dio oportunidad de otra
cosa.
Terminada la etapa normal, vinieron las
preguntas adicionales. Yo formulé lo que a mi derecho convino y el C. Secretario,
muy propio, anunció que habría de ser la C. Juez quien calificaría de legales o
no, las posiciones formuladas. Créame que por eso ya no seguí formulando más. Tercer
cambio. Son reales las calificaciones y la postura del Secretario.
Al terminar la audiencia, cuando ya no restaba
más que firmar, felicité al C. Secretario por su manera de conducirse, por la
propiedad de su manejo, por la sobriedad de sus términos.
Es más, déjeme decirle a usted, querido lector,
que mientras un propio acudía ante la C. Juez a que se calificaran las
posiciones adicionales, los participantes en la audiencia comentamos diversas
generalidades, para pasar el rato. ¿Y el C. Secretario? Muy formal, sin
comentario alguno, hasta que volvió el documento que ordenó, con voz suave,
baja, modulada pero de manera imperativa que se guardara silencio. ¡Ni en la
escuela se obtiene ese nivel de atención!
Cierto, el Poder Judicial tiene muchas fallas.
Sus dirigentes son humanos y por ende, perfectibles. Pero me atrevo a asegurar
que mientras existan jóvenes que confíen en el Derecho y traten de hacerlo
crecer, como el C. Secretario de Acuerdos, que le dan valor al puesto, habrá
una esperanza.
Me gustaría conocer su opinión.
Vale la pena.
José Manuel Gómez Porchini.
Director General
Calmécac Asesores Profesionales S.C.
Comentarios: jmgomezporchini@gmail.com
y entonces cual es la importancia ya no entendi? que papel juega el secretario de acuerdos, porque debe dar fe a todo lo que dice el juez?
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