José
Manuel Gómez Porchini / México debe salir adelante
Estamos en época
de precampañas, que ya, para casi todos los efectos ante la gente, son
verdaderas campañas con todo lo que estas llevan.
Los candidatos,
como siempre, prometen construir el puente y también el río que ha de pasar por
debajo. La gente, como siempre, sigue creyendo porque tiene la necesidad de
confiar en que alguien desde arriba ha de resolver todos sus problemas,
olvidando que cada uno es creador de su propio destino.
Y ya, ahora,
tenemos a la tecnología como una realidad que nos invade cada día más en todos
los aspectos de la vida. Hoy tuve oportunidad de ver el vídeo de un camión que
no utiliza conductor pues es manejado por computadora y que hizo su viaje
inicial de primer envío comercial en Colorado, U.S.A., fabricado por OTTO,
empresa que así los produce.
También seguimos
teniendo los programas de cliente frecuente que ya manejan la inmensa mayoría
de las empresas y que consiste que en cada operación que usted hace, la quinta
es gratis, o le abonan puntos, o le hacen descuentos o le devuelven efectivo y
más.
Los bancos, por su
parte, luchan por alcanzar mayores mercados y se pelean a los cuentahabientes,
cuando su población destino es solo de aquellos que cumplen varios requisitos:
tener documentos de identidad (con lo cual se elimina a más del diez por ciento
de la población), que no necesite el dinero (lo que elimina al 90% de los
mexicanos) y además, que tenga bienes para garantizar el préstamo.
Definitivamente, así no han de conseguir clientes.
Pero estamos en
posibilidad de sumar esos tres factores: la necesidad de tener más
cuentahabientes, los programas de lealtad al cliente y los avances de la
tecnología.
Sumados, nos
pueden llevar a resolver un problema cada vez más grande y que pone a un
altísimo porcentaje de mexicanos en graves problemas: la falta de seguridad
social, entendiendo ésta como pensión, servicio médico, guarderías; préstamos
para estudio; canchas deportivas y mucho más.
Esa suma consiste
en crear una tarjeta de cliente frecuente, proporcionada por el Gobierno
Federal, que asuma un porcentaje del Impuesto al Valor Agregado, IVA por sus
siglas, de manera que en cada operación que haga cada uno de los mexicanos,
deslice la tarjeta y obtenga, vía electrónica, el equivalente a dos o tres
puntos de IVA para que le sean acreditados en una cuenta bancaria a su favor.
Ahí, estamos hablando de ciento veinte millones de cuentas y todas con
depósitos más frecuentes de lo que se puede usted imaginar.
Entran en juego la
tecnología; el servicio de banca y los programas de cliente frecuente. El
resultado sería que la gente, al saber que de cada operación va a tener algo
para su retiro, exigirá que la operación quede registrada. Cambiarían el nombre
del dueño del teléfono o de la luz de la casa, que está a nombre del abuelo que
murió hace treinta años para ponerlo a su nombre y así, generar en su favor.
También, al pedir
que la operación se registre, se abatirían la evasión y elusión fiscales por
concepto de IVA, pues el cliente pediría el registro de la operación.
Tendría Hacienda
ciento veinte millones de inspectores fiscales dispuestos a informar cuando un
proveedor se niegue a registrar la operación, pues perderían su parte.
Ya no es problema
la terminal punto de venta, ya que desde cualquier celular se puede hacer la
operación.
Lo único que se
necesita es la voluntad política para hacerlo valer.
Yo quiero a México
y quiero que las cosas cambien. Ojalá me apoye difundiendo la propuesta y en
todo caso, si usted es amigo de uno de nuestros próceres, dígale que ya existe
una propuesta válida. Está publicada íntegra. Está a la orden de México. Está a
sus órdenes.
Me gustaría
conocer su opinión.
Vale la pena.
José Manuel Gómez
Porchini
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