José
Manuel Gómez Porchini / México debe salir adelante
Hace
unos días recibí de Juan Pablo Sandoval, mi alumno, hoy ya catedrático de
posgrado y funcionario en una empresa automotriz de primer orden, la invitación
para acudir al Campus Saltillo de la Universidad del Valle de México, UVM por sus
siglas. En la plática, recordamos que ya son siete años de que tuve el
privilegio de compartir con él el aula, precisamente en ese hermoso Campus.
Hoy
fue la charla. Lo primero que hice fue explicar por qué no me refería a la Mesa
de Honor como Presídium. Y aquí transcribo las razones.
presídium
Del
ruso prezidium, y este del lat. praesidium 'guarnición militar'.
Escr.
con may. inicial en acep. 1.
1. m.
En algunos países socialistas, órgano superior de gobierno. El presidente del
Presídium del Sóviet Supremo de la URSS.
2. m.
En algunos partidos u organizaciones políticas de ideología marxista, comité de
dirección[1].
presidio
Del
lat. praesidium 'guarnición militar', 'protección', 'ayuda'.
1. m.
Establecimiento penitenciario en que, privados de libertad, cumplen sus
condenas los penados por graves delitos.
2. m.
Conjunto de presidiarios de un mismo lugar.
3. m.
Pena consistente en la privación de libertad, señalada para varios delitos, con
diversos grados de rigor y de tiempo.
4. m.
Guarnición de soldados que se ponía en las plazas, castillos y fortalezas para
su custodia y defensa.
5. m.
Ciudad o fortaleza que se podía guarnecer de soldados.
6. m.
p. us. Auxilio, ayuda, socorro, amparo.
7. m.
pl. Pena de servir forzado en las guarniciones de castillos y fortalezas, que
se imponía a ciertos reos. Condenado a presidios[2].
Es
decir, ambos términos tienen la misma raíz, “guarnición militar”, lo mismo que
prisión, prisionero y otros más. Pero nunca, es aceptada como integrantes de la
mesa de honor en una ceremonia cívica, escolar o diplomática. Es decir, el uso
cotidiano que se le ha venido dando a esa expresión, es equívoco. Y expliqué que,
así como ese, existen muchos otros términos que se dicen significando algo y el
receptor entiende una cosa distinta.
Acto
seguido y atendiendo al método, que significa el camino que conduce a una meta
o a un fin, pues proviene de los vocablos griegos metha que quiere decir
hacia o más allá y de hodos, que es camino, en primer
lugar, vamos a definir a la Ética y lo hacemos en los términos que utiliza el
Diccionario de la Real Academia Española de la Lengua y dice así:
4. f. Conjunto
de normas morales que rigen la conducta de la persona en cualquier ámbito de la
vida. Ética profesional, cívica, deportiva.
5. f. Parte
de la filosofía que trata del bien y del fundamento de sus valores[3].
Antes de
esas, aparecen otras tres definiciones que no tienen relación alguna con lo que
aquí vamos a comentar.
También habrá
que definir negocio y queda así: el término negocio proviene del latín negotium,
un vocablo formado por nec y otium (“lo que no es
ocio”)[4].
Es decir, se debe interpretar como la negación del ocio.
Ahora, que ya
sabemos el significado de ética y de negocio, surgen las preguntas, conforme a
la definición: Conjunto de normas morales. ¿Qué es moral? ¿Moral… para quién?
A los
abogados se nos inculca, como parte de nuestra formación profesional, que hay cuatro
tipos de reglas de conducta que el hombre debe acatar para poder vivir en
sociedad: normas morales, normas religiosas, convencionalismos sociales y
normas jurídicas.
En mi
opinión, son conocimientos que todos deberíamos tener. Ahora bien, a los
profanos en las materias de derecho, ¿Quién, cómo, cuándo, dónde, les explican
la diferencia entre el bien y el mal y los fundamentos de esos valores?
Es parte del
sentido común, podrá decirse. Sin embargo, es vox populi que es el
menos común de los sentidos.
Y son
conceptos subjetivos. El bien. La bondad. Valor. Justicia. Ética y todos los
que así aparecen. ¿Cómo se miden? Al ser términos y conceptos subjetivos, no
pueden medirse con las unidades de medida que conocemos. Y ahí pregunté por el
valor de una arroba, la unidad de medida. Comenté que es un símbolo que se
utiliza desde la Roma antigua para referirnos a once kilos y medio pero que ahora,
la gente de informática, la utiliza para las direcciones electrónicas.
Y regresamos
al tema. Al punto toral. ¿Qué es ético para el negocio y para la organización?
O más bien, debemos partir desde el principio. ¿Qué es ético para el individuo?
En un texto
de Alfredo Páez[5]
que es en mi poder, aparecen las siguientes aplicaciones del razonamiento
ético:
1.- La ética de resultado final se refiere a
hacer lo necesario para obtener el mejor resultado posible, incluso mentir.
2.- La ética del deber consta en nunca
participar en algo que sea incorrecto o que implique la mentira.
3.- La ética del contrato social se basa en
las opciones tácticas de una conducta que es apropiada en la comunidad.
4.- Por último, la ética personal se basa en
consultar tu conciencia y decidir si tu necesidad justifica las tácticas de
engaño o deshonestas.
Ahora sí, yo
me hago la siguiente pregunta: ¿habrá en realidad una ética para cada caso o
solo una ética, la que debe regir la vida del hombre?
Es una
interrogante que solo podrá ser contestada por cada uno.
Sin embargo,
la empresa no puede, nunca, bajo ningún concepto, abusar de la necesidad de la
gente de conseguir el sustento diario.
Jamás la
empresa ha de someter al obrero a prácticas ofensivas ni a descalificaciones
absurdas. El patrón no debe obligar al empleado a que realice prácticas ajenas
a sus costumbres, a su tradición, a lo que se estima correcto. Y tiene especial
relevancia ahora que han llegado a nuestro país patrones de allende las
fronteras, que lo mismo son de costumbres orientales que adoran a dioses y deidades
que nos son ajenas. Dice el dicho y dice bien: a la tierra que fueres, haz lo
que vieres. Si el patrón llega a esta tierra, ha de aceptar nuestras
costumbres.
Y siguió la
ronda de preguntas y respuestas, que fueron las que más valor le dieron a la
charla. Quedó grabada, gracias al esfuerzo de Joaquín Galván. Ahí terminó la
reunión, pero me quedó el sabor que deberá repetirse.
Me gustaría
conocer su opinión. Vale la pena.
José Manuel
Gómez Porchini
Orgullosamente
mexicano.
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