José Manuel Gómez Porchini / México
debe salir adelante
La Real Academia de
la Lengua define como “De Perogrullo,
personaje ficticio a quien se atribuye presentar obviedades de manera
sentenciosa”[1].
Así, como sentencia
que por obvia debe callarse, así son los reportes que del “clima laboral”
solicitan los departamentos de recursos humanos a los empleados, pues nadie, en
su sano juicio, va a confesar que está harto de las tonterías con que pretenden
medir la calidad y calidez del trato de los superiores a los de más abajo.
Hace apenas unos días
estuve con un muy importante funcionario de una gran empresa y se empezó a
quejar que los de personal le estaban urgiendo a que contestara una encuesta
que según le dijeron, servía para medir el grado de aceptación de los
funcionarios. Obvio, cuando comenzó y se dio cuenta de la forma tan tendenciosa
en que está desarrollada la encuesta, me dijo que le daban ganas de no
contestar, pero a pesar de ser anónima, para poder contestar debe indicar su
rango, fecha de ingreso, número de empleado y otros indicadores suficientes
para identificarlo, así que contestó en los términos que los jefes querían. A
usted y a mí nos queda claro que eso no es lo correcto.
Hace pocos días
estuve platicando con un empleado, joven, de una gran compañía de telefonía
celular que tiene instalaciones en todo el territorio nacional. Me dijo que
después de muchos años, está a punto de botar la chamba. Que ahí no le
reconocen su trabajo. Que tiene ya muchos años en el mostrador y que ha visto
cómo otros empleados llegan, adulan a los jefes y en pocos meses hasta gerentes
los hacen. Pero si quiere conservar su dignidad, su valor como persona,
necesita hacer un mínimo de ventas para poder tener derecho a vacaciones. Que si
no completa esa cantidad, no podrá disfrutarlas y su esposa no podrá ir a
visitar a la familia. Ya no está el látigo, ahora se llama “derecho a
prestaciones”.
Llegó a mis oídos
también el caso de una empresa educativa en la que la posada de los maestros
fue en los patios de la escuela, con piñata y tres tamales para cada uno,
pagados por la escuela. Por cierto, la posada de los directivos, fue en un
restaurant de los más caros de la ciudad y se rifaron refrigeradores,
pantallas, electrodomésticos y muchas cosas más. Todos salieron con regalos. En
la posada de los maestros no hubo regalos… ya ve usted que los maestros son los
que nada más tienen que batallar con los alumnos... en cambio los directivos… ¡entregan
el alma por la escuela!
Y aquí es donde a
nuestros genios parece que, a pesar de la verdad de Perogrullo, se les olvida
que el principal motivador para el empleado es el pago. Puntual, suficiente,
remunerador. Y claro, la caricia sicológica, el valorar los esfuerzos del
empleado, darle la dimensión que corresponde al esfuerzo de los trabajadores y
no considerarlos solo uno más de los costos de producción, con salarios a cargo
de una persona moral distinta, una outsourcing
que solo busca la forma de pagar menos, claro, a costa de los trabajadores. Total,
son los que más aguantan, al cabo tienen necesidad y no se quejan…
Por supuesto, lo
básico, lo fundamental que se debe cubrir a los trabajadores, es lo mínimo que
indica la ley. Derecho a vacaciones, aguinaldo, seguro social y otras más. Y también,
por supuesto, en términos reales, no “ayudando” al obrero para que no pague
tantos impuestos, como lo hace la empresa que vende gas y que tiene su origen
en la madre patria, Gas Natural Fenosa, que le paga a sus obreros por conducto
de outsourcings con una parte de manera
legal y otra en “sobrecitos”, para que no les resulten altos los impuestos ni el
seguro social… y que les niega el reconocimiento de los riesgos profesionales y
de las liquidaciones. Eso en buen cristiano se llama fraude a la seguridad
social. Me consta pues ya está presentada la demanda por esos motivos.
Me gustaría conocer
su opinión.
Vale la pena.
José Manuel Gómez
Porchini
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