José Manuel Gómez Porchini / México debe
salir adelante
Hace apenas un
instante, en el tiempo, nos preparamos para darle la bienvenida al 2015. Pusimos
nuestros sueños y nuestras esperanzas en que el nuevo año sería el mejor de
todos. Hoy, cuando recién acaba, nos damos cuenta que el año fue igual que
todos: bueno para los que trabajaron y malo para los que se dedicaron al
dispendio de tiempo, dinero y energías en cosas inútiles.
Ahora que 2016
reúne arrestos para llegar, pues a pesar de que lo esperamos con ansia no se
decide a llegar, hemos de hacer como todos los años el recuento de lo que se
queda y de lo que realmente perdimos. Nos queda la vida, el amor de la familia,
la importancia de la amistad y algo de salud. La suficiente para seguir
teniendo sueños. Perdimos miedos, dejamos atrás amigos y amores que pensamos
que no podríamos vivir sin ellos pero ahora, al paso de los tiempos, nos damos
cuenta que todas las heridas cierran con la complicidad de los años, pues entre
ellos saben lo que uno necesita.
Nos quedan
ilusiones, esperanzas en el futuro y la seguridad de que siempre habrá un
mañana mejor. Dejamos atrás los resentimientos, las tristezas y los dolores,
pues no caben en el mismo corazón dolor y alegría, tristeza y entusiasmo,
resentimientos y la ilusión de ser y hacer más.
Las promesas de
siempre, pero ahora sí, con la intención de lograrlas: querer más a los míos;
hacer más con menos y buscar como fin último la alegría para todos.
Con eso, 2016
será ¡un año de lujo!
Me gustaría
conocer su opinión.
Vale la pena.
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