José Manuel Gómez Porchini / México debe
salir adelante
Ahora que las
redes sociales se han encargado de magnificar los problemas pero que también
han sido tanto la forma de solucionarlos como el vehículo para hacer saber esas
soluciones, en México existe un problema real, grave, que día a día duele más y
va tomando tintes de catástrofe: La seguridad social. Más bien, la falta de
seguridad social.
En números
gruesos, somos ciento veinte millones de mexicanos. Disfrutan de acceso a
servicios de seguridad social, medicina y pensiones, aquellos asalariados que
son afortunados al haber sido inscritos en algún sistema de seguridad social de
los muchos que coexisten en el país, recordando que cada uno tiene sus propias
reglas y sus propios requisitos. Así, pueden formar parte de los más numerosos,
los del Instituto Mexicano del Seguro Social, IMSS, de los oficiales de
gobierno, es decir, los que cotizan en el Instituto de Seguridad y Servicios
Sociales para los Trabajadores del Estado, ISSSTE, de alguno de las más de
treinta y cinco universidades públicas que proporcionan seguridad social por sí
mismas, de los que brindan las grandes empresas paraestatales, como los bancos,
Comisión Federal de Electricidad, CFE; Petróleos Mexicanos, Pemex; Banobras,
Fuerzas Armadas y unos cuantos más. En total, cerca de veinte millones de
mexicanos tienen derecho por sí a seguridad social. A esos veinte millones,
habrá que sumar cuarenta millones más, que son los padres, cónyuges e hijos,
que resultan ser derecho habientes.
Sin embargo,
falta otro tanto de mexicanos, sesenta millones por brindarles protección y así
como están las cosas, ni el IMSS ni el Seguro Popular, que por cierto, carece
de clínicas, médicos y forma de brindar apoyos, ni ninguna otra dependencia de gobierno
serán capaces de soportar el costo de esa asignatura pendiente.
Y tenemos así los
grandes problemas que más laceran a nuestro país: los maestros que han luchado
contra viento y marea, sin conocer bien qué es lo que tienen que hacer; los
propios usuarios de redes sociales que difunden notas que nada tienen que ver
pero que como están impresas les conceden credibilidad y cito: consideran un
hecho la fusión entre IMSS e ISSSTE y que ambos habrán de cobrar por los
servicios. Al respecto digo: algún día lo podrían hacer, pero para ello,
necesitan cambiar la ley vigente y no existe, no públicamente, iniciativas en
ese sentido. Lo que circula es la tabla de costos cuando el IMSS brinda
servicio médico a personas que no tienen derecho, es decir, cuando se atiende a
un ajeno.
Maestros, gente
sin seguridad social, falta de transparencia de gobierno, evasión y elusión
fiscales a todo lo que da, sin medida alguna de gobierno que contenga la
defraudación fiscal; el fraude a la seguridad social que significa tener un
obrero pagándole de manera formal unos pesos y con ese salario darlo de alta,
cuando la diferencia (que es mayor al salario) se paga por separado y muchos
bemoles más. No existe interés de nadie por solucionar los problemas y así seguirán,
a pesar de lo que el SAT diga y haga.
Sin embargo he
aprendido que una cultura de años, que una forma de conducirse del colectivo
formal puede fácilmente cambiar cuando ese mismo colectivo tiene interés en el
cambio. Eso es lo que ha de hacerse ahora en México.
En 2004 presenté
a consideración de la Academia, del foro jurídico y luego ante muchos otros
foros, la forma de otorgar servicio médico, pensión, seguro de desempleo,
protección a migrantes y muchas otras cuestiones que entran en la más amplia
acepción que merece la expresión seguridad social. No se agota en el servicio
médico y la pensión. Debe velar por la integridad de la persona, desde el
nacimiento hasta más allá de la muerte y para ello, ha de intervenir, siempre
respetando los derechos y garantías de la persona.
No he cejado en
los afanes porque se torne realidad y ahora, que han cambiado muchas cosas, que
tenemos nuevos tiempos y que la gente es distinta, de nuevo enarbolo mi
propuesta para hacerle saber a los gobernantes que es posible brindar seguridad
social a la totalidad de la población tomando el equivalente a dos o tres
puntos del Impuesto al Valor Agregado, IVA, mediante una tarjeta tipo “cliente
frecuente” que le brindaría a cada uno de los ciento veinte millones de mexicanos,
la tranquilidad de que el futuro está asegurado.
Cada quien será
titular de su propio sistema de seguridad social, de manera que los que ahora
coexisten, no perderían su vigencia pero sí, se aliviaría su carga al
proporcionar una forma de quitar presión a la recaudación de fondos para
pensiones. Esas cuentas serán individuales, sin acceso del gobierno a las
mismas y así, se garantiza su libre disposición, con la restricción que en el
propio proyecto se establece.
Desde el primer
día de vigencia del sistema, pueden cubrirse las pensiones que faltan, pues
siempre habrá dinero, ya que al ser tres los tipos de personas que tendrán
cuentas: personas físicas, morales de derecho privado y morales de derecho
público, los fondos de éstas últimas servirán para garantizar la seguridad
social de los que nunca compran, de los que ya alcanzaron la edad o de quienes
ya disfrutan de una pensión pero raquítica. La propuesta garantiza, al menos,
dos salarios mínimos por persona para garantizar una vida digna.
Cuando compren
las personas morales de derecho privado, las empresas, los fondos se irán a una
cuenta de la que solamente podrá disponerse para el pago de impuestos, lo que
nos garantizaría mejor recaudación.
Todo lo demás
está en mi blog. Está a sus órdenes. Es por México.
Me gustaría
conocer su opinión.
Vale la pena.
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