José Manuel Gómez Porchini / México debe salir adelante
Quienes nos hemos
dedicado al litigio laboral, conocemos la opinión que muchos patrones tienen de
los juicios obreros: dales dinero y se arreglan. O la más fácil: a ti, abogado,
te doy lo que sea pero ni un cinco para el trabajador. Y piensan que así van a
quedar satisfechos y arreglados los asuntos.
Lamentablemente,
si bien es cierto que en las juntas, tanto en las federales como en las
diversas locales, los trámites son lentos y hasta podría decirse tortuosos,
también es cierto que quien logra acreditar su dicho obtiene el triunfo y para
ello, no se requiere ser muy sabio. Dedicado, sí.
Y ése es el punto
a comentar. He tenido oportunidad de ver y conocer de litigios que se pierden,
en contra del patrón, porque piensan que el obrero no les va a hacer nunca
nada, que como son funcionarios públicos, o representantes de partidos
políticos, o comerciantes adinerados o artistas famosos, nadie va a dictar en
su contra un auto de ejecución. Y la verdad es que sí existen esos autos y sí
les embargan carros, casas, cuentas bancarias y toda suerte de propiedades.
Reciben la
notificación inicial de la demanda y tan fácil como no acudir. ¿Ves? ¡No fui y
no me pasó nada! Claro, lo que no sabe es que apenas va empezando el proceso y
faltan pasos, pero van a llegar y algún día se dictará el auto de ejecución y
entonces andarán buscando quién les arregle, claro, con unos cuantos pesos, el
mayúsculo problema en que están inmersos.
Es cuando el
patrón, desesperado, busca a un abogado que haga milagros o un nivel más allá.
Dicen: ¿Cuánto me cuesta que me quite el problema de encima? Y uno revisa el
expediente, no lo que le cuentan y el diagnóstico es: Hay laudo firme, con
orden de ejecución en su contra por cien mil pesos. Yo le sugiero que busque al
trabajador y negocie con él. ¿Usted cree que con diez mil pesos tenga el
trabajador? Es la pregunta del patrón. Mi respuesta: Vaya usted a tratar con
él.
Claro, el
trabajador ya está asesorado, ya siguió un juicio, tiene dos o tres años de
estar peleando por lo que es de él legalmente y por supuesto que no va a
acceder.
Promueva un
amparo, dicen. Perfecto. Le va a costar tanto y sin embargo, el asunto va a
seguir igual. Hay que pagar. Puedo ganar tiempo para usted, pero al final, va a
pagar.
Después de dos o
tres amparos, cuando ya le van a ejecutar, nos pregunta el cliente: ¿Y por qué
tengo que pagar?
Porque no tuvo
asesoría jurídica preventiva, es decir, antes de tener el problema con el
trabajador, pero es parte de la cultura de los mexicanos. Lo jurídico es para
cuando el asunto ya se perdió, no para prevenir los litigios.
Y así siguen los
patrones, arrogantes, sabiendo que con dinero arreglan todo; pero, a veces, el
dinero no es suficiente cuando la empresa trató a todos mal.
Lo ideal sería
que buscaran el consejo jurídico antes de que las cosas vayan mal. Ése es el
ideal, el deber ser. México es distinto, pero está cambiando. A eso habremos de
apostarle.
Me gustaría
conocer su opinión.
Vale la pena.
Estoy muy de acuerdo con el hecho de que nuestra forma de pensar y actuar está encaminada a la solución de los problemas. En las últimas décadas estamos descubriendo eso de la prevención. Prevención pienso, no sea otra cosa que una buena educación humana.
ResponderEliminarComo siempre, tiene usted toda la razón. aunque esta hipótesis no se da en las grandes empresas, que tienen un cuerpo de abogados capacitados para atender estos casos; se da mas bien en asuntos individuales que, en el caso del patrón demandado, siempre espera que el asunto no trascienda. ya se desengañará con el tiempo.
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