José Manuel Gómez Porchini / México debe
salir adelante
La solidaridad con el núcleo social básico, la familia,
construye los lazos que permiten que entre hermanos, primos y demás, se ayuden,
se “den la mano” y entre todos, logren salir adelante. Sin embargo, esa unión,
esa solidaridad no va más allá de ese núcleo. De hecho, no trasciende ni a la
escuela, que debería ser el segundo hogar, ni a la colonia o barrio, ciudad,
estado y por ende, mucho menos al país.
Y el problema parece ser que tiene su origen precisamente
en el seno del hogar. Mucha gente dice que “en mis tiempos” los padres
obligaban al niño a hacer las cosas; que no iban por ellos a la escuela; que no
les hacían la tarea y a pesar de esas carencias, lograron terminar estudios,
hacer la vida y ahora, se sorprenden de que la sociedad sea tan apática, que no
haya quien pretenda ayudar a los demás y menos quién haga un esfuerzo o
sacrificio por la gente.
Cuando en casa se le niega a los menores la posibilidad de
disfrutar de la satisfacción del deber cumplido, cuando se le niega la
oportunidad de que hagan tareas de las cuales se sientan orgullosos y luego las
puedan platicar como sus triunfos, se van creando seres insensibles, ajenos al
dolor humano y que ignoran el sabor del triunfo, pues siempre han tenido todo
al alcance de la mano.
Conste, no es de dinero de lo que hablamos, sino de la
satisfacción que produce saberse autor de algo, una tarea, cambiarle los
pañales al hermanito, ayudar a hacer la comida, ir a la tienda a traer el
mandado o cualquier otra cosa. Claro, cada esfuerzo, proporcionado a la edad
del menor. A veces, los padres pagan para tener quién haga las cosas por el
niño. A veces, los padres las hacen ellos mismos para no molestar al crío. Es algo
tan cierto y tan viejo, que existe “La Guaja”[1], poesía que narra con detalle
lo que es capaz de hacer una madre por su hijo… pero que omite decir que esa
conducta es la que vuelve al hijo un desobligado.
Ahora, ya en el plano de la vida pública, resulta que la
gente pretende organizarse en clubes de servicio, en iglesias, en cofradías y
asociaciones que tienen fines de unión y ayuda mutua pero generalmente son unos
cuantos los que se sirven de la organización y los demás, los demás… pues se
apartan y dejan de tener interés.
Así sucede en la vida pública. Unos cuantos son los que
tratan de manejar todo a su muy leal saber y entender, organizados en partidos
políticos que hacen todo, menos interesar a la gente en participar. No logran
hacerlo pues la gente ve, antes con asombro y ahora con displicencia, que eso
significa apatía, desgano, indiferencia, el actuar de los políticos y de los
partidos políticos. ¿Cómo pueden pedir los políticos que la gente los vea de
otro modo, si los carros, casas, bolsos, ropaje y todo lo que presumen ofende a
la sociedad?
Los que viven de su esfuerzo, de la cultura a que hizo
alusión Luis Donaldo Colosio, se sienten agredidos por la forma de actuar de
los políticos.
Ahora, los futbolistas, los artistas, los payasos, empiezan
a entrar a la política a disputarles el puesto a los políticos. ¿Qué nos espera
como sociedad? ¿Cómo despertar la conciencia de los mexicanos?
Me gustaría conocer su opinión.
Vale la pena.
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