José Manuel Gómez Porchini / México debe
salir adelante
Escribo estas letras las primeras horas del 2015, el día
primero de enero, cuando ya logré terminar 2014 y si usted me hace el honor de
leerlas es que, como yo, ha hecho la hazaña de terminar el 2014, un año en el
que la esperanza fue su motor principal pero en el que las desventuras, los
problemas y la realidad de la vida, hubieran querido demostrarnos que estábamos
equivocados.
Cierto, hubo nacimientos de bebés que, para sus padres,
son los más hermosos del mundo pero también, a cambio, hubo muertes que
dolieron hasta el fondo del corazón. Hubo nueva vida, que es la esperanza hecha
verdad pero también, crímenes proditorios que nos llevan a dejar de creer en el
hombre y su salvación. En medio de tantas emociones, ha de prevalecer siempre
el regalo que Prometeo le hiciera al mundo por conducto de Pandora: La
Esperanza.
En lo personal, para mí fue un año de grandes alegrías,
pues tuve alumnos muy brillantes y casos jurídicos de excelencia, de esos que
puedes platicar con orgullo en la charla de café, como tuve experiencias muy
tristes de falta de compromiso y también, de frustración al ver que los
esfuerzos por lograr triunfos jurídicos se van al traste por el propio cliente.
Así, nunca se puede hacer nada bueno.
El resultado final, sin embargo, es positivo. Entre las
penas y las alegrías, entre las tristezas y los triunfos, prevalecen estos
sobre aquellas y podemos decir que 2014 fue un buen año.
Lo que a 2014 lo ha convertido, para mí, en un año de
excepción, de esos años que nunca te cansarás de platicar, ha sido la maravilla
de reafirmar el amor que existe en mi familia, la fuerza que mostraron y el
coraje por salir adelante. Tal vez usted no se haya enterado, ya que creo que
yo ni cuenta me di, pero un día de noviembre de 2014 fui a hacer la prueba de
esfuerzo según por ciertos dolores que había tenido en el pecho y el resultado,
según los doctores, resultó positivo. Para mí y según el léxico que utilizo,
positivo quiere decir bueno, aprobado. Para los doctores resultó que afirma que
estoy enfermo de las arterias del corazón y antes de que me diera cuenta de lo
que harían conmigo, ya habían practicado un cateterismo que resolvió los
problemas que tenía. Recibí grandes muestras de apoyo, cariño, amistad y amor.
Me visitaron alumnos, amigos, compadres, familia y con gran esfuerzo, mi mamá. A todos les agradezco con el alma. ¡Listo
y a otra cosa! Al menos, eso creía yo.
Resultó que al hacer la prueba de esfuerzo, mi tobillo se
lastimó (lo acabo de saber) y me empezó un dolor insoportable. Empezaron los
estudios y al principio, dijeron en unos días pasaría. Los que pasaron fueron
los días y el dolor iba en aumento.
Y empezaron nuevos estudios, nuevos probables
diagnósticos, más estudios y la incertidumbre, esa daga que lacera más que el
desengaño o la verdad más cruel, hacía presa en mí. Ahí fue cuando se
reforzaron las muestras de apoyo de todos en casa, el amor inmenso que me
cobija y que por estas líneas agradezco: Tina y mis hijos me arroparon de tanto
amor, que el dolor pasó hasta tener diagnóstico final: un dolor local, derivado
de un cartílago que sí tiene solución y para lo que ya me dieron los medios
para resolverlo.
Ya empecé el tratamiento, ya me siento mucho mejor, ya
tengo nuevos bríos y ya empezó el año nuevo. Ayer era todavía 2014 y no tenía
ni diagnóstico ni esperanza. Ayer, último día de 2014 me dieron la luz que
necesitaba y hoy, ya estoy de nueva cuenta con emoción tratando de comunicarle
a usted y solo a usted, mi querido lector, que si Dios nos presta vida y salud,
aquí habremos de seguir, usted leyendo mis notas y yo, haciendo mi mejor
esfuerzo por que México sea un mejor lugar para vivir. Cuídese siempre.
Me gustaría conocer su opinión.
Vale la pena.
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