José
Manuel Gómez Porchini / México
debe salir adelante
Por
necesidades del servicio viaje a la hermosa perla tapatía, a Guadalajara, que
con la atención de su gente y su Centro Histórico, enamoran a cualquiera.
Claro, vengo fascinado de una ciudad que conocí hace más de cuarenta años, a la
que he regresado muchas veces y en la que siempre he encontrado cosas nuevas
por descubrir.
Sin embargo,
quien me contrató para enviarme a Guadalajara compró mi vuelo de regreso por
Viva Aerobús, una empresa de la que según yo, ya estaba curado de espanto, pero
veo que no.
Y déjeme
usted decirle el porqué de mi afirmación.
Llegué al
aeropuerto temprano, pues mi vuelo salía a las 19:05, es decir, a las siete de
la noche con cinco minutos pero yo ya había acabado mis asuntos y le pedí a
quien me trajo, que me dejara en el aeropuerto para ya no molestar. Tomé fotos
en el camino y publiqué mis andanzas.
Al entrar al
aeropuerto y seguro de que estaría cuando menos tres horas esperando la salida
del vuelo, busqué dejar mi maleta en el mostrador para andar más ligero. Me
dijeron que no, que hasta después de las cinco podía formarme y a esa hora me
darían mi pase de abordar. Perfecto, educado que es uno, me senté a esperar el
tiempo y por mientras, busqué una información que necesitaba para terminar un
artículo. Todo en santa paz.
De pronto,
no sé de dónde, salió mucha gente a las cinco en punto y se formaron todos. Y
me formé yo también a hacer una fila de 52 minutos contados, reloj en mano,
cuando yo había llegado unos minutos antes y me dijeron, los mismos que ahora
atendían, que me tenía que esperar. Ok. Me formé y obtuve mi pase y envié mi
maleta por paquetería. Estaba pagado el servicio.
De pronto,
anunciaron que nuestro vuelo tenía un retraso de “como hora y media” sin mayor
explicación y sin que se ruborizaran al anunciarlo, como que es algo cotidiano
para ellos. Fui a solicitar una disculpa y me dijeron: las disculpas las
ofrecen a bordo del avión.
Además me
aclaró el empleado de Viva Aerobús que no tenemos derecho a nada, pues a partir
de las tres horas de retraso empiezan las cortesías: un refresco o algo así.
¿La cena? Por favor… Y me dijo, ustedes solo traen dos horas con tres cuartos…
y sonrió como Mefistófeles… (Es el nombre del diablo que hizo el trato con
Fausto).
Y parecía central de Autobuses, con los olores, las molestias y todo. |
Y pasó el
rato. Empezaron a salir los demás vuelos demorados de Viva Aerobús y el de
Monterrey, para nada. Y más de dos horas después, pues salimos a las 21:35
cuando nuestro vuelo, el VIV1503, era a las 19:05, anunciaron que habríamos de
empezar a abordar, claro, con el esquema que ellos tienen, de que el que tiene
más saliva traga más pinole. El que pagó más, se forma en los Vip, luego los S,
que son los especiales, (ancianos, embarazadas y enfermos), luego las filas de
la uno a la cuatro.
Ahí tuve
otra experiencia. Yo traía para la fila 2 y ahí me formé. Adelante, dos o tres
lugares delante de mí, estaba una muchacha que de pronto preguntó que para qué
número era la fila y varios le contestaron que era para la dos y ella, viendo
su boleto, dijo: no importa, ya nos hicieron esperar mucho así que aquí me
quedo aunque traiga número cuatro.
Lo que más
me gustó fue que antes de que yo empezara a decirle algo, le dijeron que por
eso está México como está, porque nadie se queja, porque nadie hace las cosas
bien y que la gente como ella, con la tesis de que: “el que agandalla no
batalla” es la que tiene a México sumido en lo que está ahora. Escuché y me di
cuenta que ya la desesperación de la gente está llegando al límite.
Y empezamos
a abordar y al llegar con el experto que analiza la autenticidad de mi
credencial de elector, mi nombre y firma, el nombre que está en el pase de
abordar y toda la demás información en menos de dos segundos, le pregunté:
-disculpe, ¿quién nos va a ofrecer una disculpa? Y su respuesta fue: -A bordo
del avión se ofrecen las disculpas.
Obvio, al
subir la escalerilla, llegando con la dama que nos recibía con su sonrisa dura,
le pregunté lo mismo: ¿Quién nos va a ofrecer una disculpa? Y me contestó,
forzadamente: yo.
Y dieron
todos los anuncios de rigor: que los cinturones, que no fumen, que van a pasar
vendiendo papitas y refrescos y lonchis y cacahuates y semillitas y todo lo que
ofrecen los empleados de la línea aérea… pero de las disculpas, nada.
Ya como cosa
de honor, de orgullo, le pregunté al azafato (así, en masculino) que quién nos
ofrecería disculpas por el retraso y me contestó que él también estaba sacado
de onda, pues nadie le dijo que volaría ahorita, que él estaba muy en paz en su
casa y que lo sacaron para hacer un vuelo que no le tocaba. Claro, en su
molestia se notaba lo que pude percibir también en el rostro de la que me
recibió y me despidió: que ellos no estudiaron tantos años con la ilusión de
pertenecer a la Tripulación de Cabina de Pasajeros, o en el caso de los
pilotos, Capitán Ángel Escobar y Primer Oficial Juan Carlos Ortiz, a dirigir un
avión en vuelo, a practicar aterrizajes forzosos, navegación aérea nocturna y
todo lo que lleva tripular un avión, para terminar anunciando lonchis, papitas
y anunciando la marca, refrescos y promocionando un logotipo y las galletas
emperador y todo lo demás. Decepción, tristeza y por supuesto, una total
indiferencia en el servicio al público. Trabajan porque tienen que comer y
llevar dinero a su casa. Si alguna vez me piden dar un ejemplo de gente falta
de motivación, diré: vea a los empleados de Viva Aerobús.
Ahí fue
cuando me entró el terror. ¿Por qué llegó tarde el avión? ¿Dónde está la
tripulación original? ¿Por qué salimos con tanto tiempo de retraso? Estas
líneas las escribo a bordo del avión, mientras está la vendimia a todo lo que
da. Mis vecinos de asiento compraron café, jugo, papitas, galletas emperador y
de todo lo que ofrecían!! Muy atentos, claro, me invitaron pero decliné, no sin
antes agradecerles su atención.
Espero nunca
volver a volar por Viva Aerobús. En verdad así lo espero. Y de la disculpa, la
sigo esperando y todos los pasajeros, también, no nos merecemos ni eso de la
línea aérea…
Me gustaría
conocer su opinión.
Vale la
pena.
Buenas, señor José Manuel, acabo de leer su caso y me parece bastante exacto a lo que le ha sucedido a mi novio cuando viajó (y está viajando en este momento) con la aerolínea de Vivaaerobus.
ResponderEliminarLa primera vez que la probamos, había una cola tremenda para sacar el pase de abordar, además de que para ese entonces no podías seleccionar asiento, (y ahora es una "facilidad" que implementaron); el vuelo de mi novio era a las 8:05 si no mal recuerdo, y hubo un atraso increíble de 6 horas, volando hasta las 13:15, llegando justo a su entrada para trabajar, y como usted lo planteó, las disculpas nunca llegaron.
Y hablando ahora de este preciso instante, decidimos volver a comprar en esta aerolínea por lo "barata" (aunque sabemos que el precio de mostrador es una farsa), pero yo ya me veía venir con un retraso nuevamente, y así fue.
EL vuelo programado estaba para las 22:05, empezando a abordar a las 9:35, cosa que sucedió hasta las 22:45, una completa mentada de madre...
Ya nos quedó más que seguro sobre el no volver a comprar con esta empresa de pacotilla, son una pérdida de tiempo y dinero mal gastado.
Saludos.