José Manuel Gómez Porchini / México debe
salir adelante
En México, no sé si por fortuna o por desgracia, coexisten
muchos sistemas de pensiones y algunas veces, ni los encargados de manejarlos
están enterados de su existencia. Lo digo con conocimiento de causa, pues hace
algunos ayeres, por escrito me contestó el Director de Políticas Públicas de la
Secretaría de Hacienda y Crédito Público que en México, el ente encargado de
proporcionar seguridad social es el Instituto Mexicano del Seguro Social. Ahí terminó
nuestro encuentro epistolar, pues… ¿Qué puede esperarse de quien maneja las
finanzas del país, si desconoce la existencia de los demás sistemas de
pensiones?
Ahora sí, a usted mi querido lector, que sé está
preocupado y además, se ocupa de los problemas de México, le comento que en
nuestro México, en adición a las pensiones que maneja el Instituto Mexicano del
Seguro Social, ya por sí o por conducto de Afores, existen un gran número de
sistemas de pensiones que han presentado sus propios problemas.
Por supuesto, ninguno de los demás sistemas de pensiones
tiene el tamaño y la magnitud del IMSS, pues por mucho, éste es el líder del
ramo en el país.
Sin embargo, el Instituto de Seguridad y Servicios
Sociales para los Trabajadores del Estado, el ISSSTE, representa la seguridad
social de los empleados del gobierno federal y por su tamaño, es el segundo en
el país. Deben tomarse en consideración también, los sistemas de seguridad social
de cada uno de los estados de la república, así como los de las más de 35 universidades
públicas que por sí y ante sí proporcionan la seguridad social.
Hasta ahí, hemos contado ya 32 sistemas estatales más 35
sistemas de universidades públicas. Son 67 sistemas distintos, todos de carácter
público y todos con distintos requisitos.
Cabe señalar que la inmensa mayoría de las universidades
públicas han dejado de contratar nuevos empleados de planta por el temor de que
vayan generando derechos, entre ellos, el de antigüedad que les resulte suficiente
para alcanzar una pensión. En lugar de otorgarles contratos como trabajadores,
las universidades, esos centros donde se cultiva la inteligencia y el
pensamiento para generar conocimiento, han venido contratando a sus nuevos
trabajadores por honorarios, bajo el humillante e ilegal sistema de outsourcing o simplemente, mediante
pagos en efectivo sin contrato alguno, para así “no dejar evidencias”. Que
conste, así lo he visto y me da pena ajena.
Pero también están los sistemas de pensiones de los ayuntamientos,
cuando menos, de los más grandes e importantes del país que, en su arrogancia,
han considerado que son suficientes para otorgar sus propios sistemas de
seguridad social.
Faltan de incluirse también, los sistemas de pensiones que
los organismos públicos descentralizados tienen pactados en sus contratos
colectivos de trabajo: Los propios empleados del Seguro Social, los de Comisión
Federal de Electricidad, los de Petróleos Mexicanos y algunos más.
La suma de todos los sistemas descritos nos lleva a un
total de más de cien sistemas distintos, todos con base en contratos colectivos
o en reglamentos de trabajo, pues debemos recordar que las pensiones no
aparecen en ley alguna.
En la constitución está lo relativo a las pensiones del
ISSSTE, pero no de ninguno de los demás sistemas.
En la Ley Federal del Trabajo, tampoco se hace referencia
a pensiones.
Podemos encontrarlas en la Ley del Seguro Social y en los
diversos estatutos de los estados, así como en contratos colectivos y
reglamentos interiores de trabajo.
Ahora debo llevar su atención a un hecho cierto: en todos
los casos, el principal requisito es que exista una relación laboral formal
entre el empleado y una empresa u organismo, que lo da de alta ante uno de los
múltiples sistemas de seguridad social que coexisten en el país, por cierto,
tratándose como extraños. Lo único que existe como constante, es que todos son
como deben ser los sistemas de pensiones: soportados por impuestos.
En efecto, la seguridad social es una función que compete
al estado, nunca a particulares y por lo tanto, la fuente de ingreso de los
sistemas de pensiones ha de ser impuestos. Por eso, solamente el estado puede
instituirlos y solo el estado puede garantizarlos.
Ahora que el Congreso de la Unión ha terminado de revisar
las leyes secundarias en materia de hidrocarburos, han determinado que los
excedentes sean destinados a soportar la carga de las pensiones de los estados
así como han determinado que la totalidad de las pensiones actuales de Pemex y
CFE se cubran con impuestos. No podía ser de otra manera, tomando en consideración
lo expresado líneas antes.
Los partidos de izquierda ahora se rasgan las vestiduras
acusando al gobierno de pagar con impuestos las pensiones de Pemex y CFE. Los
de derecha han pegado el grito en el cielo por esa impía acción. Los dos están
equivocados. Reitero, es lo correcto.
El problema de las pensiones en México es que solo 14 o
tal vez 15 millones de mexicanos aportan a los sistemas de pensiones, además de
los patrones y el gobierno y disfrutan de ellas, más de 60 millones. Qué bueno,
por los que ya lo hacen. Malo por los que faltan. Peor y dramático para el
gobierno, pues con el ingreso de 15 millones ha de pagar el gasto de sesenta
millones. Por el lado que le busque, no alcanza. Y sí, que el gobierno soporte
las pensiones y los gastos por servicios médicos vía impuestos, es lo sano y es
lo correcto.
Lo que aún falta es la otra mitad de mexicanos. Somos 117
o 118 millones de mexicanos y solo tienen acceso, bueno, regular o malo, a
sistemas de seguridad social, aproximadamente sesenta millones de mexicanos, según
la cuenta que hace unos momentos hiciéramos. Pero nos falta la mitad de los
mexicanos y entre ellos, los más lastimados, los que carecen de todo, hasta de
papeles de identidad para poder pedir apoyos. Ellos no existen ni para el gobierno
ni para la iniciativa privada. Simplemente, no existen.
Lo que se propone es que a cada mexicano nos sea otorgada
una tarjeta tipo “cliente frecuente” de manera que cada vez que compre usted
algo, lo que sea, que tenga IVA, el equivalente al 3 por ciento de la operación
se vaya a una cuenta de ahorros de cada uno de los mexicanos, del titular de la
tarjeta para que desde ahí, se soporte el pago de pensiones y además, se
garantice la seguridad social de la totalidad de los mexicanos.
Alcanzaría el dinero para pagar todas las pensiones, para
el servicio médico de todos los mexicanos y además, se prevendría la evasión y
la elusión fiscal. Existiría una mucha mayor recaudación por concepto de IVA y
el gobierno tendría 117 o 118 millones de inspectores fiscales.
Ya está planteado, ya está estructurado. Falta una voz que
lo haga saber y esa voz, podría ser la suya. Por favor, ayúdeme a difundir la
propuesta. Es por México. Vale la pena.
Me gustaría conocer su opinión.
Muy interesante artículo, haber si alguien de los que manejan las pensiones lo lee y actúa...
ResponderEliminarEsta en lo correcto Licenciado, seria un gran paso para Mexico en esa materia. Esperemos y sea escuchada su propuesta...
ResponderEliminarPD: lo veo el miercoles por la mañana... Un abrazo.