Distinguidos
miembros de la Mesa de Honor
Personalidades que
nos acompañan
Compañeros Abogados
Amigos todos
Cada día que he tenido el honor de encabezar los esfuerzos
y afanes del Colegio de Abogados de Monterrey, A.C., ya sea asistiendo a
reuniones de trabajo con diferentes autoridades o participando en programas de
radio y televisión abiertos al público o mediante los diferentes convenios
realizados con instituciones que nos han permitido crecer en nuestros
horizontes, ha sido una nueva oportunidad de agradecer el enorme privilegio de
estar aquí, frente a ustedes.
El orgullo del Colegio de Abogados de Monterrey, A.C., es
su independencia y de ahí nace su libertad de criterio, su no sometimiento a
designios ajenos a la propia voluntad de sus integrantes.
Su principal baluarte ha sido siempre la amistad, como así
nos legara en su ejemplo el Mtro. Carlos Francisco Cisneros Ramos, que en unión
de un grupo de amigos fundara esta institución, que ha seguido siendo un templo
donde se cultiva el espíritu pero más, la amistad entre sus integrantes.
Así he sentido al Colegio, como una casa de amigos en la
que además, existe la oportunidad, maravillosa por cierto, de aprender cosas
nuevas, de escuchar temas ignotos y también, de sentar los cimientos para ese
andamiaje que soporta la vida: el círculo de amistades.
He tenido oportunidad de advertir que los miembros del
Colegio apoyan muy diversas causas sin que pretendan hacer que el Colegio los
secunde, lo que habla de la libertad de criterio y de la independencia en el
actuar que es pilar fundamental de nuestro actuar.
El Colegio de Abogados de Monterrey, A.C., nuestro
Colegio, se sigue manteniendo apartidista, pero no apolítico, pues intervenir
en la cosa pública no solo es un derecho del ciudadano, es una obligación que
se magnifica cuando se tiene la certeza de lo que se afirma.
No siempre la vara de la justicia se dobla por la dádiva
del rico ni tampoco por las lágrimas del pobre. Ahora, con las nuevas políticas
y nuevas leyes, cuando ya existen los métodos alternos de solución de
conflictos en lo que ni aún quienes están ya certificados para enseñarlos, han
logrado comprender en su integridad, tenemos un México que se muere entre el
proceso penal de antaño en el que el acusado está obligado a probar su
inocencia hasta lo más moderno, que nos exige como abogados, escudriñar a
conciencia en la forma más que en el fondo de la administración de justicia.
Ya todos sabemos que el yerro del agente de seguridad que
detenga al criminal va a permitir que éste salga libre, en defensa del
principio pro persona, sin que los
derechos de la víctima tengan valor alguno ante la ley.
Cierto, tal vez el Estado ahorre unos pesos en el costo de
la administración de justicia, pero los sentimientos de dolor del ofendido no
se calman en modo alguno sabiendo que el culpable está libre por un resquicio
legal dejado a propósito por el legislador.
Lo que nuestra sociedad exige aún sin saberlo o tal vez,
por la paradoja misma de necesitarlo, es educación. Que nuestros gobernantes
inviertan más, mucho más en cultivar el espíritu de las personas y menos, mucho
menos en formar cuerpos de represión de ciudadanos.
La colegiación obligatoria, un futuro que ya es presente,
está a la vuelta de los días y pareciera que a los profesionistas se nos
olvidara que el tiempo a nadie espera. Que el tiempo siempre hace lo que le
place, con o sin intervención de los hombres.
Y a nivel global, con nuestros socios de comercio y lo que
buscan y enseñan las universidades, el que los propios profesionistas
certifiquen y avalen a sus miembros, es decir, que la certificación provenga de
un par, no de un ajeno, es una realidad. México no puede escapar a la realidad
y por eso va buscando la forma de lograr la colegiación obligatoria, en
especial, para quienes manejan la vida, la salud, el patrimonio y la integridad
de los seres humanos. Ahí, con varios rubros, entramos los abogados. Ahí está
la justificación, el leitmotiv de la existencia del Colegio y también, de la
obligación de colegiarnos.
Abrámonos pues a los nuevos tiempos, seguros de que el
cambio, a pesar de la resistencia natural, habrá de ser positivo. Pensemos
siempre que el estudio y la preparación intelectual han sido el motor de los
cambios y del desarrollo del hombre.
El Colegio eso pretende: ayudar a crear cada día mejores
seres humanos. Por eso lucha y por eso estamos aquí, reconociendo a quienes
desde las aulas, en el caso de los jóvenes o desde el sitial en que la vida los
ha colocado, en el caso de los abogados con experiencia.
Cada presea representa el reconocimiento de una
organización, en este caso, del Colegio de Abogados de Monterrey, A.C., en
favor de los esfuerzos de cada uno de los premiados. Ese solo hecho es
suficiente para sentirse orgulloso.
Si además le podemos sumar los años de existencia del
Colegio, el prestigio que ha mantenido en la sociedad regiomontana y que
siempre ha conservado una línea de verticalidad y congruencia entre lo que dice
y hace, quienes hemos recibido las medallas que otorga el Colegio bien podemos
sentir la satisfacción del deber cumplido.
Muchas gracias a todos por acompañarnos y les deseo que
siempre sigan los dictados de su conciencia. Cuando la hemos preparado para
hacer el bien, es nuestra mejor consejera.
José Manuel Gómez Porchini
Presidente del XIX Consejo Directivo 2013-2014
Colegio de Abogados de Monterrey, A.C.
Monterrey, N.L. 04 de julio de 2014.
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