José Manuel Gómez Porchini / México debe salir adelante
En la página de internet de El Buen Fin,
aparece la información de qué es, quiénes son los organizadores y cómo manejar
información en línea. Para tratar de manejarnos en orden, primero se debe
tratar de describirlo, luego diremos quiénes lo conforman y al final, algo de
lo que aparece en línea.
Indica la publicidad
de la página que El Buen Fin busca reactivar la economía fomentando el consumo,
pero sobre todo, mejorar la calidad de vida de todas las familias mexicanas. El
proyecto está avalado y patrocinado por el Gobierno Federal, varios sindicatos
patronales de empresas como Coparmex, Concamin, Concanaco y múltiples empresas
en lo particular. En línea significa que apoyan y propician que vía internet se
realicen operaciones de compra y además, establecen directrices para poder
aprovechar las plataformas tecnológicas a efecto de lograr sus objetivos de
ventas.
El pero que nunca
falta, es que no es posible pensar que habrá de reactivarse la economía
endeudando a los pobres mexicanos que aún son sujetos de crédito. ¿Cómo va a
ser posible que la inmensa mayoría de las “ofertas” estén condicionadas a la
compra vía tarjetas de crédito?
Por cuestión de
principios, en lo personal, yo no acudí a celebrar ni a festejar ni compré en
el buen fin. Sin embargo, sí me enteré de muchas familias que consiguieron dos
o tres pantallas de plasma de gran tamaño, a quince meses sin intereses, cuando
en sus casas carecen de alimento. Claro, los bancos abrieron las líneas de
crédito a todo aquél que demuestre que tiene un salario fijo, pues es garantía
suficiente de que va a pagar algún día… al banco no le importa que se tarde
mucho, al cabo están pagando intereses y ese es su negocio.
No puede decirse
fraude, en el sentido literal del término, pues a nadie están engañando. Lo que
sí es cierto, es que la promesa hecha a través de la mercadotecnia, que utiliza
verdades a medias que se convierten en mentiras completas, no aclaran que si
usted compra a dieciocho meses sin intereses pero se atrasa en un pago, le dan
por vencido anticipado la totalidad de lo que está pendiente e incurre en mora,
a partir de ese momento, por el total de la deuda. Ojo, la pantalla de plasma
le va a salir como si fuera de células madre, no solo de plasma.
El derecho laboral
ha generado y fincado raíces en la idiosincrasia del mexicano, en muchas de las
figuras que solamente nosotros tenemos. Entre ellas, el regalo, cuelga o
aguinaldo que en efectivo se otorga a los trabajadores al concluir un año
calendario, como si con ello se hubiera hecho una gracia. Sin embargo, ya está
contemplado como derecho adquirido y no habrá poder humano que logre
disminuirlo. El espíritu de dicho aguinaldo es precisamente que el trabajador
disponga de dinero para gastarlo en las fiestas navideñas.
Ahora bien, lo que aún
no alcanzo a comprender es cómo o por qué razón el Gobierno Federal distrae el
importe de los aguinaldos de miles de trabajadores para entregarlos antes del
buen fin, es decir, en la tercera semana de noviembre, cuando lo legal es que
se paguen hasta la segunda semana de diciembre. Lo están adelantando cuatro o
más semanas, que en costos financieros debe ser muchísimo dinero.
Obligar a las
empresas a que cubran los aguinaldos en la fecha del buen fin, implica romper
todas las previsiones financieras tan perfectamente calculadas por los
expertos, que deberán mover el flujo de efectivo para poder cubrir un gasto que
no estaba contemplado.
Y la realidad es que
las ofertas del buen fin se constriñen a muebles de baño de gran lujo,
pantallas de plasma para receptores de televisión de muy alto costo y mayor
fragilidad, juegos de plumas para regalar de precios exorbitantes y cosas por
el estilo. Lo del diario, lo que la gente compra para satisfacer las
necesidades del día a día, eso, no está contemplado en el buen fin.
Saber que la
empleada de la estética o el despachador de la tortillería pudieron adquirir
una pantalla, pagando con una tarjeta de crédito que obtuvieron hace poco,
mueve a pensar que algo está mal, muy mal en nuestro país. Cierto, cada uno es
libre de hacer lo que le plazca, pero esa libertad tiene límites: la ética y la
dignidad humana.
El problema que veo
es que a los que promueven el buen fin de los mexicanos, no están mintiendo:
quieren el buen fin de los mexicanos. Lo que no alcanzo a entender, mi moral me
lo impide, es para qué.
Me gustaría conocer
su opinión. Vale la pena.
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