José Manuel Gómez Porchini /
México debe salir adelante
Acabo de estar en la ciudad de Colima, en la XVII
Asamblea de la Academia Mexicana de Derecho del Trabajo y de la Previsión
Social y tuve el orgullo de que la ponencia que presenté, fuera aprobada, tanto
en la Mesa de Seguridad Social como en la Asamblea Plenaria. ¿Qué va a pasar
después? Aún no lo sé. Imagino que la Academia habrá de apoyarla y en su
momento, hacerla llegar a la Cámara de Diputados como propuesta de ley de la
Academia. La idea es mía, pero el bien es para todos.
Y ahora, voy a tratar de recapitular en lo que he
venido haciendo.
De los años 2000 a 2003 cursé la maestría en derecho
constitucional y amparo en la Universidad Autónoma de Tamaulipas y debí
presentar múltiples ensayos como medio para obtener calificaciones en cada una
de las materias. Me gustó el método y ahora, como maestro, procuro pedir a mis
alumnos que escriban ensayos. Siento que es una forma muy agradable de obtener
conocimiento.
Cuando llegué a vivir a Monterrey, pues la vida y la
empresa me trajeron para acá, tuve el honor de ser invitado a impartir cátedra
en la Universidad Autónoma de Nuevo León, mi Alma Mater, precisamente en la
materia de derecho fiscal. Para ese entonces, yo ya había aprendido algo de
derecho laboral y otro poco de fiscal. Ya eran más de quince años de litigio en
ambas materias.
Tenía la obligación de elaborar la tesis para obtener
el grado y en mis viajes, precisamente en la bellísima ciudad de Chihuahua
capital, me dediqué en las madrugadas muchos días a redactarla.
Fueron meses de desvelo, de cinco a siete de la mañana de escribir
frente a la computadora hasta que quedó algo más o menos presentable. La envié
para revisión a varios de mis más cercanos amigos, todos unos genios, quienes
hicieron algunas críticas. Acepté algo y defendí otros puntos y quedó el
trabajo final, el que envié a mi asesor de tesis, el Dr. Edgar Danés a Ciudad
Victoria.
Presenté mi examen de grado y resulté aprobado con la tesis que defendí
y que es la que he venido impulsando. Para protegerla, tramité y obtuve
derechos de autor y lo publiqué como libro, gracias a Omar Lazcano Garza, de
Editorial Elsa G. de Lazcano aquí en Monterrey. Ya hecho libro, comencé a
escribir. Primero en El Porvenir, aquí en Monterrey, gracias a Nelly Cepeda, a
Lupyz Carranza y a la gente de tanta valía del periódico. Ya después, en muchos
medios, algunos de lujo, como Players of Life.
Se trata de crear un impuesto indirecto que habrá de cobrarse en cada
operación gravada con el impuesto al valor agregado, IVA por sus siglas. El que
propongo, ha de llamarse Impuesto de Aportación de Seguridad Social Indirecto,
IASSI por sus siglas.
Así, cada uno de los mexicanos, obtendría una tarjeta de cliente
frecuente de Hacienda que podría utilizar en cada operación gravada con IVA y
el equivalente a dos o tres puntos de IVA se iría a una cuenta propiedad
particular de cada uno. Habría cuentas para las personas físicas, ligadas al
CURP; para las personas morales, con el RFC y para el gobierno, serían las de
las compras del propio gobierno y también, las de aquellos extranjeros y
personas que no tuvieran o no quisieran usar su tarjeta.
Participé en el concurso de la Conferencia Interamericana de la
Seguridad Social, que en aquél entonces era presidida por un mexicano. Mi
propuesta no obtuvo ni mención ni registro. Al tiempo, el entonces titular,
publicó un libro en el que plantea algo parecido a lo que yo propuse.
Me dediqué entonces a hacer llegar mi propuesta a los legisladores,
diputados y senadores, por lo que estuve enviando correos electrónicos con la
propuesta, habiendo logrado entablar conversación con grandes próceres de la
política mexicana, algunos de ellos hoy en prisión o huyendo. Ninguno la
presentó ante el gran público ni la hizo valer en la tribuna.
En 2006, acudí a la Asamblea de la Academia de derecho del Trabajo en
Monterrey y tuve conversaciones con varios de nuestros más destacados
laboralistas: Don Pedro Ojeda Paullada, Don Porfirio Muñoz Ledo y varios más.
En la Mesa de Seguridad Social, tuve de orador a favor de mi propuesta, a Don
Porfirio Muñoz Ledo, lo que mucho le agradezco. En la Mesa pasó. En la Sesión
Plenaria, hubo un empate y se envió como trabajo de investigación que creo que
nunca nadie lo vio.
Pasaron los años y buscando hacer valer mi propuesta, encontré el medio
para aparecer en televisión y desde ahí, promocionarla. He impartido cátedra y
busco hacerla valer, sembrando en los jóvenes la idea de que México puede ser
pionero en otorgar seguridad social a la totalidad de la población. Incluso en
alguna ocasión un presidente de la república me invitó a presentarla ante
funcionarios de primer nivel en el Castillo de Chapultepec y lo hice, en lo
que, para mí, fue una experiencia de lujo. Sin embargo, no hubo resultados.
Ahora, en 2017, volví a enviar mi propuesta. Creo que no es necesario
contarle a usted la ilusión que me hacía poder estar ante el auditorio para
externar lo que considero es la solución a muchos de los problemas que nos
aquejan y que tan puntualmente se presentaron ante la Academia por varios de
los expositores.
Y llegué y pasó en la Mesa, 16 votos en contra, 22 a favor. Y luego, en
la Sesión Plenaria, dos votos en contra y una abrumadora mayoría a favor. Por
eso inicié diciendo que no sé lo que sigue.
Varias veces, cuando me han escuchado, me han pedido que suba a la
tribuna más alta de la nación a hacerla valer y por supuesto, si para que la
propuesta sea válida, para que se convierta en realidad, necesito ser
legislador, con mucho gusto lo seré.
Llevo más de trece años insistiendo en un tema que me parece
jurídicamente posible, tecnológicamente sin trabas y que solo requiere de
voluntad política para ser una realidad constitucional, un derecho y no, una
canonjía o una limosna, como resultan ser los programas que regalan dinero
ajeno a cambio de votos. Lo planteo como derecho y con posibilidades de hacerlo
valer.
Ya de algún país extranjero me pidieron autorización para analizarla.
Para mí, sería un gran orgullo que en alguna parte del mundo se tomara en
cuenta y se implementara. Como mexicano, sería una gran pena que en mi propia
patria no encontrara eco.
Por eso, de nueva cuenta le pido a usted que me ayude a difundir la
propuesta. Es por México.
Vale la pena.
Me gustaría conocer su opinión.
José Manuel Gómez Porchini
Orgullosamente mexicano.
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