José Manuel Gómez Porchini /
México debe salir adelante
El problema es mayúsculo en Monterrey. Lo que más presume la Sultana del
Norte, sus montañas, los cerros que la rodean, el Cerro de la Silla y todos y
cada uno, son como los cuernos de los ciervos: su principal orgullo y su mayor
debilidad.
Cuando el gamo escapa, sus delgadas piernas, que tan feas son a sus
ojos, son las que le permiten huir a toda velocidad y sus cuernos, su orgullo,
son los que le ocasionan problemas al enredarse en las ramas de los árboles y
así, permitir que lo alcance el depredador.
A Monterrey le enorgullecen sus cerros y le apena lo árido de su
paisaje. Tanto presume que se llama a sí misma “La Ciudad de las Montañas” y
tanto le apena que ha buscado cubrir esa falta de agua construyendo presas a su
alrededor. No ha entendido que así es y que por eso aquí llegaron las doce
familias primeras, que esa fue la razón de que aquí se asentaran las fábricas y
que la vida corre por sus ríos subterráneos.
Hace unos días estuve en una plática con gente que sabe más de la vida
de campo que quienes se supone que eso estudian. Y así lo dicen porque a la
tierra la sienten, se saben parte de ella y, sin saberlo, proclaman lo mismo
que dice la respuesta del Jefe Seattle cuando el presidente de Estados Unidos
quiso comprar sus tierras: después de todo, quizá seamos hermanos.
Hace ya muchos años, los que sí saben de esto, crearon una reserva
ecológica que cuida y protege los bosques, sierras y mantos acuíferos de
Monterrey y la denominaron “Parque Nacional Cumbres de Monterrey” y la que
recibiera protección mediante diversos decretos: el de 24 de julio de 1942
firmado por Manuel Ávila Camacho como presidente de la república y el señor
ingeniero Don Marte R. Gómez, como Secretario de Estado y Despacho de Agricultura
y Fomento, entre otras autoridades.
Al tiempo, dicho decreto fue modificado mediante el que actualmente está
en vigor, publicado en el Diario Oficial de la Federación de fecha viernes 17
de noviembre de 2000.
Es decir, es ley vigente y, por ende, derecho positivo. La ley no
requiere prueba, reza el aforismo jurídico y dice también el Código Civil. Es
decir, no es necesario acreditarlo en juicio y todas las autoridades están
obligadas a atender la letra de la ley.
Y de pronto nos encontramos que, en una sola calle, Cañón Grande, dentro
de La Estanzuela, ubicada en el Parque Nacional Cumbres de Monterrey, existen
tres compañías que se dedican a quebrar piedra, es decir, tres pedreras, que
contaminan todo a su alrededor y que carecen de permisos para operar.
Así como la augusta función de la autoridad jurisdiccional es buscar la
manera de decir el derecho, no ha de perder de vista que primero es buscar la
justicia y para ello, con que se aplique la ley es suficiente.
Vale la pena.
Me gustaría conocer su opinión.
José Manuel Gómez Porchini
Orgullosamente mexicano.
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