Quiero agradecer de Dios la oportunidad de estar y que me
ha permitido ser lo que, con su guía y complacencia, he podido: hijo, alumno,
aprendiz, esposo, padre y a últimas fechas, maestro.
Que cuando se trató de sembrar un árbol, me permitió tener
no uno, tres viveros y así, contribuí a sembrar cientos o miles de plantas y árboles, que he podido hacer en el
campo mi aportación y que he disfrutado las mañanas lluviosas, las tardes
soleadas y las noches tibias, en familia.
Que, a la hora de escribir un libro, aprendí a llevar el
alfabeto y los misterios de la vida a cientos de jóvenes que casi
invariablemente, cuando pongo en su conocimiento saberes nuevos, me encaran
diciendo: ─¡No es cierto, profe!! Y contesto, contento por despertar la
curiosidad por saber: ─ ¿Me está diciendo mentiroso? Y de ahí sigue descubrir
cosas nuevas que me han llevado a tener ya diez libros publicados. Es un honor
que la vida me ha dispensado.
Que he tenido la oportunidad no de tener un hijo, sino
dos, maravillosos, que son mi motor y por los que ahora entiendo los desvelos y
afanes de mis padres. Todavía me falta conocer lo que es un nieto, pero creo
que eso lo dejo para los viejitos… yo apenas tengo 18 años con cuarenta de
experiencia.
Y que, a más de tener un hijo, sembrar un árbol y
escribir un libro, lo que puede verse ha quedado superado, tengo una esposa
maravillosa que aguanta sin quejarse mis ¿travesuras? O, dicho de otra manera:
mi forma de ser. Y también, que tengo a mi madre todavía y por eso doy gracias
y que los tengo a todos y cada uno de ustedes.
Muchas gracias.
Me gustaría conocer su opinión.
Vale la pena.
José Manuel Gómez Porchini
Orgullosamente mexicano.
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