José
Manuel Gómez Porchini / México
debe salir adelante
El día jueves 19 de febrero de 2015, la
Coordinación de Comunicación Social del Senado de la República publicó el
boletín No. 168 por el cual da a conocer, entre otras cosas, lo siguiente:
Por
unanimidad, la Cámara de Senadores aprobó un dictamen que reforma diversos
artículos de la Ley Federal del Trabajo, para incorporar la noción de trabajo
digno o decente, prohibir cualquier tipo de discriminación en el ámbito laboral
y regular, en igualdad de oportunidades, el acceso al empleo de personas con
discapacidad.
En el
dictamen se establecen como obligaciones de los patrones adecuar las
instalaciones de trabajo, eliminar barreras físicas o rediseñar las áreas de
empleo, a fin de que las personas con discapacidad cuenten con condiciones
óptimas de accesibilidad, seguridad y libre desplazamiento para desarrollar sus
actividades.
Es decir, nuestros ínclitos, que significa “ilustre,
esclarecido, afamado”, decía, nuestros ínclitos legisladores por decreto han
ordenado que se incorpore el trabajo digno o decente y también, que se
destierre y se prohíba cualquier tipo de discriminación en el ámbito laboral, ordenando
con ello la verdadera igualdad de oportunidades en el acceso al empleo de
personas con discapacidad.
Y viene lo mejor: a partir de hoy pobre de aquél
patrón que no tenga rampas, señales para invidentes, hipoacúsicos, personas con
falta de movilidad motriz y otros más. Vamos, al buscar el término
“hipoacúsicos” o su raíz “hipoacusia” resulta que no aparecen en el
diccionario, es decir, el problema es tan poco, que no merece ni siquiera
mención en los libros.
Sin embargo, cuando es usted el que sufre un
problema, para usted es el fin del mundo. Para los demás, tal vez no sea más
que un pequeño inconveniente. Cierto, en modo alguno voy a tratar yo de
minimizar el problema de nadie. Lo que me interesa es dejar claro que quienes
deberían proteger a la sociedad en su conjunto, lo único que están logrando es
polarizar más los problemas y así, evitar soluciones. Trataré de explicarme.
Antes, hasta donde tengo entendido, es decir, lo
que hasta hoy es válido, es que las empresas que han buscado apoyar a las
personas con discapacidades, han obtenido apoyos de gobierno, tanto en materia
fiscal como en descuentos de todo tipo. Además, las empresas que se han
promocionado como “empresas incluyentes” se han ganado el respeto del público y
ese, permítame decirlo, no se consigue por decreto.
Ahora, cuando van a hacer obligatorio algo, lo
único que van a lograr es que la gente busque la manera de no cumplir, de darle
vuelta a la ley o de actuar como se le ha hecho en México desde las Leyes de
Indias: se acata pero no se cumple. Vamos, será letra muerta que al cajón del
desperdicio legal irá a parar.
Lo que se debe encontrar es cómo eliminar la
discapacidad de la gente, aclarando que no es discapacitado aquél a quien le
falta un brazo, una pierna, un ojo o cualquier problema físico. Discapacitado
es aquél que no es capaz de hacer las cosas, pero por su forma de ser, por su
falta de disposición o su apatía, a esos son a los que se debe atender, tratar,
buscar y ayudar a que sean mexicanos completos, íntegros y capaces. Los que
tienen problemas físicos lo que necesitan es una oportunidad, no una ley que
más los va a relegar. Y si no me cree, espere a ver resultados. Lo que están
haciendo es crear una etiqueta más que a nada bueno conduce.
Me gustaría conocer su opinión.
Vale la pena.
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