Ser maestro tiene muchísimos privilegios,
increíbles y maravillosos. Uno de ellos, que por cierto es totalmente
colateral, es que para dar clase tengo que ir al aula, obvio… y cuando el aula
está en Acapulco, pues tengo que venir a Acapulco.
Fui a clase y todo ha venido siendo de maravilla.
Entre clase y clase, vi pasar arena, sol, playa, bikinis y cosas de esas… que
bueno, no quiero ser tan…. No sé cómo se dice.
Ahí, en la orilla de la playa, llegó el vendedor de
botecitos de aceite para curar todo mal y también, para agarrar color como
Palazuelos… así dijo el vendedor y claro, me compré uno para ver si me
confunden con él, pues ya pregunté y ya estoy enterado que es un gran galán de
televisión.
En la conversación con el vendedor, le pregunté si
tenía derecho a seguridad social y se me quedó viendo con ojos de asombro y me
pidió le explicara que qué es eso. Empecé de la mejor manera a decirle que si
tenía derecho a ir al doctor del Seguro Social, a una pensión para cuando fuera
viejito y cosas así. Me interrumpió y me explicó que su patrón le dijo que esos
son derechos de los patrones, no de los trabajadores. También me dijo que sólo
tiene veinticinco años trabajando con el patrón pero que tiene que cuidar su
trabajo porque si falta un día lo despiden y como no tiene contrato escrito no
tiene derecho a nada, ya que así le dijo su patrón.
Ahora el de los ojos de asombro fui yo… y todavía
no acabo de digerir las palabras del señor que vende botecitos de aceite. Aún
no acabo de comprender el tamaño de la ignorancia que le hace pensar que el
derecho a seguridad social es sólo para los patrones, cuando lo cierto es que
el patrón es el que menos seguridad social tiene… claro, bajo ciertos aspectos.
Ya estoy en el aeropuerto de salida a Monterrey y
no quiero irme sin dejar por escrito mi preocupación por la falta de educación,
de cultura, de conocimientos de la gente de México.
Aquí, en la barrita del restaurant, mientras espero
la salida del vuelo, platicando con un señor le pregunté: ¿qué tema le gustaría
ver en el periódico? Y me contestó: -hable de educación. Me dijo que él es
ingeniero, egresado del Instituto Politécnico Nacional y que es una institución
de primera. Me gustó el tono con que defendió su Alma Mater. Ya ven como soy…
le pregunté que por qué quería que hablara de educación, que cómo es que quiere
que hable mal de la educación en México si él es profesionista y disfruta de lo
que ello implica.
La respuesta: porque debe ser para todos. Debe ser
mejor y ayudar a la gente, a cada uno, a sacar lo mejor de sí, no a enseñarles
lo que quiere o sabe el maestro. Ahí empezó mi cuestionamiento: La educación:
¿Debe ser para todos por igual? ¿Se debe enfocar a darle a cada uno aquello en
lo que es apto para superarlo aún más, a costa de perder áreas en las que no es
competente? ¿Cómo encontrar las diferencias? ¿Cómo descubrir las capacidades y
sobre todo, las potencialidades de cada uno? ¿Puede una persona ser tan
especializada en un tema que omita los demás, a costa de no tener una formación
integral? Aún no tengo todas las respuestas.
Me gustaría conocer su opinión.
Vale la pena.
José
Manuel Gómez Porchini.
Director
General
Calmécac
Asesores Profesionales S.C.
Comentarios:
jmgomezporchini@gmail.com
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